Usted está aquí: jueves 26 de octubre de 2006 Cultura Las instituciones culturales ningunearon a Ramírez Heredia, señala la Sogem

El Fonca le negó nueve años una beca, afirma el presidente del organismo

Las instituciones culturales ningunearon a Ramírez Heredia, señala la Sogem

Fue un gran disfrutador de la vida: Hernán Lara; era un animal literario: Celorio

ARTURO GARCIA HERNANDEZ Y MERRY MACMASTERS

A pesar de su madurez literaria, de su creciente prestigio como escritor y de los numerosos lectores que avalaban su obra, Rafael Ramírez Heredia murió ninguneado por las instituciones culturales, específicamente por los jurados del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), que en los pasados nueve años le negaron una beca.

Ese es, de acuerdo con Víctor Hugo Rascón Banda, presidente de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem), una deuda pendiente y ya impagable con el autor de El rayo Macoy.

"Lamento mucho que los jurados del Fonca lo hayan ignorado. Me tocó recomendar su candidatura año tras año y se la otorgaban a escritores desconocidos, sin obra, intrascendentes", afirmó.

El dramaturgo hizo acto de presencia ayer en la funeraria de Félix Cuevas donde fueron velados los restos de Ramírez Heredia, fallecido el martes de cáncer: "Era un escritor en plenitud, su últimas tres novelas, Mestizo de Salgari, La mara y La esquina de los ojos rojos son extraordinarias, textos maduros de un autor que estaba manejando el lenguaje como nadie, con temas sociales. Pocas veces estos temas pueden convertirse en metáfora, en poesía, en literatura".

En La mara, sobre todo se hizo patente su experimentación con el lenguaje en equilibrio con la crítica social: "Desentrañaba la condición humana y los vicios sociales, por eso sus novelas son un reflejo de la sociedad de nuestro tiempo".

Concepción Tavera contó que su esposo murió tranquilo y sin dolor: "Después de 38 años de estar casada con él, me da mucha tristeza su muerte, pero sobre todo me da tristeza que no haya podido seguir escribiendo, que era lo que más quería. Para él lo más importante era la literatura, sus amigos y ver crecer a sus nietos".

Quiero nieve de limón

Después de pasar varios días en el hospital, Ramírez Heredia había sido dado de alta el sábado: "Ese día nos fuimos a comer, él quería unos taquitos. Fuimos al restaurante Los Guajolotes, que estaba muy cerca de la Plaza México. El domingo estuvimos arreglando libros. En la madrugada se sintió mal y empezó su inestabilidad. Antes de morir me dijo 'tráeme por favor unas paletas de tamarindo, no de las pinches, sino de La Michoacana, y nieve de limón'. Como 10 minutos antes de su muerte me dijo: 'Conchis, dame nieve de limón'. Se la llevé y luego se quedó dormido".

Carlos Montemayor se mostró muy consternado por la muerte de Rafael Ramírez: "Fue un hombre muy vital, muy pleno. Me tomó por sorpresa esta enfermedad y esta muerte súbita de Rafael". Sobre su literatura, señaló: "Casi todos los encuentros de Rafael con sus personajes fueron por medio del lenguaje peculiar de cada uno de ellos. Es decir, encontraba a sus personajes por el descubrimiento de su forma peculiar de hablar, de manera que la construcción de un personaje, su sicología, su postura ante la vida, su significancia narrativa, partía de esa elocuencia".

El escritor Hernán Lara Zavala fue uno de los grandes amigos de Ramírez Heredia: "Fue un gran disfrutador de la vida. El mundo de los toros era para él una metáfora de la vida y yo diría que salió de la vida con las dos orejas, el rabo y en hombros".

Su obra -añadió Lara Zavala- "tuvo un ascenso constante a partir de la publicación de El rayo Macoy, encontró un estilo personal que no se parecía a ningún otro. No era nada más una reproducción mecánica de lo que oía o veía, sino que le inyectaba su poesía, su picardía, su gran sentido del humor".

Para Gonzalo Celorio, otro de los amigos cercanos del fallecido autor, "Ramírez Heredia era un animal de literatura, un hombre que no hizo otra cosa que escribir y querer a sus amigos. Era un escritor verdaderamente de tiempo completo. Todo el tiempo se montaba en la yegua, como él decía".

La mara "es una novela con un ritmo extraordinario, parece que realmente uno está leyendo subido al tren en que se trepan los maras para pasar la frontera".

Fue, además, "un gran maestro", en su taller formó a escritores que le deben mucho, porque "era muy audaz, muy astuto, muy colmilludo, muy malicioso, muy cabrón, y eso a veces resulta muy estimulante, muy formativo. Y no sólo ubicó sus talleres literarios en la ciudad de México, sino que era una especie de saltimbanqui literario que dejó huella en muchos estados".

Pero "también hay que hablar del amigo, del compadre, del hombre sabroso, dicharachero, entrón. Nos hicimos muy amigos porque teníamos un amigo común, Hernán Lara; nos quisimos mucho. Con frecuencia me llamaba para decir: te mando mi cariño de hombre. Tenía esa virilidad no exenta de machismo".

Novela colectiva

Aline Peterson conoció al escritor "hace muchos años, en una cena al final de un encuentro de cuentistas en Morelia. Los que estábamos reunidos en esa mesa decidimos hacer un proyecto común, una novela colectiva que se llamó El hombre equivocado. Participaron Vicente Leñero, David Martín del Campo, Silvia Molina, Bernardo Ruiz, Gerardo de la Torre, Rafael, yo, en fin éramos como 10.

"Fue algo muy interesante, nos reuníamos cada 15 días para entregarnos un capítulo sin que nadie tuviera idea de cuál era el anterior. Estas comidas empezaron a convocar a mucho público y acabaron siendo un espectáculo. Luego nos seguimos viendo a lo largo de nuestras respectivas vidas literarias."

Ignacio Solares dijo que "se va, por encima de todo, un gran escritor, amigo y taurino. Admiré siempre su obra, llena de impulso, de energía, de vitalidad. Podemos decir lo que queramos de su obra, podrán gustarnos unos de sus libros y otros no, pero ahí está El rayo Macoy que pasará a la historia como uno de los grandes personajes de la literatura mexicana, sin lugar a dudas. Tenía una cualidad impresionante como profesor, todos sus alumnos decían que era el mejor maestro que habían tenido".

Eugenio Aguirre destacó por su parte la "disciplina ejemplar" de Ramírez Heredia: "trabajaba desde las seis hasta las 11 de la mañana. Era un hombre con una gran imaginación y una gran capacidad para observar los problemas sociales. Su obra hay que leerla con inteligencia, con sensibilidad, con madurez y reflexionar acerca de ella, porque en los diferentes planos narrativos que maneja, en cada una de sus novelas, hay enseñanzas profundas y reflexiones que vale la pena compartir. Como ser humano fue un hombre gigantesco, generoso, solidario, compartido, siempre lleno de afecto".

La noche del martes Cuauhtémoc Cárdenas se presentó en la funeraria. Durante 25 o 30 años tuvo amistad con Ramírez Heredia: "Lamento la pérdida de un amigo que deja una obra muy importante. Desde sus primeros libros ha sido un ejemplo para los escritores de esta época".

Los restos de Rafael Ramírez Heredia fueron cremados ayer. En los próximos días la familia decidirá qué hacer con las cenizas.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.