Usted está aquí: lunes 23 de octubre de 2006 Opinión ANDANZAS

ANDANZAS

Colombia Moya

Voces del Cervantino

Ampliar la imagen Compañía Sankai Juku en la obra Kagemi: más allá de la metáfora de los espejos FOTOMaría Luisa Severiano

YA CASI PARA terminar el trigésimo cuarto Festival Internacional Cervantino -aunque se presentaron numerosas agrupaciones de exelente nivel, precedidas de gran fama, como la Akram Khan Company de la Gran Bretaña y la de María Pagés, de España-, el hechizo fascinante de la compañía Sankai Juku, de Japón, con la obra Kagemi: más allá de la metáfora de los espejos, aún vibra en los corazones de quienes tuvimos la fortuna de verlos, pues algo inolvidable permanece en el espíritu, enriqueciéndolo, finalmente máximo objetivo de el buen arte.

MUCHO SE HA hablado ya de la maestría del maestro Ushio Amagatsu, director y coreógrafo de esta metáfora felicísima que ya la flor de loto con su belleza única y pacificadora del espíritu se ha revelado en las más antiguas religiones del eterno misterio oriental, no en vano esta mezcla de danza butoh y el adiestramiento del cuerpo, por medio de la más profunda relajación, respiración y concentración, nos lleva de la mano en medio de una total y cegadora blancura en el escenario, casi en cámara lenta durante largos trechos, al internamiento de los misterios de la danza sagrada.

CASI RELIGIOSO, EL maestro Amagatsu, suave como un aliento divino, conduce a sus bailarines y al público a un oásis, en tiempo y espacio, en el más profundo silencio, donde ni siquiera la más impertinente e incontrolable tosecilla se ha dejado sentir en aquellos ámbitos, donde el milagro de la creación, de la vida, nos es mostrado por la hazaña del creador, el artista, ya sea música, danza o cualquier otro espectáculo que logra reunir y hacer callar absolutamente a cientos de personas comulgando en esta chispa prodigiosa del arte. Amagatsu definitivamente ha eliminado el bailoteo inútil e infructuoso para mostrarnos de cuerpo entero un lenguaje de esencias, de síntesis de elementos corporales y espirituales de profunda meditación y filosofía en los que el manejo de la energía, la forma y el espacio, traduce con asombrosa lucidez luces y transparencias, imágenes y reflejos del alma que cada quien debe entender y sentir a su manera.

USHIO AMAGATSU, QUIEN ha aportado un sello personal a la danza butoh, y su jardín de lotos inmensos todo en blanco, el piso, las flores, los cuerpos semidesnudos, la música creada por autores japoneses en gran parte a la manera occidental y esas luces que diseñan la gravidez del espíritu, o el vuelo del alma, logra sumergirnos en el estruendoso silencio de la vida interior, de las posibilidades de otra propuesta, otro enfoque y manera de ver las cosas de forma genuina pura, creada al efecto; donde las referencias no existen ni el esqueleto de la arquitectura corporal aprendida por coeur... todo eso quedó atrás, muy lejos, para liberarnos de aquellas ataduras infantiles para apenas hacernos caminar en muletas cuando queremos "bailar".

AMAGATSU NOS DIO una lección más. Un enorme, inmenso espacio blanco infinito para diseñar lo que sea necesario, pero desde el fondo del corazón, donde la respiración, los impulsos y el ritmo interior de una cabeza que sabe lo que hace y ha meditado infinitamente el lenguaje de la vida y el espíritu, puede transformarse en mago, espíritu o santón, que revive el antiguo significado de la sacralidad en la danza oriental, india, griega o australiana.

Cátedra maestro Amagatsu

EL MAESTRO TAMBIEN ofreció un taller en el salón, bellísimo, de la maestra Lola Lince, por allá, en la punta de un cerro de Guanajuato con la ciudad a sus pies. Vimos brevemente cómo en sus enseñanzas intenta hacer sentir la respiración del cuerpo, el relajamiento total y definitivo de éste para, apenas a partir de entonces, comenzar a ser capaces de entender otro lenguaje, tal vez sin mentira alguna. Así pues, este grupo, este maestro, resonará en los anales del Cervantino como una nueva elección formidable y ventajosa para el desarrollo multicultural de los amantes de la danza.

EN EL CERVANTINO también vimos a un grupo de Gran Bretaña y a la célebre bailarina española María Pagés con la obra Canciones de una guerra.

Y ASI, ESTE domingo terminó una importante etapa con el suspenso, promesa tal vez, de que la próxima versión del Festival Internacional Cervantino intentará seguir adelante con tan formidables esfuerzos de un equipo de gente, sin precedente, con sus programaciones, talleres, conferencias y todo lo que por generaciones ha hecho de este singular encuentro una tradición que deberá ser siempre mejor, todo un reto.

 
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