Usted está aquí: domingo 22 de octubre de 2006 Opinión Algo es algo, pero...

Guillermo Almeyra

Algo es algo, pero...

En su gira norteña, el subdelegado Zero acaba de realizar un pequeñísimo progreso político-teórico en una de esas larguísimas homilías a las que nos tiene acostumbrados. No es mucho, pero invierte su atracción por el vacío conceptual y da un pasito en una dirección que podría dar un sentido completamente diferente a la otra campaña, hasta ahora tan decepcionante.

El discurso, aparentemente, es igual a todos los anteriores: un largo rollo de quien declara siempre que no llega a hablar sino a escuchar, un enfoque paternalista, con pretensiones didácticas, pero que revela la subestimación enorme por la capacidad de comprensión de sus interlocutores, a los que brinda una papilla de conceptos hervidos y vueltos a hervir por si no fuesen digeribles, un olvido notable del principal aporte de los indígenas zapatistas del EZLN, o sea, la autonomía y las juntas de buen gobierno y una total carencia de ideas anticapitalistas, contrariamente a lo que proclama ser la otra campaña y, naturalmente, de nuevo la torpe insistencia en que "todos son iguales", que evidentemente ayuda al nada igual sino mucho peor Felipe Calderón y da su apoyito a la campaña contra la convención nacional democrática, que habría que realizar con AMLO o sin AMLO.

Pero -y esto debe ser destacado, no sólo en honor a la verdad sino también por sus posibles implicaciones-, si sus oyentes llevasen a la práctica su propuesta, lo nuevo, aunque pequeño, reside en el llamado a partir de las reivindicaciones concretas, como la lucha contra los altos precios de la electricidad, contra la carencia de agua, contra la corrupción y la prepotencia de los políticos locales para autorganizarse con independencia de los partidos e instituciones. Ese fue, por otra parte, el contenido de los Cuadernos de Reivindicaciones (Cahiers de Doléances) que dieron origen a la Revolución Francesa a pesar de su carácter limitado. Por consiguiente, la propuesta podría dar origen a importantes movilizaciones.

Pero si se quiere luchar contra el capitalismo y no solamente lograr movilizar a las víctimas en el seno del mismo contra algunos de sus efectos, es indispensable recordar que "no hay posibilidades serias de fraternidad horizontal de las múltiples víctimas de la economía tiránica tardocapitalista si no se consigue reverticalizar el conflicto, si se prescinde o se descuida la orientación programática de las luchas políticas y sociales en una dirección que apunte inequívoca y derechamente a los tiranos, al núcleo causal de las fuerzas agentes del mal social" (Toni Doménech). Ojo: no a los "ricos" o los "políticos" sino a las fuerzas del capital. Ojo: no al neoliberalismo, que es sólo una política sustituible, sino al sistema mismo.

Esto, por supuesto, esta advertencia, no es sólo válida en el caso del locuaz sub, que ojalá pudiera llegar a entenderlo, sino que también lo es para otros que en las diversas izquierdas se quedan en programas de gobierno de oposición, que no van en el sentido neoliberal y asumen posiciones que en diversa medida corresponden al interés nacional -como hacen Cárdenas o AMLO, con todas las diferencias que existen entre ellos- pero no preparan a nadie para comprender la necesidad de acabar con la fuente de todos los males, el sistema capitalista.

No se debe confundir a los gobiernos con el Estado, ni el neoliberalismo con un orden social, aunque tenga efectos sobre el mismo, ni rechazar "la política" o "el Estado" como si las grandes empresas no hiciesen su política, creasen sus gobiernos y tratasen de adecuar el Estado, como concreción de la relación de fuerzas entre las clases, privatizando lo que queda por privatizar, eliminando las leyes laborales favorables aún a los trabajadores y dándole la puntilla a los campesinos. Contra el gobierno neoliberal y el neoliberalismo sí, pero en el marco de la propaganda y la organización con sentido anticapitalista; contra las políticas y los políticos del capital, pero por una política y por políticos anticapitalistas y contra este Estado, pero por otro construido generalizando la autonomía y sobre la base de la autogestión social generalizada, antiburocrática, democrática, libertaria.

Si la otra campaña, por tanto, o el resto de la izquierda social, quieren hacer un balance de lo que querían obtener y de lo realmente consiguieron deben, en consecuencia, abandonar el limitado terreno del pragmatismo y buscar claridad en la comprensión teórica de la fase actual del capitalismo en que se encuentran el mundo y México, y de cómo unir lo concreto y local con lo aparentemente abstracto, lo que se esconde detrás de todos los problemas. No puede haber acción revolucionaria sin teoría revolucionaria, se nos dijo hace más de un siglo y una de las consecuencias más trágicas de Stalin y de sus epígonos es el haber prostituido la idea misma de la teoría revolucionaria y de toda teoría en general engendrando así miles de practicones que, por supuesto, son antintelectualistas, ignorantes y autoritarios.

Ya que hablamos sobre la Revolución Francesa, habría que convocar los Estados Generales de las Izquierdas para buscar las grandes coincidencias en la caracterización de la fase y del Estado de la mundialización dirigida por el capital financiero internacional y también en las principales tareas para la resistencia y la contraofensiva en pro de una alternativa anticapitalista. Con todos: los que quieren reformas revolucionarias y crear nuevas instituciones, y también con los que repudian todas las instituciones, como el gato escaldado que huye del agua fría, los marxistas, los nacionalistas revolucionarios, los socialcristianos...

 
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