Usted está aquí: martes 10 de octubre de 2006 Política La debacle sigue

José Blanco

La debacle sigue

Es, para decir lo menos, una vergüenza que en el tramo político durante el cual los partidos discutían en lo oscurito la distribución del botín de las comisiones en el Congreso nos enteráramos de que el asunto objeto de las mayores tensiones fueran las comisiones de Hacienda y Presupuesto. Nadie se enteró, y seguimos sin enterarnos de la conformación del resto de las comisiones. Me importa destacar, por su importancia centralmente estratégica, la comisión de Educación.

Sin un paso de gigante en la educación simplemente no hay futuro para el país, pero fue la de educación una de las comisiones que sirvieron para acallar a los partidos que estaban en mayor debilidad para negociar. Una comisión, por decirlo así, residual entre otras. Un aterrador indicador de un subdesarrollo empeñado en seguirlo siendo.

Una de las cabezas más profundamente desalentadoras que pudieron leerse en años la estampó el periódico Reforma como su nota principal el pasado 6 de octubre: "Confirma examen debacle educativa". Y luego los datos provenientes de la mismísima SEP: "México está reprobado en matemáticas y español...; 6 de cada 10 alumnos que concluyen la secundaria no cuentan con conocimientos básicos en la primera materia y 4 de cada 10, en la segunda. En el caso de primaria, los resultados tampoco son alentadores, pues 7 de cada 10 se ubicaron en los niveles de logro elemental e insuficiente..."

Es imposible exagerar el tumulto del escándalo representado por estos datos que hablan de nuestra colectiva irresponsabilidad y miopía suicida, por nuestra indiferencia rayana en la estupidez frente a los niños de este país. Todos somos responsables, pero sin duda al Ejecutivo, el Legislativo y a los partidos políticos corresponde la iniciativa de darle ya un curso definitivo de superación a esta situación innombrable.

En días pasados se ha hablado también de crear una Secretaría de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (algunos sólo se han referido a la ciencia y la tecnología: desvinculadas de la formación de recursos humanos sería un error más en la interminable cadena de nuestros desatinos).

Es el momento. Con programas verdaderamente audaces decididos a operar cirugías mayores, es precisamente el momento de separar en dos espacios diferentes el nivel primario y secundario, de la educación superior y la investigación científica y tecnológica (en el lenguaje internacional educativo el nivel secundario comprende lo que aquí llamamos secundaria y bachillerato, que es preciso pensarlos juntos), sencillamente porque las problemáticas que enfrentan son enteramente distintas.

En el nivel elemental prácticamente no hay un problema de cobertura (en el bachillerato sí lo hay), pero como es visible existe un severísimo problema de calidad. En la educación superior existen un severo problema de cobertura y una escala de inequidad y de calidad que van, desde algunas islas de calidad internacional, hasta infames páramos donde la mención de la calidad puede ser un exabrupto. En otra colaboración me referiré al nivel superior.

En el nivel elemental, la estructura sindical corporativa sigue siendo una muralla inexpugnable para transformar este nivel educativo. El sindicato -por ahora de la profesora, pero ha tenido muchos congéneres previos- sólo debiera servir para administrar el interés laboral de los profesores: punto. El SNTE ha sido mucho más que eso. Ha sido pieza central del Estado corporativo por muchas décadas, ha sido un instrumento de la política, ha servido para copar miles de posiciones dentro de la SEP, dentro de las secretarías de educación estatales y dentro de la administración pública fuera de la SEP, y ha sido un obstáculo insalvable hasta para pequeñas reformitas. Ha sido un monstruo de mil cabezas hambrientas de poder, y ha sido un ejército de malos y pésimos profesores, en buena proporción envejecidos, que han vivido al margen de los desarrollos de las tecnologías educativas (excepciones aparte).

Requerimos un secretario de Educación Pública Básica capaz de construir un consenso nacional para extirpar esa anomalía y llevar a cabo esa operación salvadora del futuro de la patria.

El pasado 17 de enero de 2005, en Nueva York, los gobernantes de todos los países asumieron el compromiso de alcanzar el objetivo de lograr la enseñanza primaria universal para todos los niños del mundo en 2015, en el marco del Proyecto del Milenio (ONU) y afirmaron el derecho de todos los niños a recibir enseñanza de elevada calidad.

El Equipo de Tareas conformado declaró que "el logro de este ambicioso objetivo exige la aplicación de soluciones de eficacia probada para impulsar la matrícula, que incluyen la eliminación de los uniformes y los aranceles escolares, el establecimiento o mejoramiento de programas de alimentación y salud escolar, y el fortalecimiento del papel de los grupos de promoción y las organizaciones no gubernamentales en debates sobre los sistemas de educación". Actuemos ya.

 
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