Usted está aquí: martes 10 de octubre de 2006 Opinión Contra la democracia

Javier Flores

Contra la democracia

Si alguna virtud tuvieron las elecciones del 2 de julio de 2006 es que dejaron al descubierto aspectos que normalmente se encuentran ocultos. Lo primero que hay que destacar es que la democracia mexicana es una falacia. Es la zanahoria que el poder pone por delante. Un concepto que han enseñado a todos a venerar (exitosamente), sean de izquierda, centro o derecha, pero que es una aberración. Ni aun en su forma más pura está exenta de anomalías. La democracia representativa, por ejemplo, anula la individualidad.

Además hay que examinar el discurso: avanzamos hacia la democracia, México evoluciona hacia la democracia, perfeccionamos nuestra democracia, creamos instituciones para arribar a la democracia. Casi nadie se detiene a pensar que estas frases implican la aceptación de que no hay democracia; apenas vamos hacia allá. ¿Por qué nos quejamos de un fraude, si apenas estamos construyendo una democracia que no tenemos?

Además, cada vez que se crean nuevas instituciones para "avanzar hacia la democracia" surgen simultáneamente en México formas más sofisticadas para burlarla. No es más que una trampa que cada vez sale más cara. Una fachada para ocultar el control sobre los mexicanos. Es un teatro, una representación... Una tontería.

La maldad domina al mundo. Me permito recurrir a un argumento moral. Yo sí creo que hay un bien y un mal. Y el bien se la quiere pasar, como su nombre lo indica, bien. Y el mal se dedica a la política para controlar a los demás. Veamos la democracia más representativa del planeta: Estados Unidos de Norteamérica. Una ciencia dedicada a la producción de armas cada vez más sofisticadas, la guerra como estandarte. Todos los días vemos fotografías de niños despedazados; madres, padres y abuelos llorando, ciudades destruidas, vejaciones físicas y torturas, hoy respaldadas por las leyes, todo en nombre de la democracia. El mal pretende adueñarse del mundo en el siglo XXI y su bandera es la democracia.

Y los políticos mexicanos, sin vergüenza alguna. Socios del mal. Empleados, sirvientes, lacayos, achichincles, hombres alfombras del poder mundial. Su misión consiste en que México esté acorde con los intereses del mal. En las campañas electorales la mentira como argumento. Dinero a raudales, el odio como razón, la amenaza, el miedo. Votos a cambio de cubetas de plástico, libros de texto prohibidos, control y monopolio de la información, fomento y utilización de la ignorancia... pero seguimos construyendo así nuestra democracia.

Autoridades electorales títeres, el cinismo, la trampa, la burla, la quema de votos para anular pruebas; así construimos la democracia con las instituciones que "tanto han costado a los mexicanos". Un Poder Judicial que muestra que no existe la división de poderes, que renuncia a su independencia, jueces que se compran y se venden, imposición. ¿Qué les van a decir a los estudiantes de derecho que aspiran a ser como ellos?

Periodistas vendidos que ocultan deliberadamente la información. ¿Con qué cara se van a presentar ante los estudiantes de periodismo y comunicación? La información hay que ocultarla, unas cosas sí y otras no. ¿Eso les van a decir? Son una vergüenza para esa noble profesión. Corrupción a raudales por todas partes. Todo para mantener un orden en nombre de la democracia.

Intelectuales sometidos al poder por su gusto o por sus intereses; cínicos, una vergüenza para México. Incapaces de mantener una distancia mínima frente al poder, pero contribuyen así al avance de nuestra democracia... y se la creen.

El saqueo del país, que pareciera no tener límites, empresas monopólicas que se escudan en nuestra necesidad imperiosa de generar empleos, los peor pagados del mundo, explotación sin límites.

La educación básica en el más bajo nivel a escala mundial, compatible con la ignorancia y el oscurantismo.

Se trata de una tiranía que actúa en nombre de la democracia.

La democracia apesta.

 
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