Usted está aquí: martes 10 de octubre de 2006 Espectáculos Lila Downs armó fiesta oaxaqueña y sonera veracruzana en el Auditorio Nacional

Dedicó su primer concierto en el foro de Reforma a las mujeres del sur

Lila Downs armó fiesta oaxaqueña y sonera veracruzana en el Auditorio Nacional

ARTURO CRUZ BARCENAS

Ampliar la imagen La artista tomada el pasado 29 de septiembre atrás de la Catedral Metropolitana del DF Foto: Ap

La cantante Lila Downs triunfó la noche del pasado domingo: llenó el Auditorio Nacional con un público que hizo del foro una fiesta oaxaqueña, sonera veracruzana y ranchera, con los arreglos modernos de Paul Cohen, saxofonista, director del grupo que la acompaña. Los jóvenes tienen en Lila a una de sus artistas preferidas, alejada de la mercantilización, de la vorágine de la industria. De hecho, superó el temor de que su concierto fuera un fracaso, luego de que Ocesa no le compró la presentación cuando faltaba poco tiempo para promoverla.

El respetable llegó con la idea de escuchar las canciones rancheras, sobre todo del reciente disco de Downs, titulado La cantina, que algunos de sus seguidores han criticado con el argumento de que aleja a la artista de la world music. Cohen defiende lo hecho, pues en su criterio Lila, su compañera, no puede quedarse estancada y requiere evolucionar.

A las 19:05, el foro de Reforma lanzó una gritería. Un intro del grupo abrió esa tocada que inundaría de raíz indígena el ambiente, que lo saturaría con el norteño a ritmo de acordeón y redova, que llevaría a las zonas húmedas de Veracruz, con su ritmo cadencioso, para que dos jarochas zapatearan rematando las frases musicales y letrísticas.

Cuando era niña, Lila cantaba las rancheras. Lo ha dicho: "Tengo en mi recuerdo a Lola Beltrán". La intérprete figuraba en las fiestas patronales con grupos de la Mixteca, como Los Cadetes de Yodoyuxi. Fue corista en La Trova Serrana. Eran los días en que conoció a Paul Cohen. Planearon, crearon el proyecto que cristalizó el pasado domingo con su presentación exitosa.

Se esuchó Copa tras copa y la conexión fue inmediata. En cada mexicano hay un charro, así como en cada argentino hay un Gardel. La cama de piedra, de Cuco Sánchez, fue entonada al punto de desgañitamiento.

Para que el ánimo no cayera: Tacha La Teibolera. A bailar a ritmo sabrosón. A mover el bote. Lila destaca con sus botas azules, muy Mahfud, el diseñador que le hizo algunos de los atuendos que mostró esa noche. La cultura oaxaqueña es variada y multicolor y en la pantalla del fondo del escenario se proyectaron los maravillosos bordados imaginados y hechos a fuerza de tradición.

"Dedico este concierto al sur, a las mujeres del sur", expresó Lila con orgullo.

Anuncia una sorpresa: el Ensamble Continuo, que hizo, una vez más, sentir el fandango jarocho. Ada Coronel, voz y bailadora, y Donají Esparza, bailadora, zapatean sobre una tabla, mientras Patricio Hidalgo, con su jarana y voz, marca la pauta. Los oaxaqueños reunidos en el Auditorio Nacional hacían a esa hora mucho ruido. "En la sombra de un palmar estaba María Chuchena..." A mover los pies en su respectivo asiento. "¡Está de fiesta la vida!"

"Aquí no hay muro de la vergüenza"

Donají baila con un tiempo profundo... Lila canta y pronuncia una idea, un sentimiento: "Aquí no hay muro de la vergüenza, pues Oaxaca es puro canto". Interpreta La iguana, acompañada de El Ensamble Continuo.

Entra la Banda de Vientos José Martí, que se lanza con Arboles de la barranca y El Feo, que canta Lila. El sonido de la tuba inunda cada grada, hasta arriba, donde el público hace su fiesta. Cunde la cultura del huipil. Para cerrar los ojos: La Sandunga... Refulge el folclor oaxaqueño y de más al sur. Cae un telón de donde penden decenas de sillas. Algo abstracto, la verdad.

Ahora, Lila luce un vestido de tehuana. Sus labios color carmesí.

Continúa el programa: La noche de mi mal. Un alarde: canta y toca la guitarra arriba de una mesa. Una escena muy cantinera. Con el Mariachi 1000, de Jesús Gama, Downs hilará una serie de temas josealfredianos. Poética vernácula. Tu recuerdo y yo con fragmentos rapeados.

La tequilera, de las más aplaudidas. Lila lleva su interpretación de lo grave a lo agudo. La cucaracha, clásico de un disco pasado. Imágenes del Che Guevara. Villa y Zapata.

La cumbia del mole, que arranca gritos. La llorona, otra de las más conocidas. Lila agradece al público el cariño por su proyecto de vida. Parte de lo recaudado lo donará a la Casa de la Mujer en Oaxaca.

La noche no acaba. Sigue Laila. El Auditorio se torna en gran fiesta con Pinotepa.

Se va pero regresa. Paloma negra, en su homenaje a Lola.

"¡Que viva Oaxaca!"

No fue una noche ni blanca ni negra. Fue Lila.

 
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