Usted está aquí: martes 10 de octubre de 2006 Cultura Delicia de danzones con la OFCM, como parte del encuentro editorial en la capital

Estrenos mundial y nacional de obras de Arturo Máquez y la chicana Carla Lucero

Delicia de danzones con la OFCM, como parte del encuentro editorial en la capital

PABLO ESPINOSA

Las ciudades de La Habana, Los Angeles y México se unen en el Zócalo durante la feria del libro más importante por su aceptación popular, venta de ejemplares y comunicación intergeneracional.

Uno de los capítulos centrales de la versión de 2006 de este acontecimiento sucedió la tarde del sábado en el Teatro de la Ciudad y el domingo en la sala Ollin Yoliztli, donde se interpretaron partituras concebidas en esas urbes. Destacó el estreno mundial de la nueva obra de Arturo Márquez, Locumé, que es en realidad su nuevo danzón, el número nueve.

Precisamente Locumé celebra el ayuntamiento de estas tres urbes ubérrimas ubres: su nombre contiene las primeras sílabas de Los Angeles, Cuba y México: Locumé.

Contiene en consecuencia elementos sonoros de las tres ciudades comprendidas: una cita apaciguada de la rola Oye cómo va, de Carlos Santana, distinguido habitante de Los Angeles que compone música junto a ellos; un ritmo intrínseco del son cubano, en representación sonora de La Habana y por México ecos del coro que ha inundado el país recientemente: vo-toporvoto-casilla-por-casilla.

La interpretación estuvo a cargo de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM), dirigida por Jesús Medina.

A lo largo de seis deliciosos minutos, el aroma inconfundible del danzón inundó la sala de conciertos. La clave, el güiro, el estallido de una música sensual y anímica. Algunas violinistas tocaban bailando en sus asientos, o mejor: bailaban tocando, mientras Antero Chávez, ese Orson Welles de las percusiones, coronaba las explosiones de ricura con espectaculares lances en los platillos.

Reivindicación femenina

La segunda obra del programa fue el Concierto elegiaco para guitarra y orquesta del maestro cubano Leo Brouwer, con el solista Juan Carlos Laguna, en una disertación nítida del pensamiento musical de uno de los compositores fundamentales de América Latina.

Además de un tejido armónico de filigrana, Leo Brouwer conjuntó el sonido renacentista inglés (este Concierto lo escribió para el guitarrista Julian Bream, especialista en ese territorio), la sabrosura afrocubana y añadió otra urbe a la constelación en el concierto: Java, por sus sonidos deslizados, efectos de glissandi, en la guitarra solista, sonando como gamelán, ese instrumento milenario de Java.

Después del intermedio sucedió el estreno en México de los extractos orquestales de la ópera Wuornos, de la joven compositora Carla Lucero, oriunda de Los Angeles y presente también en la sala de conciertos.

Se trata de una partitura de hondas connotaciones sociales que recuerda, por su tratamiento orquestal y su tema, a la portentosa ópera de Shostakovich -guardando distancias y diferencias, claro- Lady Macbeth de Msensks.

El tema de la ópera de Carla Lucero es el caso de Aileen Wuornos, conocido ampliamente por la versión fílmica, titulada Monster y estelarizada por Charlize Theron. Una mujer violentada por la sociedad: fue ejecutada en 2002 luego de matar a siete hombres. Lo que la prensa estadunidense, que hizo mucho dinero con su típico sensacionalismo, nunca tomó en cuenta fue el daño infligido a la persona de Aileen Wuornos, quien de tal manera actuó en legítima defensa.

La reivindicación femenina corre entonces ahora a cargo de la compositora Carla Lucero, quien por cierto prepara una segunda ópera, en colaboración con la escritora chicana Alicia Gaspar de Alba, ahora sobre la vida de Sor Juana Inés de la Cruz.

Nueva York se sumó a las tres urbes

Antes de concluir la sesión, sonó Calaveras, de Eugenio Toussaint, en franco declive de calidad evidente con un mazacote de sonidos que hacían dar violinazos y cacerolas a los mejores músicos de México. Pero la situación se compuso con una partitura de a de veras: el célebre Danzón cubano, del estadunidense Aaron Copland (1900-1990), y así el programa terminó como empezó: una delicia de danzones: el Danzón número nueve de Arturo márquez y el Danzón cubano de Copland. Un danzón cubano hecho en Nueva York y un danzón cubano hecho en la ciudad de México.

Se añadió así, entonces, una ciudad más a esta constelación de urbes ubérrimas ubres.

Así transcurre la Feria Internacional del Libro en el Zócalo de la Ciudad de México, dedicada a La Habana y a Los Angeles.

Porque los mismísimos ángeles también leen.

 
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