Usted está aquí: lunes 9 de octubre de 2006 Cultura En Alemania, el precio único del libro es equiparable al derecho a la salud

Esencial para fomentar la cultura y la educación; posibilita traducciones, afirman

En Alemania, el precio único del libro es equiparable al derecho a la salud

Editores consideran que Fox se equivocó al vetar la ley de fomento a la lectura

EVA USI ESPECIAL PARA LA JORNADA

Ampliar la imagen Más de 300 mil personas desbordaron los locales de los expositores de la Feria del Libro de Francfort Foto: Ap

Francfort, 8 de octubre. La Feria del Libro de Francfort fue en estos días cita obligada para todo el que tenga que ver con el mundo editorial. La mayor y más importante reunión mundial del sector es un espejo de lo que sucede en esta industria a escala internacional y de la situación que prevalece en cada país.

Alemania es sin duda una potencia mundial desde el punto de vista editorial, que se refleja en el número de sus expositores locales en la feria: 3 mil 288, cifra que compite con los provenientes de otros países: 3 mil 984. Está claro que las editoriales nacionales acuden en tropel, sin embargo los organizadores registran el número de editoriales presentes y no todas lo están. Un portavoz de la feria estimó que el total de editoriales alemanas oscila entre 3 mil 500 y 4 mil.

Un recorrido por sus interminables pabellones da una idea del mundillo que se esconde detrás de esa cifra intangible. En los mejores lugares se encuentran posicionadas las grandes y reputadas firmas como Suhrkamp, Brockhaus y Langenscheidt. Pero hay muchas casas pequeñas que muestran sus productos en minúsculos espacios atendidos por una sola persona. En la tierra de Gutenberg esas editoriales pequeñas y medianas son las que defienden la diversidad literaria y librera.

La editorial Klaus Wagenbach es buen ejemplo de ello. Es la que maneja desde hace cinco años la obra del ganador del Premio Cervantes 2006, Sergio Pitol. Se trata de una empresa familiar creada hace 42 años que sigue dirigiendo su fundador, Klaus Wagenbach. Su estricto apego a la calidad literaria en la selección de sus autores de lenguas española, inglesa, francesa e italiana le ha valido mantener su independencia y su supervivencia misma. Por algo será que fue visitada por el presidente alemán, Horst Köhler, durante su recorrido en la feria.

"Damos prioridad a la publicación de libros fuera de lo común, ambiciosos desde el punto de vista literario, aunque no sean los más vendidos", afirma Klaus Wagenbach en conversación con La Jornada. La compañía contribuye a la tradición alemana de ofrecer a los lectores una gran oferta de autores extranjeros, aunque el tiraje de las ediciones no sea muy alto, de entre 3 mil y 7 mil ejemplares.

Diversidad editorial y librera

Wagenbach explica que esa tradición está anclada en el precio único del libro (Buchpreisbindung), regulación que, aunque se practica desde hace mucho en el mundo editorial, fue aprobada como ley (Buchpreisbindungsgesetz) por el Parlamento alemán en 2002 para garantizar la diversidad editorial y librera. "El precio único del libro es la causante de que en Alemania se tenga un conocimiento más amplio de la literatura extranjera que en los países donde no se ha introducido", señala Wagenbach.

Sin duda se traduce mucho en Alemania. En la feria fueron presentados un total de 100 mil nuevos títulos este año, la mayoría de autores extranjeros. En Gran Bretaña, donde esta regulación no ha sido adoptada, han quebrado muchas librerías concentrándose la industria editorial se concentra en unas cuantas manos. "Suecia tampoco la ha introducido y en consecuencia los lectores están muy mal informados sobre la literatura italiana, por ejemplo, pues es complicado y costoso traducir literatura", afirma.

El empresario explica que habiendo un precio fijo en las librerías el editor tiene la posibilidad de fijar también sus precios y, en caso de que los libros se vendan bien, aumentarlos en 50 centavos o un euro para financiar la edición de obras fuera de lo común o de tiraje muy pequeño. Las librerías, por su parte, pueden dejar en los estantes los libros especiales, como de poesía, hasta que llegue el lector que los busca.

"Si abandonáramos el precio único del libro sólo se venderían textos de consumo, no tendríamos la diversidad editorial ni literaria que tenemos", afirma categórico. Esta ley existe también para los medicamentos y ambas son defendidas como un derecho básico de la población, semejantes a la educación y la salud.

Cuando se entera Wagenbach de que en México el presidente Vicente Fox acaba de rechazar una iniciativa para introducir el precio único del libro, responde con una palabra: ¡Fehlentscheidung! "Una decisión equivocada", dice. Pero añade en tono amable: "no quiero ser grosero con el señor presidente de México, pero sí le digo cortésmente, es una decisión equivocada".

México, un "Estado editor"

En otro pabellón, junto con editoriales latinoamericanas y españolas, se encuentra el local de México. Diez editoriales comparten un amplio espacio donde sólo faltan los visitantes. Jorge Chinchurreta Izaguirre, de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, subraya que la feria es cita obligada para los editores mexicanos, pues ahí se renuevan contactos y se negocian la compra y venta de derechos. Sin embargo Chinchurreta se queja de que el gobierno considere el libro algo superfluo. "La cultura no es prioritaria", afirma.

"Nos cuesta trabajo a las casas editoriales en México constatar que en países como España la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) tiene una cantidad de apoyos impresionante, mientras en nuestro país tenemos a un Estado editor", exclama.

El también coordinador del Centro de Promoción del Libro Mexicano sostiene que el Fondo de Cultura Económica cuenta con recursos del gobierno y aunque edite obras interesantes supone una competencia desleal a editoriales pequeñas y medianas que subsisten por amor a los libros, pero cuya actividad es una "aventura".

India, país de contrastes

Breve visita al pabellón de la India, invitado de honor de la 58 edición de la Feria del Libro de Francfort. Una sinfonía de idiomas y una muestra de su ancestral cultura prometía el subcontinente que se presenta en Francfort como una potencia pujante y moderna, pese a la aterradora faz de miseria en la que viven millones de sus habitantes. El país, cuyo territorio es tres veces más grande que Europa, cuenta con 24 idiomas oficiales, que son presentados en islas visuales y auditivas.

Desde el hindi, la lengua dominante, hasta el sánscrito védico, lenguaje ceremonial equivalente al latín en Occidente, pasando por el brahmi, el bengalí, el kachmiri y el urdu. Algunos emulan figuras geométricas, otros revelan su influencia del alfabeto árabe, que se remonta a la presencia persa y árabe en India. Pero a diferencia del árabe, que se escribe de derecha a izquierda por ser un pueblo adorador de la luna, el alfabeto indio se escribe de izquierda a derecha, pues eran adoradores del sol.

No son los libros de Salman Rushdie ni el Kamasutra lo que ocupa los estantes del pabellón, sino una nueva generación de escritores cuya obra ha sido traducida para darla a conocer en el mercado alemán. Veinticinco nuevos títulos provienen de este país de autores como Altaf Tyrewala, Samit Basu, Suketu Mehta, Vikram Chandra y Kiran Nagarkar, entre otros. No podía faltar Shashi Tharoor, escritor y hasta hace poco candidato para suceder a Kofi Annan en el puesto de secretario general de Naciones Unidas.

La cita librera, que terminó este domingo, cerró con la entrega del Premio de la Paz de los Libreros Alemanes al ensayista y sociólogo alemán Wolf Lepenies.

 
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