Usted está aquí: sábado 7 de octubre de 2006 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

Subjetividades bancarias

Rendimientos miserables; intereses descomunales

90% de los activos, en manos de extranjeros

Las rebanadas del pastel:

La clientela que las paga sostienen exactamente lo contrario, pero el presidente de la Asociación de Bancos de (en) México, Marcos Martínez Gavica, asegura que son "subjetivas" las criticas que formulan consumidores y ciertos funcionarios "arrepentidos" por las descomunales comisiones y tasas de interés que cobran las instituciones agrupadas en dicho organismo.

Pues bien, el "subjetivismo" que tanto desagrada al representante de los barones financieros se traduce -sólo en el sexenio del "cambio"- en alrededor de 160 mil millones de pesos por concepto de comisiones netas, cerca de 320 mil millones por margen financiero y más de 170 mil millones de utilidades netas, montos estratosféricos que totalizan algo así como 60 mil millones de dólares en seis años, que han salido de los bolsillos de la desprotegida clientela para ingresar a las arcas de la banca que opera en el país.

Sin duda ha sido un "subjetivismo" brutalmente oneroso para los consumidores de servicios bancarios en el país, por mucho que los barones financieros se rasguen las vestiduras diciendo lo contrario. La banca que opera en el país cobra comisión por absolutamente todo, más lo que se le ocurra en el transcurso de la próxima semana. Los rendimientos que cubre a los ahorradores son miserables (pérdida garantizada porque son menores a la inflación), mientras las tasas de interés que cobra a la clientela son 15 veces mayores (con CAT) a la inflación.

Dice Martínez Gavica que "la banca inició una progresiva reducción de tasas de comisiones, pero debe de aplicarse un costo", pero de plano se les pasó la mano. A saber dónde está la reducción progresiva, pero lo cierto es que los reportes oficiales sobre los resultados de la banca revelan un creciente peso específico de las comisiones en la composición de las utilidades netas. Y van por más.

Diversos organismos nacionales e internacionales han subrayado que México es el paraíso para la banca extranjera. Lo es en utilidades, margen financiero, comisiones, bondades fiscales y demás gracias. En América Latina, este es el país cuyos gobiernos han abierto más puertas al capital financiero trasnacional, hasta convertirlo en amo y señor (90 por ciento del sistema bancario). ¿A cambio de qué? Lo mejor del caso es que las autoridades financieras aseguraban que "el sistema de pagos, y éste es un compromiso, quedará en manos de mexicanos", y lo decían cuando ellas mismas promovieron la apertura de puertas.

Más allá de la "subjetividad" de la clientela mexicana y de cierto gobernador del Banco de México, que un pasado no lejano fue el promotor de la llegada masiva del capital financiero trasnacional, organismos internacionales como el Banco Mundial y la Cepal han subrayado los escasos beneficios que dicho capital ha traído para el país.

Uno de ellos, el Banco Interamericano de Desarrollo, "subjetivista" puro, señala que al momento de la reprivatización bancaria en México "se dejó en claro que los bancos extranjeros sólo podrían desempeñar un papel secundario en el sistema bancario mexicano. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte estipulaba que ningún banco extranjero podría tener una participación mayoritaria en ningún banco mexicano con una participación en el mercado superior a 1.5 por ciento".

Sin embargo, el manejo de la privatización bancaria (que encabezó y coordinó Guillermo Ortiz, hoy en el Banco de México) "fue poco satisfactorio: no se tomó en cuenta la experiencia bancaria de los inversores y el único objetivo fue la maximización de las recaudaciones de la reprivatización. En poco tiempo, las condiciones empeoraron y los dueños de los bancos privatizados que no podían recuperar su inversión inicial comenzaron a involucrarse en actividades riesgosas, y luego a saquear el capital del banco por medio de préstamos relacionados. Es decir, los banqueros comenzaron a otorgarse préstamos a sí mismos o a sus familiares o socios".

El gran costo fiscal del rescate y la necesidad de encontrar fondos para recapitalizar el sistema bancario "obligó" al gobierno mexicano a abandonar su política de represión financiera y a permitir la entrada de inversionistas extranjeros en el sistema bancario. A principios de 1997, los bancos extranjeros controlaban menos de 10 por ciento del total de los activos bancarios. La cifra escaló a 14 por ciento en marzo de 1997, 50 por ciento a finales de 2000, 70 por ciento al cierre de 2003, y para 2006 la proporción se incrementó a 90 por ciento.

En la actualidad, los tres bancos mexicanos más grandes son completamente controlados por instituciones extranjeras. Bancomer por BBVA; Banamex por Citibank y el que fuera Bital por HSBC. Existe cierta evidencia de que la entrada de bancos extranjeros al mercado mexicano se tradujo en un aumento de la eficiencia y en una menor proporción de cartera vencida, pero "los márgenes de intermediación suelen ser altos, y los bancos tienden a otorgar pocos préstamos y mantener la mayor parte de sus activos en valores. De hecho, la situación parece haberse deteriorado. En 1998, 72 por ciento de los activos bancarios eran préstamos; para 2003, la proporción de préstamos había disminuido a 56 por ciento" y para 2006 es menor a 50 por ciento.

Eso sí, todo lo anterior es "subjetivo".

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