Usted está aquí: viernes 6 de octubre de 2006 Mundo Sepulta la comunidad amish a cuatro de las cinco niñas asesinadas en escuela de EU

Dolor, sin rencor, de los protestantes anabaptistas que rechazan la modernidad

Sepulta la comunidad amish a cuatro de las cinco niñas asesinadas en escuela de EU

AFP Y REUTERS

Ampliar la imagen El funeral amish en Nickel Mines, para dar sepultura a cuatro de las niñas asesinadas Foto: Ap

Nickel Mines, 5 de octubre. Los amish -comunidad protestante pacífica que cultiva un modo de vida simple y austero- sepultaron hoy discretamente a cuatro de las cinco niñas asesinadas el pasado lunes en una escuela, en medio del dolor, aunque sin rencor, y con el temor de que su forma de vida rural esté cediendo ante la modernidad.

Cientos de creyentes amish llegaron a pie y en 37 calesas tiradas por caballos, y se reunieron para dar el último adiós a Naomi Rose Ebersole, de siete años; Marian Fisher, de 13; Mary Liz Miller, de ocho, y su hermana Lena, de siete años.

El entierro de la quinta niña asesinada, Anna Mae Stoltzfus, de 12 años, está previsto para el viernes. Y las lágrimas probablemente no cesen, ya que la prensa indicó que a una de las cinco niñas que estaban con heridas graves se le quitó el respirador artificial en el hospital y fue trasladada a su espartano hogar para que falleciera allí.

Las ceremonias se desarrollaron en la intimidad de la comunidad, que rechaza la tecnología y el mundo moderno; la policía mantuvo lejos a la prensa y los curiosos. Se prohibieron los sobrevuelos con helicópteros y las carreteras del lugar fueron cerradas.

Cada niña fue enterrada en un sencillo ataúd de pino, sin objetos metálicos, en concordancia con la creencia amish de que los restos humanos deben volver a la tierra.

Para cada víctima, todas con sencillos vestidos blancos en ataúdes abiertos, se organizaron oraciones en las casas familiares, seguidas de procesiones en calesas hasta el cementerio, contó Rita Rhodes, partera local que estuvo en el nacimiento de dos de las víctimas. Frente a una casa, un cartel rezaba: "Nuestros pensamientos y nuestras oraciones para todas las familias".

Los amish -protestantes anabaptistas que viven recluidos del mundo moderno, sin electricidad, ni autos, ni medios de comunicación, y que hablan un dialecto alemán- no tienen iglesias. Para practicar su religión se reúnen en grupos de 20 familias, por turnos, para leer la Biblia y rezar.

El lunes, Charles Roberts, un camionero repartidor de leche de 32 años, padre de tres hijos, que vivía en la región aunque no integraba la comunidad, ingresó armado en la pequeña escuela de Nickel Mines, de una sola habitación, en medio del campo.

Después de sacar a los niños y adultos, ató a una decena de niñas, de seis a 13 años, contra el pizarrón. Cuando la policía llegó, disparó contra los rehenes y se suicidó. Cuatro niñas fallecieron, otras seis resultaron heridas de gravedad, una de las cuales murió el martes al serle retirado el respirador.

Leroy Zook, padre de dos sobrevivientes, contó al diario The New York Times que las niñas dialogaron con su asesino y que la mayor había ofrecido su vida a cambio de la liberación de sus compañeras.

"Hablaron con él y le preguntaron por qué actuaba así", relató. "Y él les dijo por qué: estaba enojado con Dios. Les dijo que debían rezar por él para que no lo hiciera". Añadió que la mayor de las niñas, de 13 años, había suplicado al asesino: "Mátame a mí y deja a las otras tranquilas".

Según la policía, Charles Roberts planeaba además abusar sexualmente de ellas.

Pero las familias de las pequeñas víctimas no han mostrado hasta ahora espíritu de venganza o cólera. Algunas agradecieron a Dios que el asesino se haya suicidado y que no haya matado a todas sus rehenes.

Los amish, que utilizan vestimenta a la usanza del campo europeo del siglo XVII, son considerados los estadunidenses más pacifistas. El perdón es un principio fundador de su movimiento protestante. Tratar a sus vecinos como a uno mismo, no pelearse, no resistir, están entre sus valores.

Señal de ello, Zook contó al Times que estrechó la mano del suegro del asesino. "Creo que esto ayuda a reunir a las personas, y ver que no hay rencor" hacia el asesino, dijo. "¿Cómo se puede tener rencor hacia su esposa, su familia?"

Más aún, los parientes de las víctimas le dijeron a la partera Rita Rhodes que las pequeñas demostraron valentía en la sala de clases y que los padres estaban aliviados porque no fueron abusadas sexualmente. "Ellas sabían que les iba a disparar, y nadie rogó porque no lo hiciera", señaló.

Pero tal vez la tragedia implique pérdida de confianza entre los amish y el mundo moderno, especialmente para los más jóvenes. Un hombre de 34 años contó al Times que luego del ataque tuvo que pedirle a una periodista que había estacionado su automóvil cerca de una escuela que se alejara porque su presencia asustaba a los niños.

La comunidad amish tiene 50 mil miembros en Pensilvania, de los 200 mil repartidos en una veintena de estados del país. En este contexto, el legislador republicano por Winsonsin, Frank Lasee, propuso proveer de armas a maestros y otros empleados de las escuelas para protegerse en caso de nuevos ataques.

 
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