Usted está aquí: martes 3 de octubre de 2006 Ciencias El papel de la ciencia en México

Javier Flores

El papel de la ciencia en México

Actualmente se discute sobre el rumbo que debe tomar la ciencia. Esto tiene que ver con el momento político que se vive. No es exagerado afirmar que el futuro de México depende del curso que tome la política de ciencia y tecnología en los próximos años. Pero hay que abandonar los lugares comunes. Predomina la idea de que la creación de conocimientos está ligada exclusiva y directamente a la economía. Esto no es totalmente cierto, no es su única función. Si se evalúa la magnitud de la vinculación con la industria, se observa que en nuestro país es todavía muy limitada, aunque no por culpa de los científicos, sino por la ausencia de los capitales privados, quienes hasta ahora, objetivamente, no han requerido de estas áreas para enriquecerse. Hay que dejar perfectamente claro que la falta de vinculación no es responsabilidad de la ciencia, pues para bailar tango se necesitan dos.

Pero se equivocan quienes piensan que ésta es la única función de la ciencia y la tecnología en México. Si se revisa la historia, queda claro que el incremento de la esperanza de vida al nacer y la infraestructura con la que cuenta el país no podrían explicarse sin el concurso de nuestros científicos y tecnólogos. Por ejemplo, la introducción de vacunas para erradicar enfermedades como la viruela o la rabia, o la nacionalización del petróleo, para poner sólo unos casos, serían impensables sin la participación de nuestros expertos (esto muestra que históricamente la ciencia no ha eludido enfrentar los problemas nacionales). No hay que olvidar, además, las constantes contribuciones de los físicos, astrónomos, médicos, biólogos, ingenieros, entre otros especialistas nuestros, al conocimiento universal, lo que significa que tiene un incalculable valor como parte de la cultura nacional.

A pesar de su escaso número, los científicos y tecnólogos mexicanos tienen un nivel comparable al de sus colegas en las naciones más desarrolladas del planeta. Y han jugado y juegan un papel muy importante en la educación. Han contribuido de manera destacada en la edificación de las universidades, de nuestro sistema de ciencia y tecnología, y de instituciones en otros campos, como el de la salud. Contribuyen así en la formación de nuestros cuadros profesionales en el nivel superior y de especialistas, maestros y doctores en el nivel de posgrado. Mas su participación no queda ahí: siempre que se les ha convocado, participan de manera activa y entusiasta para garantizar una educación científica y de alta calidad en todos los niveles.

En México se cultivan prácticamente todos los campos del conocimiento. La vinculación de nuestros científicos con sus colegas e instituciones en el extranjero permite que se exprese una función de la que se habla muy poco: su papel de "ventana", que nos permite como nación estar al tanto de los avances que se producen en el conocimiento en todo el planeta; nos advierten de riesgos (como los derivados del calentamiento global o epidemias potenciales) y nos informan también sobre oportunidades que podemos aprovechar, como los descubrimientos sobre nuevos tratamientos para las enfermedades. Todo esto ocurre en tiempo real.

Una función adicional es que el conocimiento que se desarrolla en México nos ayuda como sociedad a tomar decisiones sobre una base científica en todas las áreas del quehacer nacional. La asesoría de científicos y tecnólogos permite el análisis riguroso de los problemas que enfrentamos y la selección de las soluciones más pertinentes a partir de bases racionales. Como ejemplo se pueden citar algunas políticas emprendidas en el campo de la salud que nos han posibilitado hacer a un lado la ignorancia y demostrar, con rigor científico, la utilidad de algunos tratamientos que han salvado la vida a miles de mujeres. Si se recurriera más a estas consultas, dejaríamos de dar palos de ciego.

Finalmente, debido a lo pequeño de la comunidad científica, se han desarrollado mecanismos de amplificación que hacen posible llevar el conocimiento científico a la población en general. Esta función, conocida como difusión de la ciencia (para algunos divulgación), debe formar parte importante de las políticas de ciencia y tecnología, pues conducida de manera profesional permite llegar a todos los sectores de la sociedad, independientemente de las clases sociales.

En un país con tantas carencias en materia educativa, la difusión de la ciencia constituye una modalidad de educación no formal que reciben los niños y niñas, amas de casa, trabajadores del campo y la ciudad. Por medio de un lenguaje llano y coloquial pueden estar informados de los avances científicos en México y todo el mundo, puede afianzarse en ellos una forma de pensamiento racional que convierte a los mexicanos en ciudadanos del siglo XXI. Facilita la toma de decisiones haciendo a un lado las supercherías. Posibilita el mejor cuidado propio y de los hijos, por lo que aumenta la calidad de vida, y los convierte en ciudadanos más exigentes con sus autoridades... Quizá por eso se obstaculiza el avance de la ciencia y la tecnología en México.

 
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