Usted está aquí: lunes 2 de octubre de 2006 Opinión Yucatán: una democracia bárbara

Enrique Montalvo Ortega

Yucatán: una democracia bárbara

El PAN representa sin duda alguna -y sólo los zafios o los desequilibrados podrían negarlo- a un sector de la clase dirigente de la sociedad mexicana (...) comparte el ejercicio del poder en las formas más variadas e inaparentes, a través de los negocios, de las instituciones financieras, de las maquinaciones bursátiles, bien sea por los procedimientos de la entente cordiale o de la lucha más o menos encubierta cuyos resultados son siempre las 'transacciones honorables' y los 'pactos entre caballeros'." Estas palabras de José Revueltas son una verdad de a kilo en la actualidad y lo ha sido, contra lo que muchos piensan, desde hace décadas. Fueron publicadas por José Revueltas en 1958, hace casi 50 años, y retratan certeramente lo que está sucediendo en la actualidad. Si queremos entender la crisis -ojalá que terminal- de nuestro corrupto sistema político haríamos bien en leer a José Revueltas. En particular el libro del cual extraje la citada frase, titulado México, una democracia bárbara.

Y continúa el célebre novelista: "El PAN representa a los sectores económicos cuyo trabajo es menos 'fecundo y creador' en la vida del país. Son los sectores del capital bancario y comercial, del capital inmobiliario y del que vive y medra a la sombra de la importación, y que tiene al prototipo físico de sus representantes en el 'licenciado' cuya aparición histórica en el país data de la colonia y la Universidad Pontificia".

Como gran novelista, Revueltas anticipa el retrato de personajes tan siniestros de nuestro folclor político contemporáneo, como Fernández de Cevallos y Francisco Paoli, ambos defensores de oficio de banqueros especuladores y articuladores del megafraude del Fobaproa-IPAB.

Viene a cuento esta introducción porque en Yucatán, uno de los sitios donde el PAN ha asentado sus reales con más fuerza, vemos ahora cómo la profética caracterización de Revueltas se cumple al pie de la letra. PRI y PAN se unen en ese engendro que algunos han llamado PRIAN y otros Prianal. Así, el pasado 19 de septiembre vimos la honorable transacción, el pacto entre el caballero Federico Granja y el caballero Benito Rosel, líderes del PRI y el PAN en el Congreso local, para aprobar el endeudamiento por 300 millones del gobierno del estado de Yucatán, buena parte del cual muy probablemente se destine a aceitar la maquinaria clientelar, heredada de Cervera Pacheco, en las próximas elecciones estatales. De esta manera la deuda pública directa, que era de 15 millones 750 mil pesos al entrar el PAN y ascendía a 571 millones al concluir 2005 (según artículo de Rolando Bello en diario Por Esto, 20/9/06), llegará a 871 millones.

A propósito de este pacto el novelista, que a estas alturas deberíamos llamar también profeta, nos recuerda que la familia revolucionaria (en estos tiempos el calificativo provoca risa) "es realista, tiene los pies asentados firmemente en la tierra y si no cree en los postulados del PAN, está dispuesta -y lo ha demostrado, por ejemplo, bajo el gobierno de Alemán- a proceder como si creyera en ellos, en cuanto las circunstancias la empujan -un poco, no mucho- en ese sentido". Basta sustituir en este párrafo a Alemán por Fox para que la frase resulte exacta para hoy.

Pues bien, a lo largo del sexenio del desgobernador Patricio Patrón Laviada hemos visto cómo en Yucatán el PRI se ha apresurado a dejar en claro que con un pequeño empujoncito es capaz de creer en Acción Nacional y convertirse en su mejor puntal.

Próximamente habrá elecciones en Yucatán. Algunos priístas más o menos desencantados de su partido anunciaron que buscarían alianzas con el PRD. Ya se escuchaban rumores entre algunos perredistas de que aceptarían gustosos, cuando la delegada de este partido en Yucatán dejó claro que definitivamente la línea nacional no permitiría alianzas.

En el ámbito nacional el PRD se ha visto rebasado por el movimiento y la lucha social que se han desencadenado a raíz del fraude electoral. Sería el momento para que los dirigentes del sol amarillo en Yucatán se colocaran a la altura de las circunstancias. Esto es, que se decidieran a construir una alternativa sólida, fundada, en primer lugar, en una autocrítica sobre el triste papel que jugaron en las elecciones pasadas, al encumbrar al panismo como alternativa al cerverismo. Valiente cambio, que la derecha católica y con aires monárquicos sustituyera a la derecha falsamente nacionalista.

Pero sobre todo se requiere una propuesta política que evidencie ante la sociedad los desastrosos resultados de los sucesivos gobiernos del PRI y el PAN, que exhiba sus complicidades y muestre hacia dónde nos conducen. Es urgente dejar en claro que son dos caras del mismo conservadurismo, dos modalidades de la derecha. El PRI y el PAN responden a distintos grupos de la oligarquía y por consiguiente están comprometidos con políticas contrarias a la sociedad. Por lo tanto son incapaces de resolver los problemas fundamentales: empleo, salud, distribución del ingreso, preservación del medio ambiente, honestidad, etcétera.

La situación no podría pintarse mejor para reconstruir la identidad de un partido confiable, de izquierda, combativo y capaz de encaminar las causas sociales, y, por supuesto, recoger y expandir los frutos del avance logrado en las elecciones federales del 2 de julio para dar la batalla electoral por una auténtica transformación. Para contribuir a salir de la democracia cada vez más bárbara en que nos ha sumido la "alternancia".

 
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