Usted está aquí: viernes 29 de septiembre de 2006 Opinión La revolución (esperanza) que Chiapas necesita

Jaime Martínez VEloz/ II y última

La revolución (esperanza) que Chiapas necesita

La ratificación que hizo el Tribunal Estatal Electoral del triunfo de Juan Sabines constituye un avance en el largo camino de consolidación democrática de Chiapas. No se avizoran en el horizonte elementos que pudieran distorsionar la voluntad chiapaneca. El delegado del PRI en la entidad todavía espera que "su jefe", el yunquero de apellido Espino, le mande "los melones" prometidos. Uno y otro no sólo perdieron, sino que hicieron el ridículo de su vida. A muchas voces de sus partidos les avergüenza la conducta de dichos personajes.

La política es de "días largos y años cortos", dicen los que saben. El combate a la pobreza y la reconciliación social en Chiapas reclaman acciones urgentes y eficientes del Estado Mexicano.

El fortalecimiento de las instituciones en esa entidad pasa por la incorporación comunitaria a la toma de decisiones. El pueblo como sujeto, no como objeto; gente como actor, no mero espectador. Lo que pase o deje de pasar en Chiapas, no es obra del gobernante en turno, sino del trabajo colectivo, respetuoso y responsable entre Estado y sociedad, entre los tres poderes y los tres órdenes de gobierno. Cada quien su parte, cada quien su responsabilidad.

Todo ello requiere un nuevo diseño institucional; lo importante no sólo son mayores recursos financieros para atender los lacerantes rezagos sociales, sino, sobre todo, la incorporación masiva de la sociedad hacia un proyecto de gobierno, que lo sienta y lo haga suyo. Un proyecto diseñado con el concurso de todas las fuerzas, organizaciones, partidos y ciudadanos del estado. Un proyecto surgido de abajo, que se constituya en el eje de trabajo de las instituciones y la sociedad chiapaneca. Un proyecto que sea una guía para el trabajo, no un documento de colección que se empolve en los libreros de las dependencias públicas. Un proyecto que recoja las inquietudes, los reclamos, las demandas y los sueños chiapanecos, sin menoscabo de atender de inmediato los déficit que avergüenzan y laceran la vida cotidiana y el futuro de Chiapas.

El analfabetismo debe ser combatido desde el primer día del próximo gobierno; erradicarlo debe ser prioridad impostergable. En este renglón no puede haber mezquindad de ningún sector u organización social y política. La eficacia para combatir este flagelo la han demostrado países y estados hermanos, con diseños y métodos sencillos, coherentes, alejados de poses y dogmatismos. Para ello se requiere una cruzada estatal a la que se incorporen todos los sectores de la sociedad chiapaneca.

La plena libertad de Chiapas podrá ejercerse a plenitud cuando todo chiapaneco sepa leer y escribir. Esto, que parece tan sencillo, no ha podido ser combatido hasta ahora. Sin embargo, las condiciones, sin ser las óptimas, existen y pueden potenciarse en la medida que esta acción se convierta en prioridad de la acción gubernamental. Está claro que los procedimientos utilizados hasta hoy para enfrentar este flagelo han sido insustanciales, quizá bien intencionados, pero con resultados poco eficaces.

Atender la desnutrición infantil y la salud principalmente de los sectores con mayor vulnerabilidad, el acceso a una vivienda digna, y todas las necesidades de la población, pasan por el diseño de un esquema que desburocratice los programas sociales del estado, diseñados con normatividades engorrosas que trastocan los procesos sociales comunitarios, los cuales están ajenos al control de los mismos, dado han sido concebidos con una visión asistencial y patrimonialista. Mientras la gente no participe en la conducción, planeación, ejecución, supervisión y seguimiento de los programas sociales, éstos no dejarán de ser simples acciones gubernamentales cortoplacistas y desarticuladas.

Estos y muchos retos esperan a Juan Sabines, quien, estoy convencido, tendrá la capacidad para responder las expectativas de esta nueva etapa de la realidad chiapaneca. Caminar por el hilo delgado de combatir los grandes flagelos y la reconciliación social requiere la mejor de las habilidades y la mayor de las sensibilidades, que hasta hoy ha demostrado tener el gobernador electo. Construir un estado democrático y abatir los grandes rezagos sociales serán los ejes la próxima administración chiapaneca.

La situación no es ni será sencilla, porque la reconciliación tampoco será pretexto para exculpar a paramilitares o quienes cometieron abusos y acciones criminales. La Ley para el Diálogo, la Conciliación y la Paz Digna en Chiapas es la garantía de evitar acciones que lastimen la gobernabilidad, así como el respeto al trabajo y el esfuerzo de las juntas de buen gobierno del EZLN constituirán factores de estabilidad en el complejo escenario chiapaneco. Aunque el tema de la negociación del levantamiento armado es un asunto donde las partes en conflicto son el gobierno federal y el EZLN, mucho ayudará la coadyuvancia de un gobierno sensible y respetuoso, sobre todo cuando las causas que dieron origen al conflicto prevalecen a lo largo y ancho del país.

Los logros que ha alcanzado Chiapas no son pocos, pero lo que falta es mucho mayor, por lo que será necesario poner manos a la obra de inmediato o, como dice Sabines: "hechos, no palabras", porque la revolución que Chiapas necesita es "la revolución de la esperanza", que abarque todos los ámbitos de la realidad estatal, desde los sociales, los políticos, hasta los culturales. Sólo así Chiapas será verdaderamente libre y enterrará para siempre la tentación de las armas. De ese tamaño es el reto.

www.loscaminosdechiapas.org

www.coahuilarebelde.org

www.bajacaliforniarebelde.org

 
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