Usted está aquí: miércoles 27 de septiembre de 2006 Mundo Lula, 15 puntos adelante en intención del voto pese a la campaña del miedo

El tema de la corrupción en el gobierno de Brasil, en el centro de las campañas

Lula, 15 puntos adelante en intención del voto pese a la campaña del miedo

La ofensiva contra el presidente, con acusaciones de que es populista y está rodeado de sinvergüenzas

Cerca de 50 por ciento negativa, la información sobre el mandatario en los medios de comunicación

LUIS HERNANDEZ NAVARRO ENVIADO

Ampliar la imagen Lula y el vicepresidente José Alencar, de campaña en Porto Alegre Foto: Ap

Sao Paulo, 26 de septiembre. Una ironía atraviesa la contienda por la presidencia de Brasil. A pesar de que los más importantes medios y canales de televisión han difundido información negativa contra Luiz Inacio Lula da Silva, el candidato del Partido de los Trabajadores aventaja a su más cercano competidor por más de 14 puntos de diferencia. La agresiva campaña de prensa contra el mandatario parece haber hecho muy poca mella entre los votantes.

Según el estudio realizado por el Observatorio Brasileño de los Medios sobre la cobertura que los cinco principales diarios y las dos más importantes revistas le han dado a la campaña electoral de los cuatro candidatos presidenciales desde el 6 julio -fecha del inicio del periodo electoral-, la información que se difunde sobre Lula es negativa en 47.41 por ciento de los casos, y positiva en 31.2 por ciento de las ocasiones.

En cambio, esta tendencia se invierte con el candidato del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), Geraldo Alckmin, principal adversario del petista, quien obtuvo una cobertura positiva de su imagen en 47.41 por ciento de las veces en que los medios escritos hablaron sobre él, contra 31.42 por ciento de referencias negativas.

La ofensiva en contra del mandatario brasileño ha tenido varios flancos. Uno de ellos es acusarlo de populista. Curiosamente, la imagen forjada sobre Lula por algunos formadores de opinión pública en medios de comunicación europeos y estadunidenses como un político de izquierda responsable con las políticas macroeconómicas, completamente opuesto a Hugo Chávez, desapareció en Brasil durante la campaña electoral, para hacer de Lula el nuevo representante del populismo.

En una carta divulgada en el Día de la Independencia dirigida a los electores del PSDB, el ex presidente Fernando Henrique Cardoso llamó a "rechazar todas las formas de populismo" y criticó el programa Bolsa Familia y la reforma agraria en marcha por crear clientelas electorales en favor del candidato del PT.

Otro de los blancos favoritos para disparar contra el petista es la penetración que tiene entre los sectores menos favorecidos del país. Parte muy importante de los medios han resucitado, según el ministro de Relaciones Institucionales, Tarso Gendro, la "Fórmula Pelé", según la cual el pueblo no sabe votar. La intención de los más pobres de la población de sufragar por Lula ha sido descalificada en la prensa con el argumento de la ignorancia y la desinformación del Brasil de abajo.

Los sectores acomodados, inconformes con la redistribución de la renta emprendida por el gobierno, lamentan que la plebe ignore la enorme amenaza que para el país supone la corrupción presente en el gobierno petista. El mandatario ha señalado que esos ataques a los menos favorecidos provienen de quienes saben que quienes tienen menos ingresos van a votar por él. "Para mí -dijo Lula- nada hay más sagrado que llevar comida a la mesa de los pobres."

Tendencia irreversible

Ciertamente, la intención de voto en favor de Lula es mucho mayor entre quienes tienen menos ingresos que en los sectores más privilegiados. Según encuesta de Datafolha citada por Carta Maior, las simpatías por el candidato del PT entre quienes obtienen menos de dos salarios mínimos es de 57 por ciento, pero entre las familias que ganan más de 10 salarios mínimos alcanza apenas 10 por ciento.

Esta tendencia se invierte en el caso de la candidatura de Alckmin. Sólo 24 por ciento de quienes obtienen menos de dos salarios mínimos lo apoyan, pero, en cambio, cuenta con 42 por ciento de las familias con ingresos superiores a 10 salarios mínimos.

Consciente de ello, Lula señaló el pasado 25 de septiembre, en el cierre de campaña en Sorocaba, que la contienda electoral no es una competencia de un candidato contra otro sino "una campaña del pueblo trabajador contra una elite aristocrática que manda desde que Cabral llegó aquí."

Sin embargo, el tema de la corrupción de la administración Lula se ha colocado en el centro del debate político de las campañas. En 2005 estalló el primer escándalo sobre este tema, cuando se difundió que dentro del gobierno y con su cobertura se había tejido una amplia red de corrupción destinada a aprobar varias reformas legislativas y a preparar condiciones favorables para ganar las elecciones de 2006.

Se hizo evidente que partidos y legisladores de oposición recibían sobornos y que se transfería dinero de programas gubernamentales para financiar actividades electorales. Altos dirigentes del PT y varios de sus operadores políticos debieron renunciar a sus puestos por ello. La idea de la supremacía ética del partido de Lula quedó hecha añicos.

El reciente descubrimiento de que importantes funcionarios partidarios están involucrados en el intento de comprar ilegalmente un expediente con información sobre anomalías administrativas de sus adversarios políticos ha vuelto a poner en el corazón de la discusión entre los candidatos el asunto de la corrupción en este país sudamericano.

Sin embargo, la última encuesta elaborada por CNT/Sensus, dada a conocer este martes, muestra que sólo 3.2 por ciento de la población modificó su disposición de apoyar a Lula después de este escándalo. Este último sondeo ubica la intención de voto en favor del mandatario en 51.1 por ciento, 15 puntos arriba de la suma total de los puntos porcentuales alcanzados por todos los otros candidatos.

Por lo pronto, este jueves se librará una nueva batalla en los medios de comunicación. La influyente cadena televisiva O Globo ha convocado a un debate entre los cuatro candidatos presidenciales, y Lula no define aún si asistirá o no a un evento en el que él será el enemigo a vencer y el blanco principal de las críticas de los otros invitados. En caso de no participar en la mesa redonda, los organizadores han decidido que su silla vacía aparezca en pantalla.

El debate tiene importancia porque puede afectar la decisión final de unos 5 millones o 6 millones de personas que se sintieron defraudadas con los escándalos de 2005 pero que decidieron, a pesar de ello, votar por Lula en esta ocasión. Esa franja de votantes podría decidir si el candidato petista gana las elecciones en la primera vuelta por un margen suficiente de sufragios que haga innecesaria segundos comicios.

Si Lula asiste al debate sería la primera ocasión en la que un candidato puntero participa en un evento así en Brasil. Tradicionalmente quien va arriba en los sondeos no asiste a estas discusiones. Pero si no lo hace, corre el riesgo de que sus adversarios digan que su ausencia proviene del temor a las acusaciones de corrupción contra su gobierno y partido.

Existe el peligro, además, de que la cadena televisiva se sienta despechada y organice, a pocos días de los comicios del primero de octubre, una campaña contra él mucho más negativa de la que ha echado a andar hasta ahora.

El consorcio mediático ha sido, hasta el momento, relativamente cuidadoso con el petista, porque está en juego aún el futuro de la televisión digital, o, lo que es casi lo mismo, el futuro de la televisión brasileña. Pero esta relativa mesura se podría modificar si Lula no asiste al debate.

Sin embargo, para algunos lo peor podría estar todavía por llegar. Según ellos, la operación de medios de comunicación es sólo una pieza más del rompecabezas con que se busca descarrilar un posible triunfo del petista. Flávio Aguiar, editor de Carta Maior, sostiene que podría estar en marcha aquí una nueva forma de golpe de Estado inaugurada en Estados Unidos durante la primera elección de George W. Bush y el fraude electoral en Florida. Una maniobra en la que ya no se sacan tanques ni ejército a las calles, sino que se utiliza al poder judicial en contra de candidatos y mandatarios progresistas.

De acuerdo con Flávio, el tráfico de información contra la oposición puede ser utilizado para tratar de invalidar el triunfo del petista o para promover su destitución después de su triunfo. Cualquier similitud con el reciente proceso electoral mexicano es pura coincidencia.

 
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