Usted está aquí: miércoles 20 de septiembre de 2006 Sociedad y Justicia Alzheimer, un siglo de sobrevivir con el mal y sin esperanzas de cura

En el panorama de los investigadores no hay indicios de que se encuentre un remedio

Alzheimer, un siglo de sobrevivir con el mal y sin esperanzas de cura

ANGELES CRUZ MARTINEZ

Ampliar la imagen Personas mayores realizan ejercicio de rehabilitación en las instalaciones de la casa de asistencia social Alzheimer México Foto: José Carlo González

Un siglo ha transcurrido desde la primera descripción de la enfermedad de Alzheimer y apenas se conocen los trastornos que provoca: pérdida de las capacidades físicas, mentales y motoras y, eventualmente, la muerte de quien la padece. Una vez que aparece nada se puede hacer, salvo retrasar un poco el deterioro, y tampoco se puede prevenir.

Entre las enfermedades neurodegenerativas, la de Alzheimer entraña los mayores retos para la ciencia médica porque todavía se desconocen las causas que la originan y, por lo mismo, la posibilidad de cura ni siquiera está en el panorama de los investigadores. Alrededor de 15 millones de personas en el mundo padecen el también conocido como mal del olvido, y en México suman unos 350 mil los individuos afectados, para quienes hasta ahora son prácticamente inexistentes los servicios de apoyo que les faciliten el manejo del padecimiento.

De ahí que la mayoría de los enfermos sobrevive sin la asistencia especializada que les ayudaría a mantener el mayor tiempo posible sus capacidades, principalmente físicas.

Además, la demencia del tipo Alzheimer es de las que afectan con mayor severidad a la población de los estratos sociales más bajos. Así lo aseguró Luis Miguel Gutiérrez, jefe de siquiatría del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y de la Nutrición Salvador Zubirán.

El especialista refirió los resultados de la Encuesta Nacional sobre Envejecimiento realizada en México, según la cual, de entre una decena de demencias conocidas, el Alzheimer representa dos terceras partes del total.

Aunque afecta a todos los grupos sociales, la mitad de los pacientes carecen de escolaridad; 41.6 por ciento cursó de uno a seis años de educación y apenas 4.3 cuenta con más de siete años de estudios.

La misma encuesta detectó que 21 por ciento de los enfermos también padece diabetes, y 41.4 tienen como enfermedad asociada la hipertensión arterial.

Las investigaciones científicas no han podido descifrar el origen del Alzheimer; sin embargo, explicó Alejandro Miguel Jaimes, geriatra y especialista en el tratamiento del mal, lo que sí se sabe es cómo se manifiesta: la proteína beta amiloide "envuelve" a las neuronas e impide la comunicación electroquímica. Esta alteración, junto con el cambio que ocurre en el interior de las neuronas, en el citoesqueleto, y al nivel del núcleo donde se localiza el ADN, condicionan la pérdida de memoria reciente, es decir, el individuo olvida cuál fue su desayuno del día o no recuerda la fecha en que vive.

En estadios más avanzados, el paciente padece problemas de desorientación y de repente es incapaz de reconocer a alguno de los miembros de su familia. En esta etapa, resaltó el experto ,adscrito al Instituto Nacional de Ciencias Médicas y de la Nutrición, es cuando llegan la mayoría de los enfermos a solicitar ayuda profesional.

Por lo general, dijo, es un familiar quien refiere las alteraciones del paciente. En estos casos es casi clara la evidencia de que el individuo cursa con algún tipo de demencia. Por el contrario, cuando es el propio afectado quien detecta la existencia de alguna alteración en su memoria, es probable que se origine en un trastorno distinto al Alzheimer.

En 1906, el investigador alemán Alois Alzheimer describió por primera vez las alteraciones a nivel de la corteza cerebral que causan la pérdida de la memoria, los trastornos del conocimiento, la creciente apatía la vida familiar. Después, la dificultad para comunicarse, para vestirse o cambiarse la ropa. En las etapas más avanzadas, una persona con Alzheimer es incapaz de reconocer cuál es la llave del agua caliente y la del agua fría, con todo lo que esto implica para la familia.

Imposible la prevención

En la enfermedad de Alzheimer se previenen las complicaciones, no así el padecimiento. Con el conocimiento adquirido hasta ahora se sabe que el mal del olvido tiene un componente genético hereditario, lo que predispone a los familiares de un enfermo a desarrollar también la enfermedad.

Al ponderar el riesgo relativo de tener Alzheimer, Luis Miguel Gutiérrez comentó que éste es de uno cuando no existen antecedentes del padecimiento en la familia; sube a 2.5 cuando algún miembro lo ha padecido y a más de 7 si los afectados han sido dos o más parientes.

Una vez que se formula el diagnóstico, el médico puede determinar el nivel de daño cognoscitivo y conductual, para a partir de ahí plantear la estrategia que permita al paciente mantenerse independiente el mayor tiempo posible.

Así lo explica Alejandra Martínez, enfermera y geriatra de Alzheimer México, institución de asistencia privada, que cuenta con uno de los dos centros de día existentes en el Distrito Federal para el cuidado de los enfermos de Alzheimer: "humanamente nadie se puede hacer cargo de manera individual de un paciente. Se requiere una dedicación de 24 horas al día, y eso, implica un desgaste físico, emocional y económico".

 
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