Usted está aquí: martes 12 de septiembre de 2006 Opinión El tiempo en el sexo

Javier Flores

El tiempo en el sexo

Ampliar la imagen La ciencia y la medicina intervienen cada vez más en la sexualidad humana FOTORicardo Garibay

El viernes pasado se publicaron en la prestigiada revista médica Lancet los resultados de un estudio que muestran que se puede modificar, por medio de un fármaco, el tiempo en el que ocurre la emisión de semen durante una relación sexual. Una droga llamada dapoxetina puede retardar por varios minutos la eyaculación. Se trata de la primera sustancia creada específicamente con este fin.

La noticia resulta interesante, pues ilustra cómo la ciencia y la medicina intervienen cada vez más sobre una dimensión central en la sexualidad humana: el tiempo. Una de las modificaciones más importantes en este sentido ocurrió hace pocos años, cuando las fronteras temporales se rompieron con la introducción del sidenafil (principio activo del Viagra) y otras sustancias análogas, que han permitido prolongar la capacidad sexual de los hombres más allá de la edad en la que en condiciones naturales podían realizar el coito.

La dapotexina, probada clínicamente por el grupo que encabeza Jon Pryor, de la Universidad de Minnesota, actúa elevando los niveles de una sustancia producida normalmente en el organismo, la serotonina, un mediador químico en el sistema nervioso. De hecho actúa de manera semejante a algunos antidepresivos, que también mantienen a este neurotrasmisor en concentraciones altas, sólo que a diferencia de éstos, que muestran sus efectos sobre la eyaculación a largo plazo (lo que se considera un efecto secundario indeseable), la nueva droga actúa en el rango de una hora, es decir, ha sido creada pensando específicamente en su empleo previo al coito, para retardar el momento de la eyaculación.

Desde luego existe una importante justificación médica: contar con un tratamiento para la eyaculación precoz, que afecta a entre 21 y 33 por ciento de la población masculina y es considerada la más importante disfunción sexual en los hombres. Pero, como ocurre con otros logros farmacológicos, se suma a las herramientas creadas por la ciencia para la modificación del tiempo en un aspecto central de lo humano. Se ha documentado, por ejemplo, que medicamentos como Viagra, Cialis o Levitra son empleados por personas que, sin padecer de disfunción eréctil, los usan para incrementar su capacidad sexual.

El estudio realizado por Pryor y su equipo es de carácter multicéntrico y abarcó 121 localidades en Estados Unidos. Los participantes, que mantenían relaciones heterosexuales con parejas estables y fueron diagnosticados con eyaculación precoz, se dividieron en tres grupos: al primero se le administró placebo (una sustancia sin efectos biológicos) y a los dos restantes dapotexina en dosis de 30 y 60 miligramos, respectivamente

En los tres casos se encontró un aumento en el tiempo de la eyaculación, que antes de iniciarse el estudio era menor a un minuto. En el grupo que recibió placebo el tiempo se incrementó en 1.75 minutos, mientras el aumento fue de 2.78 y 3.32 para quienes recibieron 30 y 60 miligramos de la droga, respectivamente. El efecto placebo es difícil de interpretar, pero desde hace años es motivo de importantes estudios; en mi opinión, en este caso revela un fuerte componente sicológico en esta disfunción. Pero resultan muy claros los efectos de la dapotexina potenciados por la dosis empleada.

Un aspecto divertido, pero que introduce dudas sobre la precisión en las mediciones, es que en el trabajo citado el tiempo fue registrado mediante un cronómetro operado manualmente ¡por la pareja sexual de los sujetos en estudio! Lo que despierta nuestra admiración por su elevada capacidad de concentración.

De confirmarse estos resultados serían de gran importancia, pues aunque no se conocen con precisión los orígenes de esta condición, por un criterio puramente cuantitativo, la droga empleada llevaría a quienes presentan esta disfunción a los valores normales, pues de acuerdo con autores como Murat Gonem (J. Androl. 26 (5): 601-3, 2005), se consideraría como eyaculación prematura una latencia trasvaginal de menos de dos minutos.

Aunque el momento de la eyaculación no puede asociarse automáticamente con una sexualidad satisfactoria, mediante la manipulación farmacológica del tiempo se avanzaría hacia el control de aspectos como el placer propio y del otro (carencias que reportan quienes sufren la disfunción).

Si a esto se añade que el empleo de esteroides y el trasplante de tejido ovárico puede ampliar el deseo sexual en mujeres más allá de la menopausia, y que en el terreno reproductivo las fronteras también se han ensanchado, pues por medio de las tecnologías de reproducción asistida mujeres y hombres pueden aportar elementos biológicos en procesos reproductivos desde las etapas prembrionarias hasta la vejez (y aun después de la muerte), queda claro que estamos ante una transformación tremenda del tiempo humano inducida por el conocimiento científico, cuyos posibles significados ameritan una reflexión muy seria.

 
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