Usted está aquí: domingo 10 de septiembre de 2006 Opinión EL FORO

EL FORO

Carlos Bonfil

Iluminados por el fuego

CON UNA SOLIDA formación en el documental y una trayectoria que incluye aproximaciones a las figuras de Julio Cortázar y Eva Perón, así como reflexiones sobre la evolución política y económica de Argentina en las dos décadas recientes, Tristán Bauer es hoy un realizador polémico, una suerte de cronista comprometido con el rescate de la memoria histórica de su país. Iluminados por el fuego, su cinta más reciente, es, hasta el momento, la aproximación más completa y mejor dramatizada de la guerra de las Malvinas, islas de dominio británico, cuya soberanía intentó recuperar la dictadura argentina en 1982 en una guerra desigual que costó la vida a cientos de soldados casi inermes, derrotados de antemano por las inclemencias del tiempo, la soledad, el hambre y una engañosa noción de heroísmo, cuyo beneficiario único debía ser la elite castrense. Una guerra absurda entre Argentina y la potencia militar inglesa por unas islas inhóspitas, apenas habitadas: "el conflicto de dos calvos por un peine", según resumió Jorge Luis Borges.

EL GUION DEL propio Bauer, en colaboración con Miguel Bonasso y Gustavo Romero Borri, retoma lo esencial de un relato testimonial del periodista Edgardo Esteban, veterano de guerra. Un hombre taciturno, de pocas palabras, cercano a los 40 años de edad, recuerda su participación poco gloriosa en la guerra de las Malvinas. De frente al cuerpo vencido de su amigo Vargas, otro sobreviviente, que luego de largos periodos de depresión intenta suicidarse y acaba en un hospital en estado de coma, Esteban Leguizamón (Gastón Pauls) revive los días de la salida al frente, el entusiasmo de servir una causa considerada noble, las primeras confusiones y la pesadilla de la interminable espera del ataque enemigo, soportando la infame disciplina militar, la verborrea patriótica, con la creciente sospecha de la inutilidad y estafa que significa la aventura del dictador Galtieri.

TRISTAN BAUER ALTERNA esta gesta, del compañerismo y la desazón compartida, con el momento de la evocación al lado de la esposa del comatoso Vargas. La fuerza dramática del relato se concentra en los momentos de calidez afectiva en las trincheras y en las escenas de combate precisas, convincentes, rara vez escenificadas de tal modo en el cine latinoamericano. El registro de la gesta trágica, con adolescentes ateridos de frío en camino al despeñadero y jefes militares carentes de estrategia, venales por vocación o víctimas del autoengaño, da paso a las melancólicas expresiones de duelo de un Esteban ya maduro visitando el territorio de los vencedores, plagado de minas sin desactivar, con su largo cementerio marino y una fúnebre cerca de cruces conmemorativas.

EN ILUMINADOS POR el fuego el punto de vista es el de un joven de 18 años, quien registra para siempre su vivencia aterradora, como en Pelotón, de Oliver Stone, o en tantas otras derrotas morales, colectivas o personales que narra el cine bélico. A su cinta, Bauer le añade un tono justo de elegía que consigue eclipsar las evidentes limitaciones narrativas.

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