Usted está aquí: domingo 10 de septiembre de 2006 Opinión Diario de Guerra (electoral)

Diario de Guerra (electoral)

José Agustín Ortiz Pinchetti

Una restauración difícil

El dictamen del tribunal electoral que seguramente pasará al registro de la ignominia judicial, acredita intervenciones ilícitas del presidente Fox, debilidades del IFE, transgresiones de empresas privadas de un sindicato empresarial, una campaña de difamación y calumnia, numerosos abusos y delitos. A pesar de todas estas irregularidades, los magistrados llegan a la asombrosa conclusión de que estos hechos no influyeron para determinar la victoria de Calderón por una diferencia de medio punto.

La sentencia tiene una gran virtud: destruye nuestras ilusiones sobre el avance democrático de México. No hay duda que las cosas han salido mal y que la responsabilidad recae en el presidente Fox. Las instituciones electorales han quedado destruidas, como aceptan los mismos panistas. Los delitos electorales más graves, impunes. De nuevo funciona un cerco informativo que nos recuerda cómo administraba el gobierno en México el tema hace 20 o 30 años. El sistema que creímos abolido en el año 2000 sigue vivo con las mismas complicidades: la plutocracia, los sindicatos corruptos y el oligopolio en los medios de masas. La regla de oro del viejo sistema volvió a funcionar: el Presidente de la República decidió quién sería su sucesor y quién no podía ser.

Antes de las elecciones varios analistas se preocupaban porque, de llegar AMLO a la Presidencia, intentaría restaurar el presidencialismo aliándose al PRI. Hoy han de sentirse un poco incómodos. El PAN está negociando con los priístas para incluirlos en su gabinete y concertar una alianza legislativa. Volverá a funcionar la aplanadora.

Pero restaurar no es tan fácil. Felipe Calderón será un Ejecutivo débil que deberá pagar multitud de facturas y tendrá que adquirir nuevos compromisos para seguir operando. Sus recursos son escasos. Si mantiene la política conservadora, México no saldrá del estancamiento y de la desocupación. Si intenta una apertura populista, rompería con sus patrocinadores. No parece tener tamaño para una reforma auténtica en la redistribución del ingreso y la recuperación de una democracia que funcione. Sin esto, el país no podrá competir en el ambiente globalizado. Las fracturas, divisiones y pugnas por el poder ilegítimamente conquistado van a hacer muy difícil el control político. Calderón no tiene experiencia ni recursos para imponerlo.

Además tendrá que enfrentar el surgimiento de un movimiento progresista. Si AMLO tiene éxito en su convocatoria el 16 de septiembre, podrá fundarse un movimiento compuesto por miles de ciudadanos que despertaron con la campaña de 2006 y que representan los 15 millones que votaron por él. Es probable que se mantenga una alianza electoral y parlamentaria entre los partidos de la coalición. Se capitalizarían así las ganancias que tuvo la izquierda en la pasada campaña. Calderón tendrá que afrontar un adversario que no podrá ser reprimido ni cooptado en las actuales circunstancias. Es probable que una nueva fuerza política esté surgiendo en México para contrapesar a la alianza conservadora y derrotarla progresivamente.

[email protected]

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.