Usted está aquí: sábado 9 de septiembre de 2006 Opinión Chávez en disco

Juan Arturo Brennan

Chávez en disco

Gracias a Ana Chávez, hija del compositor, tengo en mis manos el cuarto y último volumen de la excelente serie discográfica que contiene grabaciones de toda la producción de música de cámara de Carlos Chávez (1899-1978), en el sello Cambria. Esa es sin duda la buena noticia. La mala está, de alguna manera, en el hecho de que la iniciativa del proyecto y su realización se deben a músicos e instituciones del extranjero, lo cual nos enfrenta, una vez más, al oprobio de saber que otros hicieron lo que nosotros debimos haber hecho.

En este caso, se trata del ensamble Southwest Chamber Music y su director, Jeff von der Schmidt (basados en California), quienes han abordado con inteligencia y seriedad la labor de registrar todas las obras camerísticas de Chávez.

Gracias a este esfuerzo, tenemos ya un testimonio integral de una de las áreas importantes de la producción de Chávez; a la vez, la labor de estos músicos estadunidenses permite recordar que todavía faltan por grabar y difundir varias obras de este importante compositor mexicano. (Al redactar estas líneas, recuerdo que de manera análoga, algunas de las mejores y más relevantes grabaciones de la música de Silvestre Revueltas, 1899-1940, han sido realizadas por músicos finlandeses y holandeses).

La existencia de estos cuatro volúmenes de la producción camerística de Chávez invita a hacer un rápido (y necesariamente incompleto) recuento de otras áreas de su catálogo que también han sido grabadas. Destaca sobre todo el álbum con sus seis sinfonías, grabado por Eduardo Mata al frente de la Sinfónica de Londres; al propio Mata se deben asimismo grabaciones de otras importantes partituras orquestales y camerísticas de su amigo y maestro.

María Teresa Rodríguez, a su vez, ha hecho una singular contribución con sus grabaciones de la música pianística de Chávez. El Cuarteto Latinoamericano dio a conocer recientemente su grabación de la obra para cuerdas, y existe también el registro de la única ópera de Chávez, The visitors.

A la luz del inventario de estas y otras grabaciones de la música de Chávez, puede decirse que las obras que faltan por grabar no son muchas; entre ellas están varias partituras sinfónicas, obras vocales y corales, algunos de sus ballets (en el entendido de que solamente ha llamado la atención su partitura para Caballos de vapor), así como sus versiones y transcripciones de diversas obras ajenas.

Aquí cabe la indispensable pregunta: la próxima vez que alguien decida que es hora de grabar algo de Chávez, ¿resistirá la tentación de hacer la enésima versión de la Sinfonía india, y en cambio abordar alguna de las partituras que permanece sin registro discográfico?

Por lo pronto, cabe señalar que los cuatro volúmenes de la integral camerística de Chávez constan de cinco cds, ya que el último es un álbum doble. Lo más atractivo de la serie es que, en contra de lo que pudieran pensar aquellos que padecen de xenofobia musical automática, se trata de interpretaciones de muy buen nivel, en grabaciones de alta calidad técnica, acompañadas de interesantes notas de programa (más allá de un par de puntos de vista de Jeff von der Schmidt que pueden prestarse a discusión), y con una atractiva presentación visual sustentada en los retratos de Chávez realizados por Rivera, Siqueiros y Tamayo.

Como una muestra de la buena recepción crítica que ha tenido esta serie, cabe mencionar que el ensamble Southwest Chamber Music obtuvo sendos premios Grammy por los dos primeros volúmenes de la serie, así como otra nominación al mismo galardón por el tercero. Más allá de ese dato, lo importante es la existencia misma de estos cinco compactos, no sólo porque representan la integral de un área relativamente poco difundida de la música de Chávez (incluyendo algunas grabaciones de estreno), sino porque además permite el interesante ejercicio de comparación de estas versiones recientes con otras realizadas anteriormente.

Ahora bien, el meollo de este asunto es que esta muy importante colección discográfica de música mexicana corre el peligro, que han corrido muchos otros proyectos similares, de pasar desapercibida en nuestro medio. No sé qué tan buena es la distribución del sello Cambria en México (supongo que no mucho), pero sí sé que urge que alguien se haga cargo de traer y dar a conocer estos discos y, de preferencia, hacer una buena y bien difundida presentación de la colección. Es lo menos que nos debemos, y le debemos también a Chávez.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.