Número 122 | Jueves 7 de septiembre de 2006
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Director: Alejandro Brito Lemus

Ante la inaguantable gana
Mejor edúcate

A diario cinco mil jóvenes se infectan de VIH en el mundo. Muchos de ellos tenían el ferviente propósito de no tener sexo, pero muchas veces la calentura gana. Por eso, la educación sexual, pese a sus eternos opositores, es la mejor manera de cuidar nuestra salud.

Por Fernando Mino

“Los hechos están ante ti”, dice el eslogan de una campaña contra el sida en Uganda, asesorada por el gobierno de Estados Unidos. En un anuncio luminoso, de esos similares a los parabuses de algunas ciudades mexicanas, se muestra una hoja de cuaderno y una pluma. En la parte superior aparece la frase “¡Vive el sexo!” tachada; al lado, la palabra “tonto” con letras rojas y doble subrayado. En medio, la palabra “condones” con un número en rojo y una calificación de “80%”. Abajo, en letras mucho más grandes, la palabra “abstinencia”, subrayada con rojo y con una calificación de “100%”. “¿Alguna pregunta?”, termina.

Abstinencia. La palabra suena tan chata como los resultados que arroja. Aguantarse está muy bien en teoría, pero son pocos los que lo logran, sobre todo las mujeres que sufren presiones o de plano violencia. En África (Uganda está en el centro de ese continente), las campañas que impulsan la abstinencia sólo han logrado un aumento de las relaciones sexuales sin condón.

Pero no siempre fue así. Uganda logró, gracias a la información y la promoción del condón, reducir dramáticamente la epidemia: algo así como 15 por ciento. Pero desde que el presidente de Estados Unidos creó un fondo de ayuda y condicionó los apoyos a que se promoviera la abstinencia, la epidemia ha dejado de disminuir. Más de seis por ciento de los ugandeses viven hoy con VIH o sida.

“En el entrenamiento para los maestros —cuenta un profesor ugandés entrevistado para una investigación presentada en la Conferencia Internacional de Sida—, se nos dijo que no enseñáramos a los alumnos cómo usar los condones y ni siquiera los mencionáramos. En el pasado solíamos mostrarlos desde los primeros años de escuela. Ahora no podemos hacer eso”.

Si te la sabes tienes menos riesgos
En las escuelas mexicanas, la sexualidad ya empezó a descorrer el velo que la cubría. Los chavitos y chavitas de quinto año de primaria comienzan a saber lo que les espera en cuanto entren a la adolescencia, el golpe hormonal que los pondrá deseosos, desconcertados y en riesgo de contraer una infección de transmisión sexual o de embarazarse sin desearlo.

Para cuando llegan a primero de secundaria comienzan a conocer un poco más sobre cuestiones como el placer, la identidad y la orientación sexual. Como explica uno de los párrafos del libro de texto Competencias científicas 1: “La orientación sexual de un individuo se refiere a la atracción o preferencia que muestra para elegir un compañero en la fantasía, en la relación afectiva o en la relación coital. El individuo puede preferir un compañero de su mismo sexo, por lo que tiene una orientación homosexual. Algunos individuos no muestran mayor preferencia por alguno de los dos sexos y pueden elegir compañeros de su mismo sexo o de otro sexo, es decir, tienen una orientación bisexual”.

Los rollos de los libros de texto mexicanos no son mera puntada, sino que desarrollan una estrategia científicamente probada. Más o menos el razonamiento es: si sabes a lo que le tiras desde antes de que te entre la calentura, podrás decidir mejor si te la rifas o no.

Ya en plan serio, en la Conferencia de Sida de Toronto se presentó una investigación de la OMS, la UNICEF y el ONUSIDA que evaluó proyectos dirigidos a chavos y chavas de países pobres. El resultado fue que la educación sexual en las escuelas es una de las medidas más efectivas para reducir las infecciones de VIH.

Al recibir educación sexual tienes “un significativo retraso en el inicio de la vida sexual, reducción de la frecuencia de las relaciones sexuales, menor número de parejas sexuales, mayor uso de condón o anticonceptivos y reducción de las prácticas sexuales sin protección”. Si desde antes sabes lo que vas a sentir, la hormona no te agarra por sorpresa, puedes soportar la presión y en una de esas hasta te esperas; y si ya te encontraste a alguien o te enamoraste y ya se les queman las habas a los dos, sabes cómo coger sin broncas.

Evitar que se toquen sus cositas
Pero la educación sexual en marcha aún levanta pasiones. Mas no de las sexosas, sino las de la conserva que se opone a todo lo que huela a sexo o a libertad para los jóvenes. Los libros de texto son ahora el pretexto para dar rienda suelta a su desenfrenado deseo de prohibir que los chavos y chavas se toquen “sus cositas”, como dijo una alarmada diputada panista yucateca en una discusión del congreso estatal. La salud no importa, mientras la moral —la que ellos consideran “natural”, por supuesto— sea protegida.

En uno de los libros atacados por los grupos de la ultraderecha, Biología Ciencias 1, de Ana Barahona, se lee sin tapujos cómo deben entenderse estos rollos del sexo : “La sexualidad humana es el conjunto de todas las características anatómicas, emocionales, afectivas y de conducta que nos definen como hombres y mujeres; puede ser mejor comprendida si la consideramos desde distintos aspectos: la reproducción, el género, el erotismo y el afecto”.
En el otro extremo, cegada por su propio radicalismo, la derecha, desde la Iglesia Católica hasta políticos panistas, pasando por acaudalados empresarios y algunos gobernadores priistas, se empeña en censurar todo signo de libertad.
En un desplegado publicado en varios periódicos del país, aseguran que los libros de texto que tocan el tema de sexualidad conceden “al niño-adolescente derechos inexistentes, a los que no corresponde ninguna obligación, cultivando una equívoca condición ciudadana”. 'Cállate y obedece', parecen gritar tras cada letra. Como si los jóvenes fueran robots o santos de estampita.
Pero más allá de los desmayos de los mochos, es importante saber que tampoco se trata de coger nomás por darte vuelo. Saber de sexualidad implica ganarle el paso a tus ganas y así decidir mejor cuándo empezar a tener sexo, como dice en otra parte el libro de Ciencias Biología 1 —un texto de Vicenta Hernández, psicóloga especialista en educación sexual: “No existe un mejor momento para todas las personas, pues cada una tiene diferente desarrollo, distintas inquietudes. Lo que puedo sugerir es que tomes en cuenta que a tu edad hay mucha inquietud porque los cambios hormonales provocan mayor deseo sexual, es decir, tienes ganas de caricias, de explorarte, de tocarte con alguien. No es necesario salir enloquecidamente a experimentar con la primera persona que nos atrae. A tu edad, es probable que unos días después esa persona ya no te interese”.

“Socialización del sexo”, qué miedo