Usted está aquí: jueves 7 de septiembre de 2006 Opinión Continuidad en crisis

Orlando Delgado Selley

Continuidad en crisis

Luego de dos meses de crisis postelectoral se ha declarado ganador a Calderón. Para una parte de los electores se trata de una imposición, producto de la acción concertada de la presidencia, los grandes capitales, la derecha radical del panismo, de la señora Gordillo, de los consejeros del IFE y de quienes se asociaron para impedir que López Obrador llegase a la presidencia. Ganaron ellos, no los supuestos quince millones que votaron por Calderón. Se impuso un proyecto que propone la continuidad. Que asegura que seguirán las cosas bien, cuando sabemos que, en verdad, han ido mal.

Hemos vivido un desastre sexenal que se ha ocultado en los ríos caudalosos de los excedentes petroleros, en los enormes flujos de remesas que nuestros compatriotas han enviado a México mitigando la enorme pobreza y en las bajas tasas de interés internacionales. Sin esos tres factores no hubiera habido finanzas públicas sanas, ni inflación de tres por ciento, ni reducción de la deuda pública externa, ni siquiera recursos para los programas sociales. Lo que este gobierno presume es algo que no se debe a su esfuerzo, ni mucho menos a su habilidad.

Este desastre, conocido y reconocido por empresarios medianos y pequeños, por los asalariados, por los productores del campo, por los varios millones de trabajadores informales, por las universidades públicas, etc., continuará. Lo hará en condiciones difíciles. Fox tenía las mejores condiciones para hacer una gestión trascendente para la economía y para la sociedad y falló. Pudo iniciar la construcción de una institucionalidad democrática y no lo hizo. Calderón no tiene nada a su favor. Carecerá de legitimidad los seis años de su mandato. Le debe su llegada a poderes que lo controlarán.

El entorno internacional le ofrece ciertas ventajas. Seguirán los altos precios del petróleo, por lo menos un par de años, las remesas aumentarán hasta un techo probable de entre 25 y 30 mil millones de dólares. Las tasas de interés empezarán a aumentar, pero con el cambio de deuda externa por interna, habrá margen de maniobra. Las economías grandes de América del Norte y Europa Occidental crecerán, lo que hará crecer la demanda de insumos industriales.

Sin embargo, no aprovecharemos esas ventajas. Los excedentes petroleros seguirán desperdiciándose en gasto corriente, especialmente en los sueldos de los altos funcionarios. Las remesas aumentarán debido a que seguirán huyendo de nuestro país quienes no tienen esperanza de conseguir un empleo decente. Como escribió Stiglitz: "México tiene una curiosa 'política industrial': la migración informal de miles de sus ciudadanos cada año a Estados Unidos. Esta 'política' tiene la dinámica al revés: en lugar de enviar personas a los empleos, México debería traer empleos a las personas." (Reconstruir el consenso. Reforma, Enfoque 27/8/06)

Un gobierno sin consenso, con un programa que no se propone resolver ninguno de los problemas que dejará planteados Fox. Un gobierno en el que cada decisión será cuestionada y que no parece contar con recursos para resolver democráticamente. Tendrá enfrente a un adversario que cuenta con un respaldo popular incuestionable, con bancadas parlamentarias lo suficientemente sólidas para impedir no solo un informe presidencial, sino también una toma de protesta. Capaces de circular en dos carriles diferentes: el de una institucionalidad que ya no es respetada, pero en el que existen poderes que habrá que hacer funcionar y el de un movimiento opositor que apunta a la construcción de una fuerza social que se propone un cambio de instituciones.

La continuidad, en consecuencia, no tendrá viabilidad. Sería insensato plantearse privatizar la industria eléctrica, mucho más tocar a la industria petrolera. Los acuerdos de Calderón con los charros sindicales, incluidos los del magisterio, generarán oposiciones laborales que sorprenderán. Las concesiones fiscales que Fox brindó a los patrocinadores de Calderón no se repetirán. Sin embargo, podrían intentarlo. Su actitud de menosprecio, su defensa cerril de una institucionalidad desfondada, su incapacidad para entender los procesos estructurales que alteran la vida de la gente, puede llevarles a incendiar la pradera.

Continuidad sin esperanza es lo que impusieron. Continuidad para seguir beneficiando a los pocos que han ganado. Continuidad de un modelo de país que es incapaz de conservar a sus hijos. Continuidad que habrá que detener, recuperando la posibilidad de un país generoso para todos.

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