Usted está aquí: jueves 31 de agosto de 2006 Opinión El conflicto entre Líbano e Israel, ¿laberinto sin salida?

Editorial

El conflicto entre Líbano e Israel, ¿laberinto sin salida?

El miércoles, el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, insistió ante las autoridades de Israel sobre la necesidad urgente de que este país ponga fin al bloqueo contra Líbano, vigente desde hace un mes. Sin embargo, sus palabras fueron desestimadas por el primer ministro israelí, Ehud Olmert, quien se limitó a repetir sus argumentos para mantener el cerco.

El fin del bloqueo es un punto vital para encontrar una solución para este conflicto, pues daría cierto alivio a la economía libanesa, fortalecería al gobierno local y permitiría a los libaneses recuperarse del criminal bombardeo al que fueron sometidos por las fuerzas armadas israelíes durante más de un mes. Este "es el momento de promover medidas de confianza y no de mantener la tensión durante este periodo de fragilidad en el alto el fuego", aseveró Annan.

Sin embargo, existen mil y un obstáculos para que esto sea una realidad. La manzana de la discordia es la frontera sirio-libanesa. El gobierno de Líbano, con apoyo de la ONU, dice que desplegará en esta zona a sus soldados pero no a las fuerzas internacionales, como pretende Israel. Para este país, la presencia de los cascos azules es determinante para evitar el flujo de armas a Hezbollah desde la frontera siria.

Según Tel Aviv, el aislamiento de Hezbollah con respecto a los arsenales procedentes de Siria e Irán es la única posibilidad de una paz duradera, sin importar, como ha quedado demostrado, que miles de personas sufran las consecuencias.

Y es que, con el bloqueo, las penurias de los libaneses continuarán, sobre todo después de conocerse las posturas de los dos gobiernos que cancelan cualquier posibilidad de acercamiento. "El pueblo israelí no tiene motivos de conflicto con el gobierno libanés y yo espero que puedan crearse rápidamente las condiciones para mantener contactos directos entre el gobierno israelí y el libanés, con el fin de arribar a un acuerdo entre los dos estados", dijo Olmert, pero su gobierno se resiste a realizar gestos de buena voluntad para con los libaneses, como terminar con el bloqueo.

En tanto, el primer ministro libanés, Fuad Siniora, señaló: "Seamos claros, no estamos buscando ningún acuerdo hasta que no haya una paz justa y amplia con base en la iniciativa árabe". Dicho plan, presentado en la cumbre de 2002 de la Liga Arabe en Beirut, pide a Israel que devuelva todos los territorios que conquistó en la guerra de 1967, a cambio de la paz y de la plena normalización de las relaciones con Israel, algo que no va a suceder.

La situación en Líbano es peor si se considera que parte importante de su territorio está sembrado por miles de bombas racimo lanzadas por las fuerzas armadas israelíes durante los días previos a la declaración de la tregua. El subsecretario general de Asuntos Humanitarios de la ONU, Jan Egeland, fue claro a este aspecto: es "inmoral que 90 por ciento del lanzamiento de las bombas de racimo ocurriera en las últimas 72 horas del conflicto, cuando se sabía que había una resolución para poner fin a la guerra".

Así, el estado de guerra continúa para los libaneses: cada día mueren o resultan heridas personas por los artefactos sin explotar, que además afectan viviendas privadas, tierras de cultivo, los negocios y la infraestructura vital del país.

El conflicto Israel-Líbano está, pues, empantanado entre posiciones encontradas, falta de voluntad, defensa irreductible de intereses y un total desinterés (o complicidad) de la comunidad internacional. No en vano Annan exigió a las potencias occidentales que no olviden el conflicto hasta que termine el bloqueo y los libaneses puedan regresar a sus hogares con total seguridad. Palabras que, seguramente, serán desestimadas.

Mientras esto continúe, los libaneses vivirán aún en la incertidumbre y el miedo. Peor todavía, así, la esperanza de una paz permanente en la región será poco menos que un sueño.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.