Usted está aquí: martes 22 de agosto de 2006 Política Condenan en la CEM la reyerta en Catedral

Crítica oficiosa defiende la espiritualidad de un pueblo

Condenan en la CEM la reyerta en Catedral

MARIANA NORANDI

La oficina de prensa de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) condenó los hechos ocurridos el pasado domingo en la Catedral Metropolitana, cuando simpatizantes de la coalición Por el Bien de Todos interrumpieron la misa en busca del arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, para rechazar la "injerencia" del prelado en política.

El documento, el cual aclara que no es un comunicado oficial de la CEM sino un "comentario de la oficina de prensa" de la institución, expresa: "Queremos unirnos al sentimiento de indignación y de condena ante esta y otras manifestaciones de falta de respeto a los católicos que vivimos en México, y que nos sentimos agredidos y lastimados al ver, a través de los medios de comunicación, imágenes, como la del santo padre Juan Pablo II y Nuestra Señora de Guadalupe, desvirtuadas con consignas políticas que nada vienen al caso".

Asimismo, lamentan los acontecimientos ocurridos y se asegura que "nadie tiene derecho a agredir ni verbal ni físicamente la espiritualidad de un pueblo. La violencia no constituye jamás una respuesta justa. Es el respeto al hombre, a su conciencia, a sus convicciones religiosas, lo que contribuirá a una convivencia justa y pacífica entre los mexicanos, independientemente de sus diferencias políticas, religiosas o ideológicas que pudieran existir. Sólo con esta base de respeto se pueden abrir caminos de acercamiento, de cooperación, de unión entre los mexicanos".

Los manifestantes acudieron a la Catedral para reclamar una "falta de respeto" de Rivera a los perredistas al llamarlos "loquitos", y rechazar el "apoyo" del arzobispo al panista Felipe Calderón. Ello causó enfrentamientos entre feligreses y simpatizantes de la coalición, por lo que el documento finaliza: "la Iglesia tiene hoy necesidad de cristianos coherentes, dispuestos a dar claro testimonio de su condición y que asuman su parte en la misión de la Iglesia en el mundo, siendo fermento de religiosidad, de justicia, de promoción de la dignidad del hombre, en todos los ambientes sociales, y tratando de dar al mundo un suplemento de alma, para que sea un mundo más humano y fraterno, desde el que se mira hacia Dios".

 
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