Ojarasca112  agosto 2006

Recuperar la confianza en una lengua

renueva la esperanza de un proyecto propio de futuro

Si queremos pensar en la sobreviviencia de la literatura indígena tenemos que reflexionar primero en la sobreviviencia misma de los hablantes de las lenguas, en la necesidad de que sus proyectos de vida sean traducidos a proyectos políticos. El problema fundamental de las literaturas indígenas es, entonces, la sobrevivencia de la etnia misma, que es lo que está en juego con la globalización económica y comercial, sin la resistencia de un proyecto alternativo de sociedad como lo era el socialista antes de la crisis de los países llamados del "socialismo real"...

En tiempos de relativa estabilidad social la función de la literatura oral indígena es preservar la memoria del grupo y la recreación de sus formas de vida, pero en época de crisis la función de la literatura escrita, de los miembros de los grupos étnicos en peligro, todavía es más importante y útil en dos ámbitos: el lingüístico y en el ideológico. Para apoyar nuestra afirmación de la función de la literatura indígena citaremos a Eliot:

 
La poesía puede en cierta medida preservar y hasta restaurar la belleza de una lengua; puede y debe también ayudarla en su desarrollo, para que adquiera sutileza y precisión en circunstancias más complejas y para los fines cambiantes de la vida moderna como tuvo anteriormente para servir a épocas más simples. ("Función social de la poesía")


La restauración de la belleza de una lengua... ayuda a los miembros de la etnia en crisis, desde el punto de vista ideológico, a recuperar la confianza en su lengua, y a darle, aunque sean dudosas, esperanzas para mantener su proyecto propio de vida hacia el incierto futuro. Y esto es mucho, porque el fortalecimiento ideológico de los miembros de la etnia sobre su propia identidad puede dar las fuerzas para cambiar el presente y construir proyectos políticos propios hacia el futuro, a pesar del proyecto civilizatorio uniformador occidental. De ahí que las dictaduras y los gobiernos autoritarios teman tanto, menosprecien y persigan a los poetas con una conciencia clara de su papel y de la función social de la literatura y con una conciencia crítica de su realidad social.
 

Víctor de la Cruz

Dxi Biaba'

Guete', guete' biaba',

sica ndaani' ti bizé yuxi

cadá yuuba' ndaani',

cadi nisa,

dxi naa biree xquidxe'.

Ladxiduá' riuuba' casi guibane'

ne guyadxie' ra zuhuaa;

xiñee nuaa' xquidxi binni

--rabe' ndaani ladxiduá'--

ne ma' zigatá' zigaze'

lu xluuna' xtobi

qué ganna' tu laa.

Mi caída

Al fondo, muy al fondo caí, 

como en un pozo de arena

donde brota dolor

en vez de agua,

desde que me salí de mi pueblo.

Mi corazón siente dolor en las mañanas

cada vez que miro a mi alrededor

¿Por qué me hallo en estas tierras?

--digo dentro de mí--

y me voy a dormir

en la cama de otro

cuyo nombre desconozco.


 
Diidxa' Bisiaanda'
 

Ti diidxa',

ti diidxa si,

ti diidxa' si ñapa'

lu bata naya',

ndaani' xquendabiaane',

ndaani' ladxidua'ya'.

Ti diidxa' si

ñabe liii lu gueela',

ra nibáninu siadó' guie'ru',

ne riuunda' sti' guirá' mani huiini',

lu ca yaga nuu Lahuoyaga.

Ti diidxa' si,

ti diidxa' ma' biaanda' naa.

La palabra que olvidé
 

Una palabra,

sólo una palabra,

con sólo una palabra que tuviera

en la palma de mis manos,

en mi inteligencia,

en mi corazón.

Una sola palabra

para decirte en la noche,

cuando despertáramos en la mañana flor,

con el canto de todos los pájaros,

sobre los árboles de Lahuoyaga.

Una sola palabra, 

una palabra que ya olvidé.

Víctor de la Cruz, poeta y pensador zapoteco originario de Juchitán (Oaxaca), autor de numerosos poemarios, historiador, promotor y compilador de la poesía escrita en su lengua. Los poemas y la reflexión sobre la función social de la literatura en lengua indígena, de la cual presentamos sólo un pasaje, provienen de Escritura zapoteca, 2 500 años de historia, compilación de María de los Ángeles Romero Frizzi, CIESAS, Conaculta, INAH, México, 2003.

-explicandomural


Municipio Autónomo San Pedro de Michoacán, Chiapas 2006. Foto: Elpida Nikú


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