Usted está aquí: domingo 20 de agosto de 2006 Espectáculos Diálogo en la oscuridad, travesía por la cotidianidad del invidente

En 40 minutos, el visitante recorre un espacio sin luz guiado por olores, texturas y sonidos

Diálogo en la oscuridad, travesía por la cotidianidad del invidente

La muestra fue ideada para hacer entender a la gente que no debe juzgar a la ligera, explica Andreas Heinecke, creador del concepto

Se presenta en Papalote Museo del Niño, hasta febrero próximo

JAIME WHALEY

Ampliar la imagen Arriba, Erika, una de las orientadoras de la muestra, con su perra-guía Lindi

El entorno sin el estímulo visual. El vivir atenido al sentido del tacto, del olfato, del gusto; guiado por sonidos diversos. Trastocar una incapacidad para desarrollar una percepción diferente del mundo.

De ello puede uno percatarse en Diálogo en la oscuridad, interesante exposición que explora la otra realidad, la del mundo de las tinieblas, mas no de la absoluta negrura, sino la de ese mundo, por qué no decirlo, fantástico de los invidentes.

Mediante olores, temperaturas, sonidos y texturas, como se explica en el folleto de la muestra, se recrea el ambiente de un parque, una ciudad o una cafetería. La exposición lleva al visitante a otra dimensión.

Estar en contacto con los ciegos y ver las dificultades que enfrentan me impulsó a hacer este proyecto, explica Andreas Heinecke, alemán nacido en Francfurt, creador del concepto, quien sostiene que de esta forma se genera una nueva cultura, la de la comprensión hacia otros seres, no tanto discapacitados, sino con otras nociones de la realidad.

Se van palpando las formas: la de un barco, la de un auto, una mesa, en fin, los útiles y herramientas -como el caso de timbre casero- que nos rodean en el vivir cotidiano, en una inversión de papeles, pues va uno guiado por un invidente. Ya se siente la textura de una fina tela, ya el frío metal de una lámina, o se sigue la lectura dactilar del sistema Braille.

La capacidad de ver más allá

Este es un medio a través del cual se transmite la capacidad de ver más allá con otros sentidos, dice Sara Alfie, quien debido al Síndrome de Johnson, padecimiento de rara naturaleza que le ulceró y quemó las córneas, quedó privada de la vista hace siete años, cuando de edad tenía 17 y estaba por entrar a su último año de bachillerato.

El viaje por ese mundo, totalmente nuevo para quienes vemos, pues no se trata nada más de cerrar los ojos, se alarga 40 minutos en el espacio laberíntico negado a la luz, que se camina con la ayuda de un bastón metálico blanco, símbolo universal para reconocer a quienes no ven parcialmente o del todo.

En México, los problemas de visión son un asunto grave, se asienta en el boletín del museo: según cifras de la Secretaría de Salud, se estima que 30 por ciento de la población nacional tiene algún problema con la vista. Predominan la miopía y el astigmatismo. Para la educación de las personas con discapacidad visual existe en el Distrito Federal la Escuela Nacional para Ciegos, fundada en 1870.

A Heinecke, estudioso de la filosofía, que sí ve, pero tiene problemas de oído, se le ocurrió esta muestra -que ahora se presenta en 19 países- durante sus largas estadías en hospitales donde fue tratado de un cáncer linfático ya superado. "Ese tiempo me hizo imaginar muchas cosas, entre ellas, tender un puente entre los diferentes mundos para hacer entender a la gente que no debe juzgar a la ligera", agrega.

Hace un par de años, el mismo Heinecke presentó en el Palacio de Bellas Artes una expocisión similar, pero con obras de arte.

La ceguera no es una tragedia, es una característica más, asegura Sara, acompañada de su perra-guía Zoe, la cual participó en la muestra de arte, y ahora lo hará en ésta, que se presentará hasta febrero en Papalote Museo del Niño, en la segunda sección de Chapultepec, lunes, martes, miércoles y viernes de 10 a 17:15 horas, los jueves hasta las 22 horas y fines de semana de 11 a 18:15 horas. Las reservaciones se deben hacer en el teléfono 5237 1710, aunque con algunas condiciones, como no llevar zapatos de tacón alto ni relojes u objetos luminosos, celulares prendidos, linternas, comida o juguetes.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.