Usted está aquí: miércoles 16 de agosto de 2006 Cultura Ampliar el repertorio, mandato de la Filarmónica de Berlín

Con la orquesta hay absoluta pasión por la música y devoción mutua: Simon Rattle

Ampliar el repertorio, mandato de la Filarmónica de Berlín

La luna de miel entre el director y la crítica alemana concluyó con brusquedad a comienzos de este año

Los atrilistas salen en su defensa

Se presentarán en septiembre, en Londres

SHOLTO BYRNES THE INDEPENDENT

Ampliar la imagen Sir Simon Rattle en imágenes tomadas del libro Die Berliner Philarmonie. De todas las artes, manifiesta el director de orquesta, ''la música es la más visceral, la que tiene acceso directo al torrente emocional'' Foto: Reinhard Friedrich

Ampliar la imagen Sir Simon Rattle en imágenes tomadas del libro Die Berliner Philarmonie. De todas las artes, manifiesta el director de orquesta, ''la música es la más visceral, la que tiene acceso directo al torrente emocional'' Foto: Reinhard Friedrich

Ampliar la imagen El modo autocrático de dirigir una orquesta, que fue posible hasta hace poco tiempo, era escandaloso, deplora sir Simon Rattle Foto: Reinhard Friedrich

Londres. ''Siempre me emociona regresar" a los Proms de la BBC*, dice sir Simon Rattle, quien el próximo mes se presentará aquí al frente de la que muchos consideran la mejor orquesta del planeta, la Filarmónica de Berlín. ''Es una especie de hogar, algo que el resto del mundo nos envidia", añade.

La primera vez que Rattle asistió a los conciertos en el Royal Albert Hall tenía 10 años y vio a sir Malcolm Sargent dirigir la Fiesta de Belshazzar, de William Walton. El conoce bien el extraordinario poder de este festival. ''Recuerdo haber platicado con los trombonistas de la Filarmónica de Viena después de que interpretamos la segunda de Mahler ahí. Me dijeron: 'Simon, lo sentimos, pero hubo un momento en el final en que realmente no podíamos tocar'. Uno explicó que había visto dos mujeres con el rostro bañado en lágrimas; se lo indicó a sus colegas y todos se pusieron a llorar. Fue tan conmovedor -recuerda Rattle-. Estaban simplemente asombrados de lo que vieron y sintieron".

Dificultades en puerta

Estamos sentados en la terraza de una villa a las afueras de Aix-en-Provence, donde Rattle dirige un festival de Wagner. Cerca de nosotros hay una excavadora de juguete que pertenece al hijo de un año que Rattle tiene con la mezzosoprano checa Magdalena Kozena. Señalando el juguete, Rattle se quita los lentes de sol y sonríe; con dos matrimonios previos y dos hijos mayores, es la viva imagen de la felicidad hogareña. Le pregunto si sus hijos tienen inclinaciones musicales. ''Bueno, tengo tres hijos de edades muy diferentes: Sasha, de 20 años, quien vive con nosotros en Berlín, estudia con el primer clarinete de la Filarmónica de Berlín. Eliot, de 16, quien vive en San Francisco con su mamá, dice que todos en la familia hacen música, así que a él no le interesa. Y tengo un hijo de un año de edad que está mucho más interesado en las excavadoras. Digger (''excavadora" en inglés) fue prácticamente su primera palabra". Respecto de su hijo mayor, agrega: ''Nunca hubiera adivinado que Sasha sería músico, que la música sería parte de él tan profundamente. Pero estoy encantado. Lo que quiero para cualquiera de mis hijos es que tenga alguna gran pasión. Quién sabe cuál podría ser, pero aquí, ¡sin duda son las excavadoras!"

Con el sol de la tarde calentando todavía con fuerza los campos de lavanda puesta a secar en el valle que se extiende a nuestros pies, parece natural celebrar el retorno a nuestras costas de un hombre que ha alcanzado una cima a la que ningún otro británico había llegado antes. Cuando los músicos de la Filarmónica de Berlín votaron en 1999 por este hombre de 51 años para que tomara la batuta que una vez blandieron Karajan, Abbado y Furtwangler, inclusive el sensacionalista The Sun lo felicitó. ''Un británico ha obtenido el puesto más importante en la orquesta alemana más importante. Eso prueba que Simon es un triunfador y que Gran Bretaña debe estar orgullosa de sus músicos, desde él hasta las Spice Girls. Bravo, Simon", publicó el tabloide. ''En el mejor de los casos, no hay nada como esto", admite Rattle. ''Y no subestimo el hecho de que para ellos resulta extraordinario tener un británico a cargo".

Ah, pero ahí está el problema, la tormenta que acecha más allá del horizonte provenzal. ''Extraordinario" es una forma de decirlo; ''complicado" sería otra. Cuando Rattle asumió el cargo, el ex conductor de Radio 3 en los Proms, sir John Drummond, advirtió: ''Tendrá una luna de miel. Luego tendrá que pensar bien qué tan difícil se quiere poner".

Sea que Rattle quisiera dificultades o no, éstas han surgido. La luna de miel concluyó bruscamente a principios de este año, cuando dos críticos de Berlín lanzaron ataques contra él. ''La emoción se ha ido y ha dejado paso a encantos más prosaicos", escribió Manfred Drug, de Die Welt, quien tachó la dirección de Rattle de ''hueca" y ''desprovista de penetración". Brug escribió: ''Conocemos bien sus gestos elegantes, hemos visto a través de su permanente expresión de éxtasis, que ha fraguado en una máscara (...) Provoca la desazón de los expertos porque no se expande, diversifica en vez de especializarse". Otro crítico, Alex Bruggemann, fue más grosero: ''Mientras Rattle retoza expresivamente en el podio -escribió luego de una presentación-, en ocasiones los músicos de la Filarmónica tienden a tocar con el entusiasmo de una esposa que va al refrigerador por una cerveza para el marido".

Herido por las críticas

Las críticas han sobrepasado el mundo de la música clásica; han ido más allá de las palabras cáusticas de un par de críticos locales. Abordo el tema con cuidado. No por nada el ego de los directores tiene fama de delicado, y Rattle carece de la seguridad de hierro de algunos maestros. Cuando responde a algunas de las críticas que recibió en Berlín, se le escucha herido. En la biografía que escribió Nicholas Kenyon una cita salta de la página: ''Siempre creyó que cualquier cosa que saliera mal era su culpa", y ahora muchos han dicho en voz alta que muchas cosas han salido muy mal.

Rattle responde con mesura. ''Mire -dice con ese acento de Liverpool que el uso de la corbata blanca en el podio poco ha menguado-: los periodistas de música tienen necesidad de ganarse la vida. Nadie que vaya a trabajar de director invitado de una orquesta como la Filarmónica de Berlín cree que será fácil; sería tonto. Pero hay una absoluta pasión por la música y una devoción mutua. Una de las cosas más conmovedoras de esta última vez ha sido la reacción de la orquesta. Ha sido como 'no te metas con nuestro niño; estás hablando de nosotros'. Muchas cosas pueden no ser del gusto de todos, pero de hecho somos una unidad muy muy sólida''.

Se ha cuestionado a Rattle por abandonar el repertorio esencial y tocar demasiada música nueva (como Los Asteroides, nuevas obras de Mark-Anthony Turnage y otros tres que acompañarán a Rattle y la Filarmónica de Berlín en la grabación de Los Planetas, que saldrá bajo el sello de EMI el mes próximo). Más seria, sin embargo, es la acusación de que bajo la dirección de Rattle la orquesta ha perdido su legendario ''sonido alemán". Siempre se ha visto a esa agrupación como el guardián prominente de la calidez y la riqueza que con tanto éxito ha cultivado en la Opera de Berlín el hombre que perdió ante Rattle en 1999, Daniel Barenboim.

''No quiero despreciar el repertorio esencial -dice Rattle-, pero también era necesario tener una circunscripción musical más amplia. De hecho ése fue el mandato de la orquesta: 'Por favor, sin perder nuestra esencia, amplíenos, muéstrenos cosas nuevas. Toque Rameau, música francesa, más Mozart y Haydn', que no habían tocado desde hacía mucho tiempo". Parte de este mandato de cambio -cuando la orquesta se disponía a elegir a su nuevo director musical se vio a Barenboim como la opción de la continuidad, y por eso fue rechazado- se refería a ampliar el material, y eso, de acuerdo con Rattle, requería una aproximación diferente al sonido. ''Ya no hay un repertorio básico de 30 o 40 piezas. Se espera que los ejecutantes conozcan todo, desde Monteverdi hasta Yesterday. Las orquestas ya no son lechos de Procusto, donde tenemos nuestro sonido y el compositor debe ajustarse a él. Todos estamos buscando diferentes sonidos que vayan bien con diversos compositores. Perder ese fantástico, profundo y espeso sonido de chocolate oscuro de la Filarmónica de Berlín sería una tragedia. Pero nadie puede pensar que es apropiado para toda la música; sólo porque es placentero no significa que se ajuste a lo que el compositor quiere decir. Se necesita ese sonido, pero también muchos otros".

Es posible que la orquesta haya votado por un cambio, como también los críticos en un principio. Pero quizá cuando llegó a algunos les resultó mucho más inquietante de lo que esperaban. ''Probablemente les gusta el concepto, pero no lo que implica -concede Rattle-. Pero esto viene con el puesto. Recuerdo que el maltrato que le dieron los críticos a Claudio (Abbado) fue peor; eso fue lo que realmente lo orilló a hacer las maletas. Y lo mismo sucedió con (Herbert von) Karajan".

Es la memoria de Karajan lo que los descontentos con la actuación de su sucesor invocan invariablemente. Cuando Christian Thielemann -hasta hace un par de años el tercer director principal residente en Berlín- fue descrito por un miembro del senado de la capital como ''el joven Karajan", la intención era hacerle el máximo elogio. Sin embargo, hasta el ''divino Herbert" cayó de la gracia de la orquesta hacia el final, y de hecho renunció como director en jefe unos meses antes de su muerte.

Ebullición, desparpajo e informalidad

El anuncio de que Abbado no buscaría quedarse cuando venciera su contrato, en 2002, fue inclusive más desconcertante. ''¿Se da cuenta de que es el primer director de la Filarmónica de Berlín que no sale de ahí en una caja?", comenta Rattle: ''la tradición es que, si podemos, nos quedamos". Y agrega: ''De hecho, alguien encontró algunos artículos viejos sobre (Wilhelm) Furtwangler, que se preguntaban por qué desperdiciaba su tiempo en esa nueva música de segunda cuando debería estar trabajando con el gran canon clásico. Me hizo sonreír. La música y su interpretación son altamente subjetivas; no podemos dar gusto a todos. Pero debo decir que el apoyo de la orquesta realmente ayuda. Sabemos que estamos juntos en esto, y sé que directores mucho más grandes que yo han padecido peores etapas. Así que trato de no derramar demasiadas lágrimas en mi café".

Traer a Berlín a este oriundo de Liverpool de rizada cabellera, que llevó a la Orquesta Sinfónica de Birmingham de banda provinciana a orquesta de nivel mundial, fue un gran paso. Siempre ha habido una ebullición, un desparpajo y una falta de formalidad en Rattle que lo han separado de directores más patriarcales y rígidos. De niño su primer amor fue el jazz, aunque a los siete años su lectura favorita era el Tratado de instrumentación de Berlioz. A los 15 dirigió su primer concierto sinfónico para una obra de caridad local. La Sociedad Espástica de Liverpool quedó impactada cuando, luego de pedirle si podía organizar una velada musical, se presentó con una orquesta de 75 integrantes. ''Pensamos que tenía en mente un pequeño recital", comenta uno de los funcionarios.

Tres años después, en la Real Academia de Música de Londres, dirigió a sus compañeros en la Segunda Sinfonía de Mahler, obra que lo convenció de que la música sería su vida cuando la escuchó por primera vez, a los 11 años. Consiguió un agente y el año siguiente un puesto en la Orquesta Sinfónica de Bournemouth, luego de ganar el Concurso Internacional de Directores John Player. Siguieron puestos en la Sinfónica Escocesa de la BBC y la Real Filarmónica de Liverpool. Luego, en 1980, se hizo cargo de la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Birmingham.

En su estancia ahí, durante la cual impulsó la música del siglo XX, condujo conciertos sobre periodos e instrumentos específicos con la Orquesta del Siglo de las Luces e investigó sobre Ellington y Gershwin, lo cual le granjeó un nombre en Gran Bretaña y frecuentes invitaciones a ocupar los podios de las mejores orquestas del mundo.

Tal eclecticismo, sin embargo, no necesariamente se considera una virtud en Alemania. Elmar Weingarten, ex funcionario de la Filarmónica de Berlín, describe el nombramiento de Rattle como ''un riesgo". Pero parece que la orquesta estaba lista para un cambio. Al comentar acerca de las audiciones en que los músicos votan a quién admitir en sus filas, Rattle me dice algo extraordinario: ''Soy el primer director a quien se ha permitido hablar en estas reuniones. Creo que con Karajan temían que su voz intimidara a mucha gente. En una época autocrática puede que fuera cierto, pero esos días terminaron".

Inmersión en la literatura

Rattle es muy firme al respecto, y casi se cae de la silla cuando le pregunto si los músicos lo llaman ''maestro". ''Está usted siendo británico e irónico, ¿verdad? Sucede en Italia, desde luego, donde uno prepara un buen capuchino y es un maestro, ¡cómo demonios no! En Estados Unidos sucede, pero no en el resto del mundo".

Rattle debe saber que eso no es verdad, sólo que desaprueba los viejos métodos dictatoriales. "El modo autocrático, que era posible hasta hace muy poco tiempo, era escandaloso", afirma, y cuenta anécdotas como la del régimen de George Szell en la Orquesta de Cleveland, en Estados Unidos: ''A nadie se le permitía llevar barba o bigote. Había un violinista que cuando Szell murió dijo: 'Desde hoy y hasta el día de mi muerte, no volveré a afeitarme o cortarme el pelo'". Cuando lo conoció, recuerda Rattle, ''el violinista tenía una barba que le llegaba a las rodillas, el cabello increíblemente largo, y tocaba como un demonio". Hoy día un director dirige con base en su autoridad musical más que en el temor que pueda inspirar, dice; ''es muy diferente; es algo que se gana, y creo que funciona mejor. Soy bien dispuesto, y ese es mi temperamento".

En un punto crucial de su carrera, justo cuando asumía el cargo en la sinfónica de Birmingham, Rattle hizo otro movimiento que tal vez a sus críticos alemanes les resulte difícil entender, pero que revela algo de su enfoque sobre el proceso creativo y tal vez también del carácter sensible que seguramente halla los ataques en Berlín mucho más duros de lo que admite. En 1980 Rattle se tomó buena parte del año para estudiar literatura en Oxford. ''No escuché música durante el curso, sólo para ver si podía vivir sin ella -recuerda-. En cierta forma estaba encantado de descubrir que sí podía, siempre y cuando hubiera algo de igual importancia que la sustituyera".

Rattle fue al Colegio St. Anne justo después de que éste comenzó a admitir varones por primera vez. ''Estaba en el segundo año de régimen mixto. En el primer año hubo tan pocos hombres que al parecer fue una experiencia traumática para algunos; trataban de esconderse". Además de las amistades que hizo y de la experiencia de vivir lejos de la dirección, descubrió que la inmersión en un arte diferente aportó algo a su música. ''Me ayudó inmensamente. Siento que todo intérprete se halla en una suerte de rally vital. Nunca se sabe cuándo va a uno a utilizar lo que ha ido recogiendo a lo largo de la vida, pero me hizo verdaderamente adicto a la metáfora y a lo que ésta puede hacer por la interpretación. Nunca he dejado el vicio, como podrán atestiguar legiones de músicos de orquesta frustrados".

El humor va con la falta de grandilocuencia que Rattle muestra cuando explica lo que la música representa para él. ''Siempre he tenido el sentimiento -dice en voz baja y pausada- de que, más allá del principio del placer puro, la labor de la música es expresar a la gente que no está sola, que alguien más ha sentido lo mismo o buscaba una explicación. Sigo sintiendo que, de todas las artes, ésta es la más visceral, la que tiene acceso directo al torrente emocional".

Acercarse a diversos grupos, como ha hecho con la comunidad turca en Berlín, es parte del papel del músico. ''Pero uno no usa las artes sólo para ganar accesibilidad o como quiera llamársele. Las artes están ahí para cambiar la vida de la gente, para llevarla a un lugar donde esas emociones pueden explorarse a profundidad y con seguridad". Se encoge de hombros. ''Es muy difícil explicarlo de manera coherente, y quizá ésa sea la razón principal por la cual somos músicos".

Profeta en su tierra

Tal vez la fortaleza de Rattle provenga de su apertura, de su disposición a no acudir a declaraciones prelaboradas para hablar de sus sentimientos por la música. ''A veces me sorprendo si me miro y veo quién soy y lo que estoy haciendo". Pero quizá esta apertura lo hace vulnerable. Más tarde vuelvo a escuchar nuestra conversación, en especial los comentarios acerca de la disputa de Berlín. ''En cierta forma, lo más que podemos hacer es tocar música lo mejor que nuestra habilidad lo permita. A veces uno falla, a veces tiene éxito". Luego añade: ''Para algunas personas, uno siempre falla".

Espero que ésa no sea una idea que pase por su mente muy a menudo y que, sean cuales fueren las dificultades que enfrente en Berlín, la respuesta que reciba en los Proms le recuerde una cosa -si acaso necesita recordatorio-: tal vez les hayamos dicho adiós con gusto a las Spice Girls, pero Simon Rattle sigue siendo profeta en su tierra.

* Los BBC Proms constituyen el festival de música clásica más importante del mundo, en el cual se ofrecen más de 70 conciertos durante ocho semanas en el Royal Albert Hall, que se transmiten en vivo por BBC Radio 3. Simon Rattle y la Filarmónica de Berlín se presentarán los días primero y 2 de septiembre.

www.bbc.co.uk/proms

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.