Construir o escenarios de lo aburdo
Con respeto y reconocimiento a los que con su convicción y esfuerzo mantienen con entereza y actitud de lucha la movilización por la democracia y la transparencia electoral van dirigidas estas letras que plantean un escenario de lo absurdo a manera de reflexión.
De acuerdo con la lógica del discurso, las advertencias de radicalización y el ascenso de las acciones, sólo queda la insurrección. Esperemos que el comandante Manuel Camacho, el general Monreal y Guadarrama, el coronel Núñez y Albores, la jefa Socorro Díaz y el capitán Cota no nos hagan lo que nos hicieron en 1988. Ahora sí, líderes no faltarán, y con ellos se llegará hasta las últimas consecuencias, luego del fallo del tribunal electoral.
¿Por qué acciones a la mitad? ¿Por qué medio bloquear la ciudad ante la gravedad de lo que preparan los magistrados? La resistencia civil a lo largo del Paseo de la Reforma no basta; lo más fácil sería impedir el paso de Reforma-Insurgentes, lo cual paralizaría la circulación de poniente a oriente de la ciudad y viceversa con lo que sobrevendría el colapso citadino. La ciudad que mayoritariamente votó se volcaría en favor y los magistrados estarían obligados no nada más a ordenar el recuento voto por voto, sino a quitar el triunfo a Calderón.
Paralizada la capital, ya no habría embotellamientos, la derecha no saldría de sus casas, las calles estarían vacías y así se llegaría hasta el 15 y 16 de septiembre. Si se declarara un presidente espurio antes del 6 de septiembre, el bloqueo continuaría y se esperaría que el ejército desalojara Reforma y el Zócalo (pues lo necesitarían para el desfile), lo cual ahorraría tener que pedir a los simpatizantes el levantamiento del plantón y ello dejaría intacto el honor de los líderes, quienes habrían cumplido la promesa de no rajarse. Los diputados electos no estarían en el Congreso de la Unión, pues se les pediría no aceptar su curul, resultado también del fraude. Los que asistieran serían señalados como traidores.
Cumplida la obra de destruir la fuerza electoral y política ante el golpe militar, a partir del 15 y 16 de septiembre los comandantes y el Estado Mayor llevarían la insurrección a Tabasco, Hidalgo, Colima, Zacatecas, Baja California y Chiapas. Como divertimiento, Arturo Núñez iría a reforzar la campaña del PRI junto con los diputados recién electos del PRD, dado que no están de acuerdo con la imposición de la candidatura de Ojeda. Entre tanto, Manuel Camacho se atrincheraría abajo del segundo piso -obra considerada prioritaria durante el actual gobierno-, puesto que se consideró que el tránsito privado de vehículos estaba por encima de cualquier otro problema, aunque por la estrategia, ahora los embotellamientos sirven para demostrar la fuerza y las razones de la lucha.
Para romper el aislamiento internacional, se hace un llamado a través del New York Times para que con el "apoyo y buena voluntad de la comunidad internacional (o sea, de Washington) con intereses personales, filosóficos o comerciales en México (¿soberanía?) a que alienten para que se haga lo correcto y se permita (¿Bush?) un conteo total que demuestre, de una vez por todas, que la democracia está viva y saludable en esta república".
Todo esto tras el reconocimiento de que "a diferencia de Estados Unidos (¡órale!, ¿no vino de allá lo del fraude cibernético?) en México los tribunales están subordinados al poder político y existe una historia de elecciones corruptas". Con ello se pide que se reconozca la insurrección al sur de su frontera y se pide a Washington se pronuncie en contra del golpe militar dirigido desde el tribunal electoral.
Junto con esto se hace un llamado para cambiar las instituciones y acabar con las simulaciones y las privatizaciones sin considerar, que aun ganando la Presidencia, habría un Congreso adverso (según los insurrectos, el PRI y el PAN no existen). Ante el peligro de otras voces en otros espacios, se centraliza el mando y se ordena y prohíbe a los diputados y senadores recién electos reunirse y organizarse. No habrá agenda legislativa.
Se dirá que el dirigente "debe ser uno cuando es candidato, otro si es presidente y de otra manera cuando se es dirigente de la resistencia social". ¿Cuál es el líder verdadero? ¿Es ético tener un discurso distinto en la plaza y otro en palacio?
Corolario: En mayo de 1945, cuando las tropas soviéticas cercaban Berlín, Adolfo Hitler mandó destruir todo. Uno de los suyos le advirtió el dolor que esa decisión causaría al pueblo alemán, a lo que el Füerer le espetó: "Si no fueron capaces de defenderme, que se destruyan".
En septiembre de 1973 Salvador Allende, rodeado de militares en La Moneda, llamó a los trabajadores de Chile, a través de Radio Magallanes, a permanecer en sus centros de trabajo y "no dejarse masacrar". Pidió, asimismo, que sobrevivieran, pues lo importante no era él, sino los objetivos de la revolución chilena y que ésa era sólo una batalla. El pidió un fusil para hacer lo suyo.
Es la diferencia entre el personalismo frente a un socialista y humanista. Entre destructores y un constructor del futuro.