Usted está aquí: lunes 14 de agosto de 2006 Opinión Las ganas de ser de AMLO

José Cueli

Las ganas de ser de AMLO

Las corridas de toros van a la baja y la política a la alza. Andrés Manuel López Obrador (AMLO) como novillero con ganas de ser, va por todas, atropellando tiempos, espacios y distancias, enfrenta el poder del toro, citando de frente, a pitón contrario, en el rejuego del toreo curvo enloqueciendo a los del tendido cálido, a pesar del tiempo lluvioso. Toreo que resulta la expresión de la fuerza bruta de la naturaleza en la búsqueda de la muerte a la que no maquilla, ni pone emplastes, ni plastías y se mece en las ramas que todos llevamos dentro. La política hiere y en la herida que nunca cierra está lo insólito: lo mágico con voz de silencio rasgada por el dolor mismo de un país hambriento. Toreo político cargado de sexualidad que se expresa entre sensaciones de muerte, que no se repite, como no se repiten las olas del mar y sus borrascas. Fuerza bruta del toreo político que estaba escondido y aparece en el capote de un carismático López Obrador, en medio de una sombra de estoques que le nublan los ojos. Con andares guerrilleros, espera las banderillas, tijeras que el aire corta dejando un olor a sangre caliente, en el cálido cerco de la plaza mayor. Lamento de muerte que resuena tan hondo como herida de soledad. Lo diabólico de la naturaleza que se vincula a nuestro pasado azteca, expresado en los pitones agudos del poder, melodías que en el ambiente vibran y penetran con tan profunda pasión color moreno que llevan disueltas en el aire notas musicales, torrentes de dolor y lamentos, raíz que se pierde, huellas que llevan a otras huellas, sin origen, al margen. Sueño mágico enredado en amores, dolor de muerte traumático, episodios guerreros, incluída el hambre, que no ha podido ser elaborada y se cubren con caricias. Porque el toreo, como el amor y lo revolucionario, tienen que estar matizados de ternura, en tardes inesperadas, escondidas en la alegría de vivir, y la muerte que acecha. Al fin la vida es una larga torera a la muerte y López Obrador le dio otra larga aforada, ayer en la plaza mayor.

 
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