Usted está aquí: jueves 10 de agosto de 2006 Opinión Tu ternura molotov

Olga Harmony

Tu ternura molotov

El Proyecto Xola, que conjunta a varios productores y creadores escénicos reunidos con el nombre de Producciones entre nosotros y que tiene como director artístico a Otto Minera, presenta su segundo estreno de la temporada 2006-2007, Tu ternura molotov, del dramaturgo venezolano Gustavo Ott, casi desconocido entre nosotros (estuvo alguna vez en nuestro país en un Encuentro internacional de traductores de teatro y le conocemos una de las estampas de El diván, el experimento de Michel Didym), a pesar de ser uno de los autores más importantes de habla hispana. Es fundador y dirige el Teatro San Martín, en una de las zonas más pobres de Caracas; ha sido acreedor al premio Tirso de Molina y al Ricardo López Aranda de Santander y es autor de más de una treintena de obras que se montan en Europa, Latinoamérica y Estados Unidos, país al que conoce por pasar en él largas temporadas y que es el escenario de la obra que ahora se presenta, parte de una trilogía que sería interesante presenciar.

Una pareja hispana radicada en Estados Unidos, él exitoso abogado, ella lectora de noticias para la televisión, ambos deseosos de integrarse a las formas de vida del país en que residen, son los protagonistas de esta obra. Conforman una pareja amorosa y a primera vista perfecta y, en el momento muy calculado -con la fría precisión de ese modo de vida- en que deben aparearse para engendrar al hijo deseado, el pasado se les hace presente en la forma de una vieja bolsa de viaje que Victoria había olvidado en Nueva York y que les es restituida por los buenos oficios de la FBI. Ofrecer más datos sería traicionar la trama, por lo que me limitaré a decir que al principio mi desconcierto fue muy grande, porque hablar negativamente de Hammas en este momento, en que Israel comete un enorme genocidio contra palestinos y libaneses resulta una enormidad, por mucho que se rechace el terrorismo. Pero el desarrollo posterior me hizo ver que tanto Victoria como Daniel podrían decir con José Emilio Pacheco (Reunión de amigos): ''Ya somos todo aquello/ contra lo que luchamos a los veinte años'', conversión que los ''renegados'' presenciamos con azoro en nuestro contexto en tantos intelectuales, que antaño fueron progresistas y hoy se manifiestan muy conservadoramente, aunque sin llegar a los extremos fascistas de la pareja del drama del venezolano.

Auda Caraza y Atenea Chávez -también diseñadoras del vestuario- idearon la escenografía de un amplio recibidor con ventanas al fondo de un estrecho pasillo que da a la recámara que no vemos. Gabriel Pascal ilumina con la sapiencia con que suele hacerlo en los escenarios techados, usando diversas fuentes de luz al prescindir de las diablas. Un único silloncito, movido de un extremo al otro, sirve para acentuar los diversos momentos del trazo de Martín Acosta que lleva a sus actores por todo el espacio, los hace pasar por el pasillo, por momentos los coloca en cuclillas contra la pared, los sienta o los levanta del mueble. Resuelve los monólogos de ambos personajes con micrófonos que salen del piso (el de Victoria ya lo conocíamos, porque adaptado para dirigirse a su siquiatra es el mismo que apreciamos en el mencionado experimento de El diván con el nombre de Sin su pasado puñal) y, en otra muestra de su talento, casi al final hace que muy simbólicamente la pared del fondo se incline, mientras los micrófonos a ras del suelo son utilizados por los actores recostados en el piso para vomitar todo su rencor y su odio. La pequeña estatua de la libertad, que Victoria había sacado de su bolsa de viaje y que nunca desapareció del escenario, queda en el proscenio al terminarse la escenificación, entre serpentinas y confeti de una fiesta de cumpleaños. Arcelia Ramírez, a quien ya nos hacía falta ver en un papel protagónico, es una excelente Victoria con todos los matices por momentos chistosos de su personaje, y Daniel Martínez es un muy buen actor que debería presentarse más a menudo en nuestros escenarios.

Por último, querría yo hacer hincapié en la importancia del Proyecto Xola en que estos quince personajes, sin apoyos institucionales, se han comprometido con talento y arrojo para ofrecernos el buen teatro que se escribe en otros lugares y que, hasta lo hoy observado, cuenta con excelentes creadores escénicos para ello.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.