Usted está aquí: jueves 10 de agosto de 2006 Mundo Lieberman, primera víctima política del rechazo en EU a la guerra en Irak

Mandos militares estadunidenses advierten sobre una guerra civil en el país ocupado

Lieberman, primera víctima política del rechazo en EU a la guerra en Irak

DAVID BROOKS CORRESPONSAL

Ampliar la imagen Un bebé se contó ayer entre los cinco iraquíes muertos que provocó un ataque con misil en la ciudad de Baquba, al norte de Bagdad Foto: Reuters

Washington, 9 de agosto. Malas noticias para los campeones de la gran cruzada estadunidense contra el terrorismo: uno de ellos sufrió una seria derrota política ayer, la cual provocó temores entre los políticos entregados (hasta ahora) a la noble causa militar; el comandante en jefe y sus principales generales en el campo de batalla ya no coinciden sobre el futuro de la guerra; han comenzado varios procesos judiciales contra militares que han violado, torturado y asesinado a menores de edad, mujeres y jóvenes civiles bajo la justificación de la lucha "contra el terror", y la opinión pública rehúsa dejarse convencer de que las cosas van bien, a pesar de una gran campaña de propaganda.

Anoche, el senador Joseph Lieberman, hasta hace poco una de las figuras más poderosas del Partido Demócrata (fue su candidato a la vicepresidencia en 2000 y precandidato presidencial en 2004) sufrió una derrota en las elecciones primarias (entre electores del partido) en su estado de Connecticut para retornar por cuarto periodo (de seis años) a la Cámara alta. El tema que determinó el resultado fue la guerra en Irak.

Lieberman, demócrata conservador, exitosamente fue atacado por su contendiente Ned Lamont casi exclusivamente por su voto y ferviente apoyo a la guerra, y el tema derrocó a uno de los políticos más influyentes del país. Un 78 por ciento de los votantes se opone a la decisión de ir a la guerra en Irak, según encuestas de salida realizadas por CBS News, reportó Political Wire.

Es por ello que esta elección primaria fue la más observada en el país por la clase política, ya que conlleva un mensaje tanto para demócratas, como para republicanos y la misma Casa Blanca, por el impacto de la guerra en la dinámica electoral estadunidense.

Algunos interpretan que esto podría ser un indicador más de que la sociedad ya está harta, o por lo menos dispuesta, a votar por un "cambio". No faltan razones.

Crímenes en nombre de la libertad

Sólo en los últimos días, el inicio de procesos judiciales contra militares estadunidenses acusados de violaciones sexuales, tortura y asesinato de civiles en los frentes de guerra han empañado la imagen oficial de la misión militar como una fuerza del bien combatiendo por la libertad y contra la opresión y brutalidad del "enemigo". Pero de pronto esa "brutalidad" -de hecho, algo que se condenaría como actos "terroristas"- es cometida por estadunidenses.

Sólo por mencionar algunos casos de esta semana: un fiscal militar acusó a cuatro soldados de infantería estadunidenses de "criminales de guerra" por matar a tres iraquíes, a los cuales primero esposaron, después soltaron, les dijeron que corrieran y después los mataron a balazos. En otro caso seis marines han sido acusados de golpear a un civil iraquí y otros siete están acusados de asesinar a otro civil en el mismo lugar.

Pero quizás el caso más espeluznante es el de la violación repetida, asesinato y quemadura de una niña de 14 años por cinco soldados estadunidenses, quienes también son acusados de matar a la hermana y padres de la joven. Según un investigador militar, los soldados jugaron golf poco antes de cometer el crimen, y al regresar de la escena del delito, se relajaron asando alitas de pollo.

En varios de estos casos los abogados de la defensa han presentado testigos y declaraciones de compañeros señalando las condiciones de temor constante, desesperación y amenazas mortales para explicar el deterioro sicológico de estos jóvenes. Resulta que la guerra destruye a la gente y promueve actos deshumanos.

Pero los brutales actos son presentados, por los encargados de la guerra, como algo no sólo legítimo para lograr el objetivo de "liberar" a la gente y defender Estados Unidos contra la maldad del enemigo, sino como algo legal. La semana pasada la Casa Blanca y el procurador general de Estados Unidos, Alberto Gonzalez, solicitaron que el Congreso "defina" crímenes de guerra ya que, al parecer, lo fijado en las leyes nacionales e internacionales no está claro.

La Suprema Corte falló en junio que a los detenidos por sospecha de "terrorismo" se les debe otorgar las protecciones establecidas por la provisión de la Convención de Ginebra que prohíbe el trato humillante o degradante de presos. La Ley de Crímenes de Guerra estadunidense establece como delito mayor federal la violación de esta provisión internacional.

Pero cuando fue interrogado por el senador John McCain, republicano y prisionero de guerra en Vietnam, sobre si creía que son admisibles las confesiones obtenidas a través de "trato ilegal e inhumano", la respuesta de Gonzalez -después de ponderar durante casi un minuto- fue: "¿Cómo se define? Creo que si todos pudiéramos acordar una definición de trato cruel, inhumano y degradante, entonces tal vez podría yo darle una respuesta".

Mientras que el procurador general continúa sin saber cómo definir "cruel e inhumano" y, por lo tanto, evade "entender" una de las convenciones internacionales fundamentales, el gobierno sigue operando prisiones clandestinas y las técnicas de "interrogación" junto con la privación de los derechos otorgados por estas leyes internacionales.

Hay siete (pronto habrá ocho) centros de detención en Guantánamo con unos 450 prisioneros, más unos 13 mil detenidos en Irak, otros 500 en Afganistán y un número desconocido en "sitios negros" de la CIA en varias partes del mundo. Según varios informes, casi 100 detenidos han muerto en detención, con una tercera parte de estas muertes bajo investigación como homicidios, y más de 600 estadunidenses (militares y civiles) han sido implicados en algún tipo de abuso. Todo esto sólo es lo que se sabe.

El comandante en jefe y sus generales

Y la guerra en su frente de Irak parece estar al borde no de la "democracia", sino del caos. Los dos generales de mayor rango encargados de Irak advirtieron la semana pasada que podría ser inminente una guerra civil en el país invadido. "Creo que la violencia sectaria es la peor que he visto, en Bagdad en particular, y si no es detenida, es posible que Irak pudiera avanzar hacia una guerra civil", dijo el general John Abizaid, comandante de las fuerzas estadunidenses en Medio Oriente, ante un comité del Senado. El jefe del estado mayor, Peter Pace, reafirmó esa apreciación en la misma audiencia.

A su vez, Bush, el comandante en jefe de las fuerzas armadas, decidió descalificar a sus generales y declaró ayer: "escucho que la gente dice guerra civil esto, guerra civil aquello, pero el pueblo iraquí se decidió contra la guerra civil cuando acudió a las urnas".

El mismo día George Casey, comandante de las fuerzas estadunidenses en Irak, contradijo al comandante en jefe, y en entrevista con ABC News dijo que una guerra civil "es ciertamente posible", y agregó: "una amenaza de guerra civil, diría, es probablemente la amenaza más significativa por el momento".

Mientras que los supremos comandantes de la guerra en Irak ya no parecen compartir la misma visión, el público continúa dudando cada vez más de la justificación oficial básica para permanecer en Irak; la mitad cree que si la presencia militar continúa unos años o no, ya no afectará la seguridad de Estados Unidos, según encuesta reciente de CBS News.

Desastre con fines de lucro

Todos los indicadores registran un desastre militar, político y diplomático en varios -sino todos- los frentes de esta guerra contra el "terrorismo". Pero esa realidad parece no preocupar al gobierno. Algunos señalan que el grupo en el poder continúa la doctrina Reagan, otros que están guiados por su "visión divina" fundamentada en la ultraderecha religiosa, otros sólo ven un grupo político inepto, y otros un gran éxito empresarial.

"Nunca hemos tenido un gobierno como este", declaró el gran intelectual estadunidense Gore Vidal a The Progressive. "Estados Unidos ha hecho cosas malévolas en el pasado a otros países, pero nunca a esta escala... es como si fuéramos malos. Golpeamos primero. Te destruiremos. Esta es una eterna guerra contra el terrorismo, pero eso es como una guerra contra la caspa. No hay tal cosa como una guerra contra el terrorismo, es de idiotas. Son eslóganes, son mentiras. Es publicidad, la única forma de arte que inventamos y desarrollamos".

Vidal agrega: "a esta pandilla (el gobierno de Bush) le vale la gente... piensan en términos totalitarios. Tienen las tropas... tienen al Congreso. Tienen al Poder Judicial. ¿De qué se tienen que preocupar?"

Para Lewis Lapham, el veterano periodista y ex editor de Harper's, hay otra explicación. Aunque en términos políticos y militares, la aventura bélica estadunidense es un desastre, en términos empresariales y comerciales tendría que ser calificada como un gran éxito. "Entiendan la guerra sobre le terror como una iniciativa capitalista de libre mercado en lugar de algún tipo de servicio público o gubernamental, y en los noticieros nocturnos veremos ante nosotros un triunfo, no una derrota". Lapham recuerda que el Congreso ha aprobado más de 300 mil millones desde que cayeron las Torres Gemelas para la guerra "contra la maldad", y que hoy fluyen más de 1.5 mil millones desde Washington para la guerra, y que gran parte de ese dinero se traduce en contratos millonarios para grandes empresas. Ahí está el éxito.

Lapham cita al director de cine Rainer Werner Fassbinder para resumir esta perspectiva: "En el último análisis, el terrorismo es una idea generada por el capitalismo para justificar mejores medidas de defensa para proteger al capitalismo".

 
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