Usted está aquí: martes 8 de agosto de 2006 Opinión Julio Galán: in memoriam

Teresa del Conde

Julio Galán: in memoriam

Causa consternación la muerte de este pintor porque dio visos de no encontrarse a gusto entre los vivos a través de los rasgos que imprimía a su iconografía y a los enunciados que con frecuencia introducía en sus obras. Tiene una pintura que se titula Me quiero morir y en otra, temprana, Paisaje de mis sueños se representa cubierto por un sudario sobre el que monta una figura de peluche. Tuve noticia de que se estaban trabajando los lineamientos para una autobiografía, que él, con ayuda, estaba dispuesto a acometer y de la que quizá algo haya quedado a la fecha. Ojalá.

En 1993, Braulio Peralta le recogió lo que sigue, que reafirma lo que acerca de él expresó en entrevista Raquel Tibol: ''No no soy Frida ni me siento Kahlo. Los críticos, o están mal informados, o son demasiado ignorantes, o no conocen ni a Frida Kahlo ni a mi pintura (...) Igual lo suyo fue un problema físico, y el mío, psicológico, emocional. Pero yo nunca... quise pintar como ella. No engaño a nadie porque no quiero engañarme a mí mismo. Mis cuadros son una tortura que me causan el mismo dolor y la misma alegría..."

Me gustaría citar la tesis de maestría que le dedicó la investigadora regiomontana Alicia Leal Farías en 2000, pero desgraciadamente no la tengo a la mano. En un díptico realizado en 1985 Galán dejó inscrito en letra diminuta ''ya me quiero ir al más allá". El significado de esa frase, ¿tendría para él lo que tiene para el común de los mortales?, a saber, quizá ese más allá pudo referirse a lo que se encontraba en la habitación contigua, en el ámbito de los sueños, de sus muñecos, o en la posibilidad de viajar a Morelia (uno de sus muñecos preferidos se llamaba ''Morelio"); durante determinado periodo solía hacer viajes a Michoacán para pernoctar en cierto restaurante del que jamás salía. O puede ser que su ''más allá" equivaliera a un ''más acá" y eso tiene dos filos, uno de los cuales se identifica con el nirvana o con el retorno al útero. Su madre, dijo, fue la sombra protectora por antonomasia.

Su polimorfismo, como el de los niños, se sumó a una memoria herida por la nostalgia y por la condición insaciable del deseo. Concretó una cultura visual generada a contrapelo, nutrida de posmodernismo ''natural" y de vastos ingredientes religiosos sentidos de manera muy peculiar, que en cierto modo lo anexan con otro pintor: Enrique Guzmán, que murió por voluntad propia a los 33 años. Están vinculados (también con Xavier Esqueda, uno de los iniciadores del culto a la nostalgia) a través del imaginario de toques con frecuencia siniestros de la infancia precoz, pero son totalmente diferentes entre sí debido a la introyección y concreción de sus temas.

Julio fue como un regisseur de sus propias composiciones, ya se tratara de vestales mancas, o de los animales que lo acompañan, configurados como objetos, un poco al estilo Jeff Koons en su vena kitsch, sólo que en Julio estos personajes pueden actuar como si fueran sus ángeles de la guarda. Como ángel se hizo fotografiar mirando hacia arriba con ojos densamente azules en la imagen reproducida el pasado sábado 5 en diario capitalino; otras veces asumía la pose de Mr. Hyde como si esa doble personalidad que formuló Stevenson en su justamente famosa obra, fuera eje provocador de sus autocomplascencias.

Vio a muchos pintores, tomó sólo lo que de ellos asimilaba dentro de su propio cuerpo, hay ecos de Francis Bacon en algunos de sus frecuentes autorretratos, en tanto que Graciela Iturbide, con enorme perspicacia, o siguiendo quizá los lineamientos de su modelo, lo retrató en pose de Señor de la columna, con las manos atadas, el torso desnudo y sangrante , inclinado en diagonal, se trata de una foto tan bien compuesta como lo son la gran mayoría de sus propias composiciones pictóricas.

Sergio Pitol, Ida Rodríguez Prampolini (a quien él quería mucho), Francesco Pellizzi y una suma de comentaristas de primera línea escribieron sobre su obra, siempre desconcertados y fascinados con la misma.

Un solitario fructífero, admirado y excéntrico, un ser humano que dijo en cierto momento: ''esta vida no significa más que cumplir una misión (...) Voy a estar después de aquí con Dios (...) trato de hacer lo mejor que puedo las cosas, lo que me tocó hacer, y a eso tengo miedo, es que a la hora de la hora no llegue a estar con Dios..." Eso se lo recogió Jeannette Mehl. Es honesto citar a quienes se ocupan de los hechos, pero, por desgracia, tal práctica es poco frecuente, aun entre los más acendrados académicos.

La hora de la hora le llegó, no sabemos cómo ni por qué fue. A Lissy, a Sofía, a toda su familia, a sus allegados, un pésame compartido.

 
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