Usted está aquí: martes 8 de agosto de 2006 Opinión Cuba y Fidel Castro

Heriberto M. Galindo Quiñones

Cuba y Fidel Castro

Cuba es una gran nación y su pueblo es excepcional. Se caracterizan por la grandeza que les generó el heroísmo a lo largo de cruentas luchas emancipadoras durante casi dos siglos.

Hoy no es el paraíso, pero tampoco el infierno. Posee, como todos los países, riquezas y pobrezas, luces y sombras, fortalezas y debilidades, aciertos y errores. Pero en Cuba no hay miseria. Su gente cuenta con una sólida formación y, sobre todo, fue adquiriendo algo que no se obtiene en ninguna universidad ni se compra en el mercado: dignidad, valentía, iniciativa, alegría, aguante, entusiasmo, resistencia y amor por la vida.

No sin angustia, tristeza y desesperación han venido superando sus problemas más graves, como son la necesidad y la escasez, pero al lado de su gobernante. Por supuesto que existe una minoría que no simpatiza con la forma como se conduce al país, pero la mayoría respalda a su comandante en jefe, quien en su congruencia, como todo ser humano, muestra sus virtudes y defectos.

También hay quienes, reconociendo y admirando la revolución cubana y a sus dirigentes, pensamos que en Cuba hay mucho por hacer en cuanto al mejoramiento de los estándares de vida del pueblo cubano, y que algún día -lo antes posible- tendrán que abrir más la economía y la política para alcanzar niveles y estadios superiores, en cuanto a bienestar y participación.

La disidencia es minoritaria, pero merece sobrevivir.

Se puede o no estar de acuerdo con el sistema cubano, pero no se debe ser simplista en el análisis de cuanto acontece en el país hermano, si en verdad queremos hablar de su historia y su porvenir.

El éxodo y la diáspora allí están, y hablan por sí solos. Son más de 2 millones de isleños residiendo en el exterior, mayoritariamente en Estados Unidos. Muchos de ellos -algunos con odios y resentimientos muy marcados- viven soñando con el retorno a su patria, que es la misma por la que dio la vida José Martí, y la que dio cobijo a nuestro Benito Juárez.

Afortunadamente cada vez son más los miembros de la comunidad cubana en el exterior que están asumiendo actitudes positivas, aunque acabemos de ver en la televisión a personas de Miami festinando lo que no tienen por qué festejar, pues nadie en su sano juicio, y con el menor rasgo de humanismo y amor al prójimo, puede celebrar y cantar victoria porque el adversario se enfermó.

En estos momentos lo mejor para todos es hacer votos y orar por la recuperación de la salud del primer mandatario cubano, para que retome el mando y estructure él mismo su propia sucesión, precisamente a partir de que delegó temporalmente la mayor parte de las funciones de mando al también comandante Raúl Castro Ruz, quien por cierto está actuando con alerta, prudencia y serenidad al lado del líder, frente a los acontecimientos y las amenazas del norte.

Los más sensatos de quienes viven fuera de Cuba están pensando cómo contribuir al esfuerzo de su nación, que tampoco los olvida, y en verdad los necesita; pero hay quienes están obstinados por el apoyo que les pueda brindar el gobierno estadunidense para regresar, desestabilizar y dominar. Han hecho cálculos erróneos.

En primer lugar hay que decirles que Fidel Castro vive y se está recuperando y, en segundo lugar, que es bueno saber esperar, ya que Cuba tiene excelentes cuadros para el relevo, empezando por quien por ley y merecimientos es el sucesor inmediato.

Si llegara a faltar el comandante en jefe de la revolución cubana, seguramente que su relevo restructurará el gobierno y redefinirá las políticas públicas, aunque en un esquema de continuidad evolutiva; quizá entonces soplen nuevos vientos sobre tiempos distintos, pero será hasta entonces.

Apellidos como Lage, Alarcón, Pérez Roque, Leal, Soberón, Balaguer, Machado, Portal y Valenciaga, seguramente serán muy mencionados.

Con el liderazgo del legendario comandante Fidel Castro, los cubanos han ido saliendo adelante, ciertamente con grandes sacrificios y en medio de enormes vicisitudes y penurias, ocasionadas en gran medida por el bloqueo estadunidense, la falta de solidaridad de países temerosos de la presión de Estados Unidos y, más aún, tras la desaparición del bloque socialista operado por la otrora URSS.

Hoy Venezuela, China, Canadá, España, Italia y Francia destacan como sus socios más notables. Además del turismo, el tabaco, el azúcar y el níquel, empiezan a figurar en el mundo energético, y son una potencia en la medicina.

No se exagera si se afirma que, reconociendo las luchas de los próceres de la independencia formal frente a España, a principios del siglo pasado, la verdadera independencia de Cuba se viene gestando durante los últimos 20 años, dándole viabilidad como nación independiente. Por ello la historia registrará a Fidel Castro como el verdadero Padre de la Patria, precisamente por esta hazaña, además de las proezas en la Sierra Maestra y del triunfo rebelde que bajo su liderazgo hizo huir a Fulgencio Batista aquel memorable 1º de enero de 1959.

No se trata de dar a entender que todo lo ideado, impulsado y operado por la dirigencia de la revolución cubana, a lo largo de más de 47 años de gobierno, ha sido perfecto, pero es innegable que el balance es positivo, aunque haya rezagos por eliminar y correcciones qué hacer.

No se pueden ignorar los sufrimientos de un pueblo auténticamente heroico, que ha luchado a brazo partido por sobrevivir ante las acechanzas del imperio por espacio de más de dos décadas, precisamente con la grandeza de su presidente Fidel Castro Ruz, a quien por supuesto que la historia absolverá.

Reciban Cuba y los cubanos los mejores deseos desde México.

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