Usted está aquí: sábado 5 de agosto de 2006 Opinión Los de Abajo

Los de Abajo

Gloria Muñoz Ramírez

Amenaza a indígenas

Los grandes proyectos hidroeléctricos en México (La Parota) y Centroamérica, enmarcados en el Plan Puebla-Panamá, amenazan territorios, la biodiversidad, el tejido social comunitario, la cultura, las relaciones sociales de los pueblos y, en suma, la existencia de miles de comunidades indígenas y campesinas que simplemente no caben en estos planes.

De manera paralela a los designios capitalistas, crece la resistencia y la organización de los afectados y, en este contexto, Costa Rica no es la excepción. Décadas de resistencia avalan la lucha de los habitantes de Térraba, Ujarrás y Boruca, donde la voracidad del poder económico pretende la construcción de una hidroeléctrica en la cuenca del río Grande de Térraba, en el sur del país, en el corazón de la región Brunca.

Aunque la avidez por la mayor cuenca de este país data de hace 40 años, hoy se renuevan las intenciones del Instituto Costarricense de Electricidad, en el contexto de la privatización de servicios públicos que impulsa el gobierno, en complicidad con trasnacionales. Se busca, de acuerdo con informes de la Asociación de Iniciativas Populares Ditsö, "vender energía por medio del Sistema de Interconexión Eléctrica de los Países de América Central".

El Proyecto Hidroeléctrico Boruca afectaría la vida de indígenas asentados en el valle del Dikes, en la cuenca del río Grande Térraba. Tan sólo en el Cantón de Buenos Aires viven seis pueblos indígenas, pertenecientes a cuatro culturas (boruca, teribe, cábecar y bribrís). Asimismo, debido a las dimensiones de la represa, se afectaría también casi la totalidad de la región sur del país.

Las personas afectadas directamente, explica Ditsö, serían unos 4 mil borucas, mil 500 teribes, 3 mil 800 bribrís y mil 100 cabécares. Además de habitantes no indígenas (campesinos, terratenientes, etcétera).

Ante la amenaza se intensifica la resistencia. Los pueblos de Rey Curré y Térraba se unen con otros indígenas de la zona y coordinan diversas acciones, tales como el Encuentro por la vida de los ríos y la unidad indígena, celebrado en días recientes.

Información proveniente de las organizaciones implicadas en la defensa del territorio, advierten que la resistencia incluye, además de encuentros comunitarios y movilizaciones, campañas de información para difundir los impactos de la hidroeléctrica, tales como la reducción de la demanda biológica de oxígeno, los cambios en la calidad del agua, las modificaciones del caudal del río (la disminución de inundaciones anuales afectaría la productividad agrícola de toda la zona), los cambios en la fauna acuática y la activación de procesos erosivos y de sedimentación en el cauce del río, con efectos negativos en la pesca, y un largo y penoso etcétera.

Por si esto fuera poco, la eventual construcción de la represa destruiría sitios arqueológicos, ubicados en lugares en los que se realizarían remociones de tierras y rellenos. Tienen 40 años intentándolo. Esperemos que no lo logren.

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