Usted está aquí: sábado 5 de agosto de 2006 Editorial El TEPJF, ante la historia

Editorial

El TEPJF, ante la historia

El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) determinará hoy si procede o no el recuento de todos los votos emitidos en la jornada electoral del 2 de julio. El fallo que tome tendrá amplias repercusiones para la vida política nacional. En esa decisión está en juego el futuro del país y su democracia.

Ciertamente, la sesión del TEPJF no definirá quién será el próximo jefe del Ejecutivo. Para calificar los comicios presidenciales del pasado 2 de julio, los siete magistrados que integran el órgano deberán aún recorrer un largo camino. El tribunal no emitirá, tampoco, requerimiento alguno respecto del resto de los agravios denunciados por la coalición Por el Bien de Todos en su recurso central. Los letrados no fijarán, por lo pronto, su posición sobre los señalamientos contenidos en el alegato de 800 páginas sobre la parcialidad del Instituto Federal Electoral (IFE), tales como el involucramiento del presidente Vicente Fox en los comicios y la utilización de los programas sociales con fines electorales. La resolución de hoy sólo concluirá este episodio dentro del gran juicio. Lo que hoy se establezca será la vía que se siga para analizar a fondo todo el proceso.

Sin embargo, a pesar de ello, la determinación que tome el TEPJF será esencial para el futuro de la vida política del país. Independientemente de consideraciones jurídicas y vericuetos legales, más allá del camino que el diferendo deberá seguir transitando, los grandes bloques políticos en los que se ha dividido el país están organizados en torno a si es necesario efectuar un nuevo escrutinio y cómputo de cada casilla o, por el contrario, es inadecuado hacerlo. Aunque el fallo de los magistrados sobre este asunto no sea la última palabra sobre los comicios, será fundamental para fijar las coordenadas y la intensidad con las que a partir de mañana se moverá la lucha poselectoral que ha convulsionado al país.

Muchos ciudadanos están convencidos de que el proceso electoral se vio manchado por un gran fraude que es necesario limpiar. Por el contrario, muchos otros creen que en el conteo de los votos pudo haber errores, pero no estafa. Los primeros han mostrado una amplia documentación sobre las anomalías. Los segundos insisten en que la participación ciudadana en la organización de los comicios fue ejemplar. Unos exigen que se cuente "voto por voto, casilla por casilla"; otros insisten en que "México ya votó", como si el recuento fuera una nueva votación y no un mecanismos de verificación de los resultados con los que actualmente se cuenta y que están en cuestión.

Frente a un país dividido y enfrentado, el recuento de votos es algo no sólo de sentido común, sino de bien común. Eso no significa que haya dudas sobre la tarea de muchos ciudadanos que contaron los votos el día de las elecciones, sino que existen grandes interrogantes sobre el pésimo funcionamiento de los organismos electorales, y la necesidad de que se disipen sobre la base de un nuevo conteo. Una gran nación se construye diciéndole la verdad. No se puede cimentar el futuro de un país sobre la base de la mentira.

El fallo del TEPJF del día de hoy se llevará a cabo en un contexto de desconfianza: ni los jueces ni la justicia gozan de buena reputación en nuestro país. Son demasiados los casos en nuestra historia reciente en los que la justicia ha sucumbido a los intereses del dinero o de la consigna de los poderosos. Grandes saqueadores del patrimonio nacional han sido exonerados por letrados de dudosa reputación. Peligrosos criminales de cuello blanco caminan libremente por las calles del país. En cambio, multitud de luchadores sociales han sido llevados a los tribunales o padecido la cárcel por defender los derechos y las aspiraciones de los menos favorecidos.

El día de hoy los integrantes del TEPJF tienen frente a sí la disyuntiva de honrar la justicia o mantener viva la peor tradición judicial. Se encuentran frente al dilema de ganar la fama, entendida en su acepción de "opinión que la gente tiene de la excelencia de alguien en su profesión o arte", o hacerse merecedores de la infamia, en su significado de "descrédito, deshonra". El tribunal se encuentra hoy frente al juicio de la historia.

 
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