Usted está aquí: sábado 5 de agosto de 2006 Cultura Elisabeth Schwarzkopf fue la soprano ''del perfeccionismo implacable''

Cuando interpretaba a Mozart era casi imbatible, señala un crítico musical

Elisabeth Schwarzkopf fue la soprano ''del perfeccionismo implacable''

DPA

Viena/Schruns, 4 de agosto. Elisabeth Schwarzkopf fue quizá la última gran diva de la ópera. Pero no era una ''gata salvaje'' como María Callas, con la que compartía el rango de ser una de las más grandes cantantes de su época, sino que era una artista marcada por el intelecto.

Era estricta, especialmente con sus alumnos, pero sobre todo consigo misma. Hasta hace pocos años, las jóvenes sucesoras temían en el Festival de Salzburgo las duras miradas y las críticas de la soprano. Elisabeth Schwarzokopf murió en la localidad austriaca de Schruns, la madrugada del jueves, a los 90 años.

¿Qué es lo que distingue a una gran cantante? ''Lo más grande era su interpretación de Mozart. En eso era casi imbatible'', sostuvo el crítico musical alemán Joachim Kaiser. ''Las tan alabadas interpretaciones de Hugo Wolf, en cambio, me parecían demasiado manieristas''.

Estas palabras no son un caso aislado entre los controvertidos juicios sobre la labor de la cantante. El experto teatral Jens Malte Fischer escribió: ''Más arte que naturaleza. Quien busque el sonido natural en Elisabeth Schwarzkopf difícilmente lo encontrará''.

¿Pero es un error luchar por la expresividad? ''Cantaba con el matiz en las palabras de un actor sutil y los delicados colores de un gran pintor'', escribió el crítico musical Juergen Kesting.

Su capacidad de teñir su voz e iluminar los detalles más finos del texto la convirtieron en ''una de las más fascinantes de todas las intérpretes de Hugo Wolf''.

Impresionante intérprete de lieder

Schwarzkopf fue una de las más significativas, ''si no es que la más significativa cantante de lieder'', dijo Kesting. ''Tras la Segunda Guerra Mundial, era sin duda la cantante alemana más impresionante''.

La presidenta del Festival de Salzburgo, Helga Rabl-Stander, ubicó a Schwarzkopf entre ''las intérpretes más importantes del siglo XX''.

Todavía hoy, en pleno Año Mozart, más de un asistente al estreno de Las bodas de Fígaro, en Salzburgo, hubiera deseado una interpretación tan sutil e inmaculadamente bella como eran las de Schwarzkopf.

Por eso le fue concedido el pasado junio el premio Echo Klassik a toda una trayectoria, por la Academia Fonográfica Alemana.

Elisabeth Schwarzkopf iba a recibir el galardón el 22 de octubre, en Munich.

La carrera de Schwarzkopf está vinculada sobre todo a un nombre, el del productor discográfico Walter Legge, quien desde 1953 fue su marido.

Fue en 1946, en Viena, cuando Legge preparó un lied de Wolf con la soprano. Durante una hora y media la hizo practicar duramente hasta que Herbert von Karajan intervino: ''No crucifiques a la niña''. Pero la cantante del ''perfeccionismo implacable'' (Legge) pasó la prueba.

Nació en Jarocin, Polonia, en 1915. En Berlín estudió con María Ivoguen. En 1946, Von Karajan la definió como ''posiblemente la mejor cantante de Europa''.

 
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