Usted está aquí: jueves 3 de agosto de 2006 Opinión El tribunal y la carreta

Sergio Zermeño

El tribunal y la carreta

El Tribunal Electora l del Poder Judicial de la Federación se parece cada vez más a una carreta sobrecargada. No sólo está ya soportando el enorme peso de los paquetes electorales, sino que todos le aventamos lo que se nos atora. Cuando a Fox, a su vocero o al presidente del IFE se les dificulta una respuesta, declaran graciosamente que es un asunto que corresponde al tribunal. Cuando los partidos políticos traen nuevas evidencias, nada más escuchamos crujir las muelles al caer los legajos. Cuando los medios de comunicación tienen que descalificar las protestas callejeras, se pone al tribunal como ejemplo prístino de la institucionalidad y del deber ser. Cuando los pirruris de Radio Fórmula terminan de mentarle la madre a los 80 millones de nacos, cierran el programa arrodillados ante la efigie del tribunal. Cuando a los ciudadanos ya no nos da más el raciocinio, votamos el arpa sobre esa carreta, como si fuera camión de basura.

Pero resulta que el pesado armatoste tiene que ser puesto en movimiento y los responsables de su conducción meditan sobre cuál de las calzadas que tienen al frente deberán tomar y sobre si es conveniente iniciar la marcha con todo ese peso. ¿Será mejor descargar y abrir algunos paquetes para que no se nos acuse de sobrecarga y tomar rápido por la calzada de la derecha, declarando ganador a Calderón? Quién sabe, esa calzada es muy sinuosa y tiene como primer bache la activación popular en pleno, en cada esquina. Si por ahí tomara el tribunal, los ejes tronarían sin duda, la carga se iría de lado y el recorrido terminaría en un desastre (ese López Obrador no es bruto, se dicen, sabe que el tiempo es corto y ha cavado un bache bien hondo al inicio de esa calzada, está poniendo oídos sordos a los militantes de su ala modernizadora, ha decidido tomar la calle, con el costo que tenemos a la vista; ha dado un golpe de timón de alto riesgo, pero con ello está impidiendo que la carreta circule por la derecha, y está impidiendo también que el radicalismo entre sus filas lo rebase por la izquierda: mejor actuar ahora que terminar, dentro de 18 años, siendo otro perredista bueno, respetuoso de la ley, jamás desaforado, aceptando de manos de la derecha chambitas honorarias.

Para evitar estos peligros, se dicen los magistrados, antes de echar a andar mejor descarguemos un buen número de paquetes para aligerar la marcha. Si el resultado es ampliamente favorable a AMLO, si el fraude aparece con evidencia, tomemos con decisión la calzada de la izquierda, al fin que en Ucrania ya sucedió algo parecido (pero cuidado, arrancar por esa ruta implica que todas nuestras instituciones, o casi todas, son un cochinero, que desde el Presidente de la República, el aparato electoral, los magistrados y los legisladores, los medios de comunicación y la enorme mayoría de los habitantes de esta nación somos corruptos, que anteponemos nuestros intereses a la construcción de una cultura cívica. ¡Qué bochorno! ¡Qué pena de sociedad! Sea como sea, si fuéramos capaces de aceptar esto, iríamos por buen camino, porque la cura comienza cuando la enfermedad se acepta. Pero antes de entrar en este vericueto veamos las otras opciones.

Si al abrir ese gran cúmulo de paquetes lo único que se confirma es el resultado que conocemos, entonces, más ligera y más legítima, la carreta pasará por encima de los baches del Zócalo y de Reforma, y sus conductores se quitarán "un gran peso de encima"... y nosotros también. Pero si el ejercicio de abrir los paquetes sólo apunta a un resultado aún más empatado, sea para un lado o sea para el otro, entonces habrá de suspenderse la contabilidad, tirar todos los paquetes al olvido y enfilar por la calzada de en medio: la nulidad, la más plana, la mejor pavimentada, la que permite que izquierdas y derechas no se trencen en una batalla fratricida a la altura de el Angel, y en tantas otras partes.

No nos dejemos engañar: Fox ha gritado que una presidencia interina es "un absurdo", su vocero la ha llamado "un absurdo absoluto"; el panista Molinar la calificó de un "absurdo sicotrópico" y todo el perredismo asegura que la exigencia de "voto por voto" jamás derivará en una anulación electoral. Pero nosotros, y sobre todo los magistrados del tribunal, sabemos que una cosa es el discurso de los actores políticos y otra lo que conviene a la sociedad. Por lo demás, también sabemos que cuando la alharaca y la histeria son tan fuertes es que lo más temido se está volviendo inevitable, o que queremos cubrir lo inevitable con la vehemencia. Agregemos, en fin, que el cañonazo del domingo en el Zócalo fue tan brutal que parece haber matado para enfrente, pero también para atrás. Así es que los que vayan a entrar al relevo, que se vayan preparando.

 
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