Usted está aquí: domingo 30 de julio de 2006 Sociedad y Justicia Navegaciones

Navegaciones

Pedro Miguel

Babel en las alturas

Las palabras siguen de cabeza

Los innumerables nombres del cielo

El mundo está patas pa'rriba

Ampliar la imagen Representación de la Osa Mayor

Ampliar la imagen Galaxia M41, llamada El Remolino

Ampliar la imagen Antiguo mapa del Cielo

Vega, Cor Hydrae, Minhar al Shuja, Regulus, Denébola, Zoz-ma, Rasalas, Tsze Tseang, Zuben El Genubi, Tyl, Rotanev, Mira, Algorab, Shedir, Tegmine. Una multitud como la de hoy no necesita nombres. No es preciso individualizar cada gota del torrente para hablar del Duero, del Grijalva, del Papaloapan, del Amazonas o del Escamandro. Río Madero, Río 20 de Noviembre, Río Reforma, Lago del Hemiciclo, Océano de la Constitución, han de decir, simplemente, las crónicas cuando exploten la aptitud acuática de la gente para adaptarse a los cauces y desfiladeros de cualquier geografía, incluida la urbana. Salud.

Tampoco las estrellas requieren nombres propios. Lo más probable es que a la gigantesca masa de hidrógeno incendiado y moribundo que cuelga de la nada, que los humanos conocemos como Antares, le importe un carajo llamarse así, Anti-Ares; El Contrario de Marte, como querían los griegos; Cor Scorpionis, Corazón de Scorpio, como lo pretendieron los romanos, o Zubenalacrab entre los árabes. Esa gigante roja es una profecía sobre el destino del Sol, otra pelota caliente y nutricia que dentro de 4 mil 500 millones de años también se pintará de color sangre, se hinchará como un grano en la cara de un adolescente y devorará a los planetas que la acompañan.

De aquí a entonces hay tiempo sobrado para marchar por la superficie tibia del tercero de ellos, festejar la paz, la dignidad y la vida para imaginar los rostros de los hijos de los hijos de nuestros hijos (es suficiente, por ahora), y para seguir cometiendo bautizos disparatados y hermosos en los objetos remotísimos que penden de nuestras cabezas. Porque tal vez los humanos no sean los únicos seres que observan el cielo, pero de seguro son los únicos que lo escudriñan con una mirada que reparte nombres: Aldebarán, Monoceros, Mintaka, Orión, Betelgeuse.

http://www.astrored.org/contenidos/preguntas_frecuentes/index.php?77203

Dice Kerry Hull, en su texto Lenguaje cosmológico y ritual en Ch'orti', que "ciertos curanderos solían invocar regularmente los nombres de numerosos cuerpos celestes, como la estrella de Katata' (estrella de dios), la estrella E Travesador, Niño Redentor y Pastoreador, E Siete Travesía de Katata', Angel don Pascual de Verónica Estrellador, Estrella de Saliente, Santa Vieja del Mundo al Saliente, doña Vieja al Saliente del Mundo, Virgen de María al Saliente de Parindera del Mundo, Enclisador, Entapiador, Encoranador del Mundo, Niño Revistador de Pasterador y Virgen Santa Teresa.

Los curanderos Ch'orti' consideran que cada una de las estrellas es responsable de una determinada enfermedad, y que tienen un "espíritu maligno asociado". Pero en el imaginario (o no tanto) del mundo también es cierto lo contrario, y cada cuerpo estelar ejerce una influencia buena en la carne y en el alma de las personas, y éstas agradecen y corresponden a los astros regalándoles nombres misteriosos en todas las lenguas: Aspidiske, Procyon, Murzim, Cor Caroli, Avior, Choo, Hamal, Aludra, Prijipati, Wezen, Gomeisa, Casiopea.

Hemos exportado nuestra Babel terrestre a las alturas. Ante "los avatares y fanatismos de las diferentes culturas y pueblos, se tiene como resultado que el nombre de una estrella pueda tener una o más definiciones y que su escritura varíe. Podríamos consultar fuentes y fuentes para corroborar que para una misma estrella con un mismo nombre pueden existir variaciones en letras, vocales y consonantes e, inclusive, algunas palabras adicionales", comenta Gonzalo Rafael Caicedo, de Astronomía Colombia. En Los nombres de las estrellas, Alan MacRobert se apiada de "todo aquel que se inicia en la astronomía (y) se queda perplejo ante la variedad de números y letras que denotan los grandes trabajos de la creación. Algunas veces la nomenclatura parece diseñada para confundir. Cualquiera puede ver hacia arriba y reconocer una estrella como Vega. Entonces, ¿por qué necesita tener también los nombres de BD +38°3238, Alfa Lyrae, 3 Lyrae, HR 7001, GC 25466, HD 172167, SAO 67174, ADS 11510 y docenas más?"

http://www1.eafit.edu.co/astrocol/circu66.htm.

http://www.geocities.com/CapeCanaveral/Campus/4847/sky/estrellas.htm

Esas y otras dificultades y confusiones por la nomenclatura celestial, producto de sedimentaciones milenarias, no son tan graves como el hecho de que las palabras, en nuestro planeta, hayan sido puestas de cabeza. Hablan de paz y tolerancia los violentos, adictos al poder. Quienes se llenan los belfos hablando de la decencia tienen tras de sí armarios enormes llenos de muertos, quiebras fraudulentas, adicciones inconfesables, traiciones y chequeras que huelen a mierda.

Al linchamiento lo llaman concordia. Le dicen democracia al poder del dinero. Se habla de autodefensa mientras se extermina al pueblo vecino. Al robo lo denominan probidad. Elogian la transparencia del atole nauseabundo que quieren darnos con el dedo. El planeta está de cabeza y los recursos idiomáticos del poder son más orwellianos que nunca. Pero las palabras usadas para identificar a los astros conservan su integridad: Altair, Mizar, Deneb, Sirio, Polar, Pishpai, Alsciaukat, Yildun, Espiga, Sirrah, Sadal Melik, Tarazed, Mesarthim, Prijipati, Sadatoni, Segiuns, Mirak, Izar, Mufrid, Alkalurops, Arcturus, Acubens, Cor Caroli, Muliphein, Adhara, Aludra.

Volviendo a MacRobert, se pregunta: "¿Si pudiera una rosa oler tan agradable mediante otro nombre, podría BD +38°3238 sonar de manera más dulce a los amantes bajo un cielo de verano?" La pregunta me obliga a acudir en busca de El Aleph, de Borges: "Si (co-mo afirma el griego en el Cratilo) / el nombre es arquetipo de la cosa / en las letras de 'rosa' está la rosa / y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'. // Y, hecho de consonantes y vocales, / habrá un terrible Nombre, que la esencia / cifre de Dios y que la Omnipotencia / guarde en letras y sílabas cabales. // Adán y las estrellas lo supieron / en el Jardín. La herrumbre del pecado / (dicen los cabalistas) lo ha borrado / y las generaciones lo perdieron."

http://303.ubik.com.ar/borges02.html

http://omega.ilce.edu.mx:3000/sites/ciencia/volumen2/ciencia3/062/htm/sec_8.htm

http://skyandtelescope.com/howto/basics/article_237_1.asp

El mundo está patas arriba (por eso hay que marchar, para acordarse de que los pies van abajo del resto del cuerpo y sobre la Tierra) y el firmamento no es el dulce seno del Señor, sino un sitio espantoso, lleno de meteoritos ríspidos, fríos desoladores, temperaturas que te hacen hervir la sangre, nubes de hidrógeno que explotan, planetas con lagos de metano congelado y lluvias de ácido sulfúrico. Lo más bonito del cielo es la constelación de nombres que hemos puesto en él: Rigel, Alkes, Mimosa, Albireo, Azelfafage, Rastaban, Kin Yu, Arrakis, Grumium, Azha, Acamar, Angetenar, Castor, Pollux, Alhena, Almeisan, Wasat, Marfik, Alphard, Cor Hydrae, Minhar al Shuja, Regulus, Zozma, Alcyone, Maia, Merope, Celaeno, Vindemiatrix, Sargas...

En el blog de esta columna hay links sobre nombres celestes que ya no cupieron aquí. Van 61 navegaciones en este año. Gracias por haberlas leído. Gracias por los mensajes, por las críticas, por el aliento, por la palabra. Tomo unas vacaciones estivales y vuelvo pronto.

[email protected] * http://navegaciones.blogspot.com

 
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