Usted está aquí: domingo 30 de julio de 2006 Cultura Límite siete, recorrido transgresor y redentor por los pecados capitales

La coreografía se vale del teatro, la música, efectos sonoros y el video

Límite siete, recorrido transgresor y redentor por los pecados capitales

La compañía Aksenti Danza Contemporánea celebra su 15 aniversario con esta pieza

ARTURO JIMENEZ

Ampliar la imagen Punto culminante de la coreografía Límite siete Foto: José Antonio López

Lo que está prohibido provoca la curiosidad y el apetito, transgredir los límites impuestos al deseo es una forma de culpa y condena, pero también de liberación, y el premio puede ser el placer inconmensurable.

Esa parece ser la premisa de la coreografía Límite siete, apuesta valiente por riesgosa apoyada en el teatro, la música, los efectos sonoros, la iluminación y el video con la que la compañía mexicana Aksenti Danza Contemporánea festeja su 15 aniversario.

En Límite siete, dirigida por el coreógrafo y pianista estadunidense Duane Cochran, unos personajes parecen rendirse a uno de los siete pecados, otros a varios y unos más a todos, pero nadie se queda sin pecar.

Estructurada en ocho cuadros, la obra comienza el reto con la gula y termina con un ascenso angelical al cielo, luego de abordar a la soberbia, la avaricia, la pereza, la envidia, la ira y, de manera climática, a la lujuria.

Protagonizadas por cinco bailarines (Rosario Verea, María de Jesús Bautista, Rodolfo Aguilera, Javier Amado y Roberto Robles), transcurren así escenas y mensajes diversos: una comilona, la vida fastuosa, la acumulación de tiliches en cajas de cartón.

Pero también, el atesoramiento de cajas de cartón en una casa de metal con cuatro puertas y, un poco fuera de continuidad, un afroamericano semidesnudo que, sentado en un retrete, consume su vida ante una computadora.

Casi al final, con los torsos desnudos, ellas y ellos se poseen sexualmente en parejas heterosexuales, homosexuales y en grupo, en una escena con acertadas dosis de violencia y erotismo que puede considerarse climática.

El último cuadro simboliza quizá una especie de purificación, pues sobre unas gigantes cajas de madera, puestas como escalones, uno de los personajes sube y, con alas de angel, asciende al cielo, en un interesante juego entre la realidad escénica y el video.

Con el apoyo de los oscuros del escenario y del atinado sube y baja de una cortina-pantalla gigante, puesta en primer plano y donde se proyectan imágenes videograbadas, los pecados transcurren tal vez con más sorpresas visuales que dancísticas.

Como quiera que sea, con Límite siete Duane Cochran da rienda suelta a su creatividad, imaginación y capacidad de riesgo para reiterar que, mediante la música y la danza, es posible lograr que el público se rencuentre con sus sentidos y consigo mismo.

Cochran, miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte 2006-2009, se apoya en Mafer Suárez para el video, Mónica Kubli en la iluminación y la escenografía, Amada Domínguez el vestuario y Rodrigo Sigal, en la música.

Montada en el Teatro Raúl Flores Canelo del Centro Nacional de las Artes para sólo cuatro funciones, Límite siete se presentó ya el jueves, el viernes y el sábado, pero podrá ser apreciada este domingo a las 16 horas.

 
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