Usted está aquí: martes 25 de julio de 2006 Opinión Notas sobre políticas culturales

Teresa del Conde

Notas sobre políticas culturales

Escribí estas notas a propósito de una conferencia que se me solicitó, con el resultado de que no llegué a usarlas cuando la impartí. Son incompletas y discutibles, pero así y todo creo que es el momento de retomarlas. Las expresaré mediante una enumeración.

1. No se puede hablar de ''políticas culturales" refiriéndolas únicamente a las artes: música, literatura, artes visuales, teatro, acciones performáticas, danza, cine. Hay que tener en cuenta los aspectos sociales básicos, propiciadores de un enaltecimiento cultural, como lo es, por ejemplo, para el automovilista ceder el paso al peatón (cosa que en México rarísima vez ocurre), el depósito de basura en los contenedores y no en la calle, en los parques públicos o inclusive en los jardines de la máxima institución educativa del país, la Universidad Nacional Autónoma de México. Hay múltiples ejemplos de incivilidad que pudieran citarse, como el uso indiscriminado del cláxon, el vandalismo en los espectáculos masivos y tantas otras cosas.

2. La sociología de la cultura es herramienta muy importante, pero los aspectos sociales de la vida cultural son múltiples e inasibles; pudiera denominárseles ''campos de acción de la cultura" e involucran historia, filosofía, sicología de masas y análisis continuo del campo artístico.

3. Se dice que las obras o acciones culturales producen impacto sobre grupos de mayores o menores dimensiones y que eso determina la reputación de las obras o acciones y su inserción en el universo cultural. Semanas atrás hemos sido testigos, por ejemplo, de que acaso lo que mayor cohesión provoca es el futbol, pero eso ocurre siempre y cuando se tenga en cuenta su temporalidad pico, que es de cada cuatro años. Aunque exista resistencia a creerlo así, el futbol también es cultura, que va desde su simple aprehensión emocional, sin dejar secuelas duraderas, hasta su degustación erudita, de la que hace gala, pongamos por caso, el escritor Juan Villoro. Esto sucede porque todo bien cultural, desde la cocina hasta la música serial, tiene niveles de aprehensión que describen un arco muy amplio.

4. Las obras de alta cultura suelen hablar una lengua extraña o poco comprensible a los no iniciados, debido a que la obra cultural considerada como bien simbólico, sólo existe para quienes po-seen los medios para apropiársela. De aquí que la reiteración masiva, inclusive mediante la propaganda, de esos bienes de la alta cultura tendrían que generar bandas de redundancia, aunque aparentemente provocasen sólo una cohesión momentánea. Sin descartar el tipo consuetudinario de espectáculos concierto que pueden atraer principalmente a los jóvenes, la inclusión de ópera-concierto, sinfónica, piano, etcétera, a gran escala, al reiterarse serían capaces de ir amplificando las vertientes del gusto.

5. Pierre Bourdieu y Néstor García Canclini han apuntado que las necesidades primarias son de una índole, las necesidades culturales, como la palabra lo indica, necesitan ser cultivadas (la palabra ''cultura" viene de allí) y una necesidad cultivada se incrementa en la medida en que se sacia, de modo que se van creando en cadena disposiciones de apropiación de los bienes culturales.

6. Tales disposiciones son producto de una educación difusa o específica, familiar, ambiental, escolar, que se asimila tanto a escala consciente como inconsciente. De sobra sabemos que la educación está desigualmente repartida y que los factores genéticos también cuentan, pero no hay niño que se resista a una caja de crayolas con papel suficiente para ensayar con ellas. Este ejemplo de Perogrullo es perfectamente verificable en cualquier circunstancia, y lo mismo ocurre con los sonidos y los pasos de danza.

7. La percepción repetida de determinado tipo de obras o acciones favorece la interiorización preconsciente de los principios que las generan. A la propaganda comercial (televisiva, en espectaculares, en la radio) podría exigírsele la inclusión de elementos que coadyuven a ello. Un espectacular que hasta hace poco podía verse en las cercanías del arranque norte de avenida Revolución, ostentaba un campo colorístico al estilo Barnet Newman, estaba firmado y en él se leía lo siguiente: ''esto es una obra de arte". A eso me refiero con la inclusión de elementos que quizá sean inicialmente aprehendidos sólo en forma subliminal. Por eso los museos reiteran en sus carteles exteriores algo de lo que el público va a encontrar en el interior.

8. La promoción de la cultura sí es responsabilidad del Estado, pero también de todos; ya no hay Estado patrón que pueda abocarse a ello en forma absoluta y no es deseable que sólo las cúspides rijan. Esto y más podría decirse, tomando siempre en cuenta que el abaratamiento espectacular no equivale a cultura. Sucede al revés: son los accesos a los bienes culturales los que deben extenderse a toda costa.

 
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