Usted está aquí: domingo 23 de julio de 2006 Opinión Chinampas

Angeles González Gamio

Chinampas

Don Abdón Cholalapa, a sus 70 años todos los días llega temprano en su trajinera a trabajar la chinampa que heredó de sus padres. Camina descalzo, sobre la tierra rica y húmeda que salió del fondo del lago, sembrando y cosechando las verduras que vende en el mercado de Xochimilco. Está activo todo el año, ya que la chinampa brinda hasta cinco cosechas anualmente; es uno de los sistema agrícolas más productivos del mundo. Con habilidad "manojea" ramos de perejil, cilantro, verdolaga, espinaca, lengua de vaca, que no es lo que piensa, sino una sabrosa hierba del lugar, al igual que el epazote chinampero.

La vista en la lejanía es prodigiosa: hectáreas de chinampas rodeadas de canales, todas con sus esbeltos ahuejotes, el árbol que las "amarra" al fondo cenegoso, salpicadas con rústicos "jacalitos" para guardar las herramientas. Emociona pensar que este mismo paisaje vieron nuestros antepasados prehispánicos, quienes diseñaron este ingenioso sistema para poder producir sobre las aguas.

Su creación se sigue haciendo de la misma manera: se delimita una área con estacas largas o carrizos. Sobre el fondo del lago se van vertiendo capas de tierra alternando con tiras de césped, hasta lograr una superficie de alrededor de 25 centímetros sobre el nivel del agua. Una vez formado el islote, que usualmente tiene la forma de un camellón largo y estrecho, se planta de estacas de un tipo de sauce llamado ahuejote, cada cuatro o cinco metros, a lo largo del borde; en pocas semanas éstos han comenzado a echar raíces y la chinampa se ha asentado lo suficiente para poderla trabajar.

La chinampa tradicional puede medir entre seis y 10 metros de ancho y de 100 a 200 metros de largo. Esta configuración permite la filtración del agua por todo el subsuelo poroso, manteniendo pareja la humedad natural. Adicionalmente, esta forma facilita el riego cuando es necesario, y la carga del producto para transporte al mercado, ya que al lado de la chinampa se encuentra la trajinera, como se nombra a la pequeña y ágil canoa, que por cierto es idéntica a la que utilizaban sus ancestros de los tiempos prehispánicos, según consta por las que se han encontrado en excavaciones arqueológicas.

Se desconoce el origen de este genial método de cultivo, único en el mundo con estas características particulares; lo que es indudable, es que las chinampas de Xochimilco y Chalco fueron indispensables para la subsistencia de la poderosa México-Tenochtitlan, que se estima llegó a tener cerca de 200 mil habitantes. Ello creó una relación simbiótica, ya que la urbe se beneficiaba de una fuente de sustento confiable y el área agrícola contaba con una fuerte demanda para sus productos, lo que sin duda fue definitivo para su desarrollo.

El valor patrimonial de la zona chinampera de Xochimilco fue reconocido por la UNESCO, que la inscribió en la lista del Patrimonio Mundial Cultural y Natural de la Humanidad, conjuntamente con el Centro Histórico de la ciudad de México, en reconocimiento a los estrechos vínculos que han existido entre ambas, desde tiempos ancestrales.

Lamentablemente este tesoro está en riesgo, por diversas razones; para mencionar sólo algunas: la pérdida, a lo largo del siglo XX, de los manantiales y ríos que originalmente alimentaban sus canales, ya que muchas de esas fuentes se dedicaron a saciar la sed de la ciudad de México; el cambio gradual del uso del suelo rural a urbano en las chinampas, como consecuencia de asentamientos irregulares; la introducción de especies exóticas o parásitas, como el lirio acuático, eucaliptos, carpas y tilapias, y el hundimiento desigual del valle de México, por la extracción indiscriminada de agua del subsuelo.

Afortunadamente un grupo de especialistas de la Universidad Autónoma Metropolitana, encabezados por el doctor Alberto González Pozo, conscientes y preocupados, con el apoyo de la delegación Xochimilco y del Instituto Nacional de Antropología e Historia, se han abocado a catalogar las chinampas para saber exactamente qué hay y en qué condiciones, primer paso para su salvación. El trabajo es titánico: para darse una idea, llevan 106 chinampas en 17 hectáreas estudiadas, y son miles. La investigación es rigurosa y la información que están obteniendo es de enorme valor.

La visita a este prodigio ecológico, acompañados de los especialistas de la UAM y de un grupo de vecinos de San Gregorio, encabezados por Félix Venancio y su hijo, y la vista y el aroma de las frescas legumbres de sus chinampas, despierta un apetito feroz, así que vámonos a La Adelita, que semeja un pueblito, situada en la calzada del Hueso esquina con la avenida Cafetales, donde se satisface el antojo con un buen mole de olla, carnitas, chicharrón crujiente y una lengua al chipotle, ésta sí, del mugiente animal.

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