Usted está aquí: sábado 22 de julio de 2006 Cultura Antonia Guerrero muestra retratos y miradas al México profundo

Ultimo día de la exposición de la artista en El Aire Centro de Arte

Antonia Guerrero muestra retratos y miradas al México profundo

Siempre ha manifestado interés por conocer más a fondo nuestra mezcla de culturas

El peregrinaje... incluye dibujos ''experimentales'' y dos audioinstalaciones

MERRY MACMASTERS

Ampliar la imagen Una de las obras de Antonia Guerrero Galbraith, que forman parte de su exposición El peregrinaje: caminos de encuentro

Entender al México profundo, sus culturas, sus migraciones y sus sentires es una temática que siempre ha manejado la artista Antonia Guerrero Galbraith.

Con siete años de radicar en Estados Unidos, la creadora regresó a México para mostrar su trabajo bajo el título El peregrinaje: caminos de encuentro, exposición de dibujos ''experimentales'', de diferentes formatos, y dos audioinstalaciones acompañantes, que concluye este sábado en El Aire Centro de Arte, calle Reforma 17, colonia Tizapán, San Angel.

El próximo noviembre la muestra se expondrá en la galería Puebla, de la Casa de Cultura de Puebla, creada por inmigrantes, en la ciudad de Nueva York.

Inquieta y rebelde, aunque bastante ubicada, la hija de padre mexicano y madre canadiense siempre tuvo mucha curiosidad por entender más a fondo ''nuestro mestizaje", pues le resulta, hasta la fecha, ''muy espectacular" el encuentro de las culturas mesoamericanas en el momento de la llegada de los europeos.

''La conquista de México -expresa Antonia Guerrero- sigue siendo para mí uno de los grandes momentos de la humanidad, por las incontables condiciones, augurios, símbolos, ironías de la historia y lo que se produce después. Son cosas que me han llamado mucho la atención y han afectado todo lo que hago."

Convivencia con los concheros

Hace tres décadas los cuestionamientos de Guerrero Galbraith la llevaron a ingresar a una comunidad de concheros, en la medida que le parecía que ''esto era lo más honesto que podía hacer. Que éste era el pueblo de a deveras, el México profundo que buscaba, y así fue.

''La posibilidad de convivir con los jefes provenientes de diferentes lugares de la República, de ver cómo recibían a la gente, allí encontré la verdadera nobleza. Eso para mí ha sido una gran escuela, me ha transformado, me ha ayudado a vivir. Aprender de su humor, que es el mío, es decir, de los mexicanos, es inigualable. Y, de la manera de encarar la vida, esta experiencia me ha dado como una templanza para afrontar cualquier cosa."

La anterior exposición de Antonia Guerrero en México fue Un muro abierto, montada en el Museo Mural Diego Rivera, en 1997, que giraba en torno al personaje de la Catrina, eje de la obra.

Después de una residencia de la artista en España, en 1999 se le presentó la oportunidad de quedarse en Nueva York y desarrollar una serie de trabajos.

El retrato, de su persona y de los demás, es un género que siempre le ha interesado. El peregrinaje... está llena de retratos y miradas a ese México profundo.

El par de audios que integra la exposición fueron creados como resultado de las entrevistas que Guerrero Galbraith efectuó en Nueva York a migrantes mexicanos, en las que expresan con qué se identifican al estar allá. Porque, ''uno pasa necesariamente por una transformación cuando sale de su contexto familiar. Estos procesos me interesan".

Continúa: ''En este caso, la migración también es vista a través de una especie de velo mitológico, porque siento muy presente una memoria genética muy antigua, que es algo que admiro mucho en nuestra cultura. Tenemos de todo, pero lo siento sobre todo en nuestra gente trabajadora, del campo, por su gran inteligencia, su gran calidad humana, su tenacidad, su increíble resistencia, su dedicación, en fin, una serie de atributos que veo y reconozco en ellos, se remontan a estas grandes antigüedades".

La ausencia, la añoranza y la nostalgia invaden, a manera de subtemas, la obra de Antonia Guerrero, para quien las ''miradas" también sugieren fuerza, inteligencia, inclusive alegría. Si muchos de sus dibujos tienen ''cosidos", éstos hacen alusión la posibilidad de ''volverse a hacer" en el complejo tema de la migración.

-¿Cuál fue la enseñanza de su padre, Jesús Guerrero Galván?

-Lo que aprendí de él fue a observar sus pinturas, más que estar en su taller o aprender alguna técnica en particular. De allí parte esa búsqueda hacia nuestras raíces, porque todos eran personajes indígenas, no colocados en un contexto folclorista ni mucho menos, sino pintados de una manera sumamente poética. La expresión de los rostros de esos personajes me impresionaba mucho.

''Y su colorido. Guerrero Galván tenía una paleta de colores muy cálidos, por lo menos en una época relevante de su obra.

''En resumen, el espíritu de su obra es lo que me definió y me ayudó a entender el arte.''

 
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