Usted está aquí: martes 18 de julio de 2006 Cultura Publica la UNAM tratado único de pintura novohispana hallado en la Biblioteca Nacional

José de Ibarra, notable artista del siglo XVIII, pudo ser el autor: investigadora

Publica la UNAM tratado único de pintura novohispana hallado en la Biblioteca Nacional

MONICA MATEOS-VEGA

Hace dos años, la investigadora Myrna Soto realizó un valioso hallazgo en el Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional de México: un tratado de pintura novohispana, el primero en su tipo conocido hasta ahora. El documento, anónimo y sin fecha, estaba mezclado entre los papeles del humanista Cayetano de Cabrera y Quintero (¿?-1775/78).

Luego de estudiar su contenido, Soto sostiene la hipótesis (que refrenda Guillermo Tovar y Teresa en el prólogo del libro) de que el autor pudo ser José de Ibarra, reconocido pintor de la primera mitad del siglo XVIII, muy admirado por artistas de la talla de Miguel Cabrera (1695-1768), quien probablemente fue su discípulo.

Titulado El arte maestra, el tratado se publica en un libro editado por el Seminario de Cultura Literaria Novohispana del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) e incluye la versión en facsímil del documento, su transcripción y más de 200 notas, así como un estudio introductorio de Soto.

Consta de cuatro capítulos: De la invención, Del disegno, Del colorido y De las técnicas. En este apartado, explica la investigadora en entrevista con La Jornada, figuran dos pasajes importantísimos: ''Se menciona a 'la pintura de plumas del Reyno de las Indias', es decir, al arte plumario. Ningún documento de la época lo refirió nunca colocándolo en la misma jerarquía que otras técnicas, como el óleo. El arte plumario sólo se había descrito hasta entonces como una curiosidad etnográfica.

''Otro pasaje del tratado hace una referencia crítica de tres pintores de la Nueva España: Juan Rodríguez Juárez, 'el Villalpando' (se refiere a Carlos, el hijo de Cristóbal), y Francisco Aguilera, a quienes el manuscrito califica de 'famosísimos en las pinturas en estos nuestros reinos de las Indias'."

José de Ibarra (1685-1756) perteneció al llamado grupo de la maravilla americana, nombre que hacía referencia al texto de Miguel Cabrera, Maravilla americana y conjunto de raras maravillas observadas con la dirección de las reglas del arte de la pintura en el cual analizaba el ayate en el que está plasmada la imagen de la Virgen de Guadalupe.

El arte maestra hallado por Myrna Soto (con la colaboración de Liborio Villagómez, jefe del departamento del Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional) se encontraba entre los libros que pertenecieron a Cabrera y Quintero. A su fallecimiento los integrantes de la congregación del Oratorio de San Felipe Neri encuadernaron las obras y papeles que él poseía.

''Cabrera y Quintero en su libro Escudo de armas de México: celestial protección de esta nobilísima ciudad de la Nueva España, y de casi todo el Nuevo Mundo (1746) se refiere a José de Ibarra como el Murillo de la Nueva España. Lo admiraban mucho, tanto que le pidió justamente que elaborara el dibujo del grabado de la portada de la obra mencionada. Quizá por eso Ibarra dio a Cabrera una copia de su tratado", explica la estudiosa.

Defensa de la pintura ante el virrey

En el acervo de Cayetano Cabrera, agrega Myrna Soto, figuran siete códices misceláneos; en uno estaba el manuscrito ''que podría hacer que se reconsiderara la figura de Ibarra dentro de la historia del arte colonial e, inclusive, que se revalorara todo ese periodo, ya que la crítica actual no le ha sido muy benévola.

''Ibarra, encabezando un grupo de pintores, fundó en 1754 ante notario una academia de pintura. Antes, en 1753, como consta en un documento, hace un alegato en defensa de la pintura ante el virrey Revillagigedo. Algunos pasajes son muy similares a los de El arte maestra.

''Ellos querían el patrocinio real. Tanto el tratado, como la creación de la academia de pintura, son parte de un solo proyecto. Podemos pensar que al crear una institución de ese tipo, con sus constituciones, trataban de monopolizar la enseñanza, la producción y la comercialización del arte de la pintura.

''Quizá fue también un proyecto apoyado por la Iglesia. Se temía que los pintores no 'examinados' y de inferior condición (indios o mulatos) representaran las imágenes sagradas sin la debida dignidad y decoro."

El arte maestra, concluye Soto, ''es un tratado teórico práctico, un texto muy erudito inscrito en la tradición de los tratados de la literatura artística europea, que refleja la intención por imponer en la Nueva España el canon estético derivado de la pintura del sevillano Murillo, fiel representante del arte español que seguía los dictados de la contrarreforma".

 
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