Usted está aquí: martes 18 de julio de 2006 Ciencias Espermatozoides de laboratorio

Javier Flores

Espermatozoides de laboratorio

La creación de células sexuales en el laboratorio comienza a ser una realidad de nuestro tiempo. En el pasado, los óvulos y los espermatozoides (también llamados células germinales o gametos) se originaban en individuos bien desarrollados sexualmente, en estructuras especializadas como los ovarios y los testículos. Ahora pueden obtenerse no sólo de organismos maduros, sino a partir de células embrionarias (troncales), algo en sí mismo sorprendente, pero que no es novedad. Un trabajo publicado en julio de este año en la prestigiada revista Developmental Cell muestra que estos espermatozoides no nada más pueden ser parecidos estructuralmente a los provenientes de adultos, sino que pueden participar en el proceso reproductivo y dar lugar al nacimiento de nuevos seres.

Era una pieza que faltaba. En lo que va del siglo varios grupos científicos han reportado la obtención de gametos a partir de células troncales. Como se informó en junio del año pasado en este mismo espacio, Karin Hübner y sus colegas obtuvieron en 2003 óvulos provenientes de células troncales de ratón, mientras Yayoi Toyooka y sus colaboradores produjeron espermatozoides de la misma fuente. El trabajo más arriesgado fue, sin embargo, el de Niels Geijsen en 2004, quien obtuvo, también en ratones, los dos tipos de células, pero además inyectó los espermatozoides creados en óvulos maduros, demostrando su capacidad para la formación de embriones. Pero hasta ahí.

Nunca se había logrado el nacimiento de mamíferos mediante estas técnicas hasta que Karim Nayernia y su equipo de las universidades de Gotinga, en Alemania, y de Newcastle, en el Reino Unido, reportaron por primera vez el nacimiento de 12 ratones, según se informó oportunamente en estas páginas. Los significados de este resultado son tremendos desde el punto de vista científico y filosófico, aunque es indispensable tomarlos con mucha reserva.

Para empezar no hay que olvidar que no se pueden trasladar los resultados de la investigación en animales a humanos. Sin emabrgo, no dejan de ser inquietantes algunos datos, como el reporte de Clark y su grupo en 2004 sobre la formación de gametos a partir de células troncales humanas (Hum. Mol. Gen. 13 (7): 727-39), o el informe de Aflatoonian en 2005, en un congreso realizado en Copenhague, Dinamarca, sobre el desarrollo de óvulos y espermatozoides a partir de células troncales de embriones humanos.

Pero aunque ocurriera lo mismo en roedores que en humanos -me refiero a la formación de óvulos y espermatozoides a partir de células troncales-, un experimento orientado a mostrar su capacidad reproductiva no es factible por ahora en nuestra especie. No estoy pensando en argumentos éticos en abstracto. Desde el punto de vista científico es simplemente inadmisible. ¿Por qué? En los resultados "exitosos" de Nayernia y su equipo los 12 ratones que nacieron murieron prematuramente.

Esta discusión no es ociosa, pues entre los objetivos explícitos de algunos de los grupos científicos que abordan este tipo de proyectos aparece el de avanzar en el conocimiento en este campo para tratar eventualmente algunos tipos de infertilidad en humanos. Si bien no es criticable plantearse esta meta, creo que por ahora, más bien, hay numerosos problemas por resolver.

Las células troncales son pluripotenciales, es decir, pueden dar lugar a diferentes variedades celulares. Uno de los mayores retos es entender cómo, a partir de ellas, se forman células especializadas. El desafío consiste en conocer cuáles son los mecanismos determinantes de esa transformación y guiar artificialmente la diferenciación de una célula primaria hacia una variedad específica, por ejemplo, a la creación de neuronas, células hepáticas, del páncreas o de otros tipos. Los estudios que se han citado aquí representan los avances alcanzados en el desarrollo específico de óvulos y espermatozoides, que no es poca cosa. Los logros son notables, pues además de la obtención específica de gametos se entiende mejor cómo ocurre la diferenciación.

En cuanto a la exploración de su capacidad reproductiva, hay que considerar que se trata de proyectos muy novedosos que deben madurar. Una meta a mediano plazo sería lograr, dentro de la investigación animal, que las células sexuales creadas de este modo den lugar al nacimiento de sujetos que alcancen la etapa adulta, que tengan capacidad reproductiva y un desarrollo que permita ser evaluado como normal por varias generaciones, antes de pensar en su introducción dentro las tecnologías reproductivas en otras especies.

 
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