Usted está aquí: lunes 17 de julio de 2006 Capital La ilusión de volar en avión se hizo realidad en una biblioteca virtual

Hace un año el Tlatoani fue trasladado a la explanada de la Venustiano Carranza

La ilusión de volar en avión se hizo realidad en una biblioteca virtual

Es la primera del mundo en su tipo y hay proyectos similares para la ciudad

ERIKA DUARTE

Ampliar la imagen El singular inmueble cuenta con 30 equipos de cómputo con diversos programas e Internet, y más de 800 libros que los usuarios pueden hacer uso de manera gratuita; además, para estas vacaciones ofrece cursos de verano Foto: Jesús Villaseca

Una vez que se escucha la orden de abordar, los pasajeros abandonan la sala de espera, se enfilan y comienzan a avanzar. Al subir por las escaleras van encumbrándose también las emociones de abuelos, papás, jóvenes y niños, sobre todo de aquellos que, como Axel, es la primera vez que suben a un avión.

Cuando lo tiene enfrente, los ojos del pequeño de cuatro años se abren a su máxima capacidad y la expresión de asombro ilumina su rostro. Ansioso, apresura el paso de su mamá y sus hermanas.

Al entrar y ver la cabina del piloto sus expectativas parecen desbordadas.

-¡Guaaau! -expresa y de inmediato hace el intento de sentarse en el sillón. El resto del recorrido parece no importarle, pues lo que quiere es sentarse al frente y tomar el mando de la aeronave.

-Hijo -lo llama su mamá y le indica-: aquí no te puedes quedar.

-Bueno, entonces tómame una foto con el celular -le pide, al tiempo que posa y sonríe.

A un año de haber realizado su último viaje, cuya ruta fue del aeropuerto de esta capital a la explanada de la delegación Venustiano Carranza, el McDonnellDouglas DC9-14, modelo 1970, parece seguir cumpliendo el sueño de muchos de surcar lo infinito del cielo, aunque sea de manera virtual.

Siendo la primera biblioteca en el mundo que opera en un avión, cuenta con 30 equipos de cómputo con diversos programas e Internet, y más de 800 libros que los 400 usuarios y visitantes que acuden diariamente pueden hacer uso de manera gratuita. Además, tiene un elevador y dos asientos reservados para que puedan acceder personas con capacidades diferentes.

El ambiente es equiparable al de un avión a punto del despegue. El aparato aún cuenta con la alfombra y los asientos originales, incluidos sus cinturones de seguridad; con el aire acondicionado en servicio y las gavetas abiertas, aunque en este caso no resguardan maletas sino libros.

En la orilla del pasillo, los sobrecargos -especializados en el manejo de computadoras y en el trato con los niños- dan las indicaciones, cual si se prepararan para volar.

Pero en ese avión, cada pasajero fija su ruta. Hay quienes lo hacen conforme a los requerimientos de la tarea escolar, en días de clases; otros a investigar algún tema de su interés en la red, y también hay quienes sólo se sientan en algún lugar que encuentran vacío por curiosidad, por conocer la sensación de estar en una aeronave.

Osciel Rosales, el joven responsable del servicio, relata que muchas personas nunca han estado en un avión y ven muy lejana esa posibilidad. "Una de las satisfacciones más agradables de este trabajo -comenta- es, primero, saber que trabajas en un lugar único en el mundo de este tipo, pero sobre todo el trato que tenemos con la gente. Ver cada día la alegría de los niños al subirse al avión y también de personas de la tercera edad que nunca habían estado en un aparato similar. Esos detallitos son los que dan una satisfacción muy importante, comenta el joven que desde el inicio del proyecto estuvo involucrado y cuyo servicio se comenzó a ofrecer desde el 5 de octubre del año pasado, fecha en la que se inauguró la biblioteca virtual."

Normalmente, la biblioteca recibe un promedio de 400 personas diarias, pero "en estos días de vacaciones y con los cursos de verano que ahorita se ofrecen el número de usuarios incluso se ha duplicado", señala.

Bitácora del Tlatoani

A un año del traslado del Tlatoani, como también se conoció a la aeronave donada por la empresa Aerovías Caribe, y cuyo viaje, después de 60 mil vuelos, fue el más corto, la jefa delegacional en Venustiano Carranza, Rocío Barrera Badillo, recordó las anécdotas de esa jornada, incluido el arribo de Estopa, perrita maltesa que se alojaba en el aparato y que llegó hasta la delegación, donde ahora ya cuenta con un hogar. La funcionaria también señaló que debido al éxito de la biblioteca virtual existen otros proyectos similares entre autoridades de aerolíneas y la secretaría de Cultura del Distrito Federal, así como del estado de Guerrero, y señaló que el avión se aloja en la misma zona donde comenzaron los primeros vuelos en esta ciudad, desde la época del aeroplano y las avionetas, recordó.

 
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