Usted está aquí: domingo 16 de julio de 2006 Política A la mitad del foro

A la mitad del foro

León García Soler

Entre voto y voto, pared de cal y canto

Ampliar la imagen Jóvenes perredistas mantienen un plantón y huelga de hambre contra el fraude en los comicios del 2 de julio, frente al edificio del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación FOTOMaríaLuisaSeveriano

Diez años tiene de vida el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Alguien ha de llevar la cuenta de las impugnaciones y las resoluciones dictadas en esa década. Pero no es cuestión de estadísticas, aunque se angustien los que consultaron a los oráculos y se inclinaron ante los encuestadores durante la larga y sucia campaña electoral que debió concluir el pasado 2 de julio. Lo importante es que los partidos, todos los partidos, han acatado y obedecido durante diez años las resoluciones del tribunal, cuyos siete magistrados tienen la responsabilidad de dictaminar los alcances del recuento y decirnos quién ganó la elección presidencial.

Hoy se manifiestan los seguidores de Andrés Manuel López Obrador. Entre ellos es de lesa majestad llamarlo simplemente López. Extraña visión clasista entre los Hernández, González o García. Francisco Hernández Hernández es el nombre más repetido en el padrón electoral. Pero esos son otros López. Divago, derivo hacia el barroquismo que me lleva a decir prolegómenos al ocuparme de lo que pasó antes de que empezara la contienda que se hizo conflicto y concluyó en fractura. En el "México dividido" que la increíble perspicacia de los politólogos de la alternancia descubrió en la gráfica del mapa en el que se pintaron de azul los estados del norte rico y de amarillo los del sur pobre. Rico y criollo arriba, indígena y pobre abajo. Conste que no digo indio para no escandalizar a los sabios que descubrieron que al dormir a campo raso se ven las estrellas.

Que "tiritan los astros a lo lejos", decía Pablo Neruda. Confieso que he vivido el sistema político mexicano al que degeneró lo incestuoso y no supo renovar la fuente del poder. Ni modo: me quedo con el legado del moderno Estado mexicano, laico, nacionalista, republicano y federal; vuelto centralista en busca de fuerza para resistir las presiones del destino manifiesto y la reacción incesante del antiguo régimen, de la ultraderecha. Hoy que se concentran los que vinieron de las trescientas cabeceras distritales, el ágora electrónica es el espacio de poder real, refugio de los "trescientos y algunos más", que dijera afamado cronista de sociales. Y de ahí al tribunal, cuyas resoluciones son inatacables. Ahí acaba la contienda, ahí concluye el proceso. No hay Niño Fidencio ni Santo Niño de Atocha que lo prolongue.

Tanto le han atribuido a Andrés Manuel López Obrador, "rayito de esperanza" para unos, "peligro populista y demagogo de la desmesura" para otros, que sus detractores lograron el portento de elevarlo a la cúspide del poder mediático espectacular. Según el recuento del miércoles 5 de julio, Felipe Calderón obtuvo más votos que el del PRD y coaligados. Pero aquí se habla del orto y ocaso de los dos tabasqueños. Antes de caer la noche foxiana del fin del pasado, en el exterior se preguntaban ¿qué pasa en México? Hoy se preguntan ¿qué va a pasar con México? El golpe mediático del oficialismo dio el vuelco y los medios electrónicos del gran poder, la prensa escrita del trascender, se ocupan de lo que dice y hace López Obrador.

El de Macuspana eleva la mira y declara que no se trata nada más de resolver quién ganó las elecciones, de un recuento del total de los votos que aclare si obtuvo más votos él o Felipe Calderón. Siempre que escucho lo de la patria está en peligro; que están en juego su destino y el futuro de la humanidad doliente; cuando el hombre providencial llama a "purificar a la nación", desconfío y me considero culpable de incredulidad, crimen de lesa democracia. Ni modo, es parte del bagaje de la Reforma nuestra, de la Revolución nuestra, de la Revolución Francesa conmemorada anteayer viernes; del Siglo de las Luces. Ni modo, puesto ante la vía única acudo a Isaiah Berlin y repito que sin ley no hay libertad.

El tribunal tiene la última palabra. Las dichas por Andrés Manuel López Obrador tienen tantas lecturas como las profecías de Nostradamus. "Si hay recuento detendré protestas y marchas." Pero si el resultado favoreciera a Calderón, éste será para siempre un presidente "espurio". Tantas vueltas y revueltas conducirán fatalmente a reandar la vía del reformismo. Salir del laberinto de la transición con el hilo del movimiento que acabe con los privilegios y lleve a los pobres al poder constituido. Una política social y económica que ponga punto final a la nueva ortodoxia tecnocrática, al consenso de Washington, a la marcha de sonámbulos obedientes al decálogo del Estado mínimo de Robert Nozick.

¡Aprobado! Si fuera programa de gobierno de un partido político, mandato del voto mayoritario. Hace falta poner un dique a la estulticia oligárquica, al oscurantismo de la ultraderecha. No digo Felipe Calderón, digo Manuel Espino y El Yunque sobre el que la clerigalla quiere fundir teocracia y plutocracia. Pero se supone que para eso se hicieron las reformas, y llegamos a la alternancia. Un sistema plural de partidos; instituciones electorales capaces de llevar a cabo elecciones legales y confiables; resultados aceptados por todos. Aunque los poderes fácticos han impuesto la idea de que el mal está en los partidos políticos, no hay intermediario mejor entre el ciudadano y el derecho a dar su mandato.

En política el movimiento continuo es parábola de transición en presente continuo. O es fundamentalismo. Los hay laicos y religiosos. Prefiero la pedestre partidocracia al más santo movimiento. Me quedo con el cáustico humor de Bill Maher, quien informó que en México habría recuento de votos y aclaró a los partidarios de George W. Bush que acá son diferentes los recuentos, que "en México los gana el que tenga más votos".

Sea. Tiene la palabra el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Sus resoluciones son inatacables. En diez años nadie ha dejado de acatar y obedecer sus resoluciones. Mientras llegan hay que impedir que la intolerancia y la ignorancia echen fuego a la hoguera de vanidades en torno a la que predican Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador.

Uno: resulta obsceno que haya quienes consideren peligroso, delito de disolución social y antidemocrático que el candidato López Obrador ejerza su derecho a impugnar. Dos: el IFE cumplió, pero entre la retórica pomposa olvidó informarnos como adultos que somos; se les enredó la pita del conteo rápido y, peor aún, callaron lo del apartado para actas oscuras y los millones de votos ahí guardados en espera de sumarlos al PREP. Tres: nadie piensa que sea posible un recuento del total de votos. Voto por voto, casilla por casilla, como reclama la voz de los manifestantes peregrinos.

Es indispensable hablar de la derrota de Roberto Madrazo, del PRI que refundarán o refundirán los 17 gobernadores tan derrotados como Madrazo. Incluídos los que creyeron que Elba Ester Gordillo era la pitonisa de los recuerdos del porvenir. Y de la expulsión tardía. De la tortuosa embestida contra Ulises Ruiz a costa de la misma Guelaguetza. Y de la confirmación de Manlio Fabio Beltrones en el Senado. Pero vino el recuento y nos alevantó.

 
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