Usted está aquí: lunes 10 de julio de 2006 Deportes Es el público el que debe poner límites a los abusos: Eduardo Martínez Urquidi

Que se meta a ganadero el que sepa criar toros bravos, no el que tenga más dinero

Es el público el que debe poner límites a los abusos: Eduardo Martínez Urquidi

Viene una época de esplendor para la fiesta a partir del compromiso con el toro, añade

LEONARDO PAEZ

"En la fiesta de los toros siempre han mandado las figuras, es decir, las que convocan al gran público. Si a veces éste no sabe poner límites a figuras y a empresas, las cosas se desvirtúan. Ahora, a falta de capacidad para exigir, el público se sale de las plazas, prueba de que todos los profesionales de la fiesta debemos trabajar por la recuperación del toro."

Notario público en el Distrito Federal, donde trabaja de lunes a viernes, mientras que sábados y domingos "descansa" atendiendo su ganadería de reses bravas en el estado de Querétaro, a "sólo" tres horas de su domicilio, al licenciado Eduardo Martínez Urquidi, propietario del hierro de Los Encinos, la afición le sale por los poros.

No la afición mitotera del neotaurino o la inflexibilidad solemne de las dinastías, sino un afortunado equilibrio entre tradición y modernidad, respeto por la dignidad animal del toro y aprovechamiento cabal de los avances genéticos y tecnológicos a partir de una cultura taurina vista, oída, asimilada y compartida que ha redundado en una crianza menos azarosa y unos resultados más confiables.

Efecto de esta combinación de criterios es una casa ganadera que en sus primeros 15 años de existencia ha obtenido sucesivos triunfos, incluso en la Plaza México, escenario al que por inexcusables motivos hasta ahora Los Encinos no ha regresado.

"Yo no heredé ganadería -comienza Eduardo- sino que desde niño tuve oportunidad de ir a muchas importantes donde fui oyendo, preguntando y dialogando conforme crecía, hasta que a los 40 años y sin escuchar vaticinios decidí formar una ganadería de bravo."

"No, no es negocio una ganadería pero tampoco es un hobby porque se tiene que manejar como negocio. Se trata de que sea ganadero el que sepa criar toros bravos, no el que tenga más dinero. Hoy cuesta mucho criar un toro con cuatro años pero hay que tener visión de futuro. Si se impone el toro con edad y trapío, las figuras no van a tener opción, siempre y cuando, repito, el público exija el toro.

"En el 94 fui a España y adquirí ganado de Saltillo, encaste Santa Coloma, del hierro de Paco Camino, que como ganadero se ha guiado más por criterios toreristas. Otros hierros, por cambiarles el tipo a los santacolomas perdieron calidad. Le compré a Camino 27 vacas y no fue sino el principio de un viaje agotador, pues aún no se había abierto la frontera al ganado bovino y tuve que recorrer secretarías, departamentos y oficinas de México y Estados Unidos.

"Ello coincidió -añade Martínez Urquidi- con el hecho de que la Unión Europea declaró a España libre de fiebre aftosa, por lo que después de realizar mil trámites logré traer mis vacas. Fue la primera importación de bovinos al país desde 1946. Se trató de una meditada medida de refrescamiento, no de un capricho.

"La parte genética fundamental que vino a México a principios del siglo pasado fue muy buena pero poca. Con ello se pudo abrir mucho y hubo un ascenso inicial muy positivo seguido de una escasez genética agravada, primero, por la ruptura de relaciones taurinas con España en 1936, y luego por el citado cierre de la frontera por motivos sanitarios. A partir de estas situaciones y de la proliferación de opciones de espectáculos, nos faltó renovarnos a las tres partes: ganaderos, toreros y público, y se optó por la comodidad o por la indiferencia.

"Por eso el tiempo nos va a dar la razón con estas importaciones, pues aquí va a haber sangres de Murube, Santa Coloma, Parladé y el encaste Saltillo mexicano, lo que hará resurgir la bravura. Los mitos que había en torno al ganado español, los hechos los están desmintiendo. En las recientes cuatro corridas de la Plaza México gran porcentaje de toros acusaron un alto grado de toreabilidad. A esta variedad de encastes corresponderá una variedad de toreros a los que les venga mejor un estilo que otro.

"Trato de hacer las cosas de la manera más profesional, asesorado siempre por especialistas en materias que no domino pero sin apartarme de una línea: criar el auténtico toro, que sepa y pueda pelear por su vida en plenitud de facultades. Por ello creo que estamos a las puertas de una nueva época de esplendor a partir de la entrega de ganaderos comprometidos consigo mismos, con la afición y con el toro bravo, no sólo con el dinero", remata seguro el propietario de Los Encinos.

 
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