Usted está aquí: domingo 9 de julio de 2006 Opinión Estreno espectacular

Angeles González Gamio

Estreno espectacular

En el antiguo reino de Guatemala nació la orden de los religiosos betlemitas, que estuvo consagrada a las labores hospitalarias.

La orden llegó a la Nueva España en el siglo XVII, estableciéndose con modestia en un predio, en donde estuvieron las casas del mayorazgo de Vergara. Al paso del tiempo fueron beneficiados con generosas donaciones, lo que les permitió contratar a uno de los mejores arquitectos del siglo XVIII, Lorenzo Rodríguez, quien les construyó un soberbio edificio, con su templo adjunto, y remodeló la parte antigua, dando como resultado una obra impactante por su belleza y dimensión.

Esta maravilla, como la mayoría de las construcciones religiosas virreinales, al ser desamortizadas padeció usos diversos, hasta terminar una parte convertida en el hotelucho Dos Mundos -de media estrella- y la otra en deteriorada vecindad. En esas condiciones la adquirió hace casi 17 años el Banco Nacional de México, que emprendió una de las obras de restauración mas importantes que se han hecho en nuestro país. Las primeras etapas consistieron en "leer" la historia del edificio, para descubrir los elementos originales y despojarlo de todos los añadidos que se le hicieron a lo largo de los siglos.

El paciente trabajo fue sacando a la luz una obra exquisita, decorada con pinturas de fino trazo al temple, un patio monumental rodeado de esbeltas columnas de doble altura, que sostienen arcos decorados con elegancia en la piedra clave; en el segundo cuerpo, muros de tezontle avinado con sutil decoración en tezontle negro, se rompen con amplias ventanas enmarcadas de cantera hermosamente labrada. En el centro del patio, al que se le devolvió el nivel, luce ya completa la fuente original; el guardapolvo es de azulejos en tonos de azul, que le imprimen un toque de alegría.

El segundo patio no desmerece en exquisitez, con los muros decorados con ajaracas (adornos estilo morisco) formadas con tezontle en dos tonos, injertado a manera de marquetería, y que la convierten en una obra de excepción.

La descripción total del inmueble llevaría varias crónicas, y no podríamos hablar del proyecto que le va dar vida: el Museo Interactivo de Economía (Mide), que se inaugurará en los próximos días. No se asuste, es todo menos aburrido, con una museografía, un discurso y un equipo interactivo verdaderamente únicos, ya que se busca que el visitante descubra la estrecha relación que existe entre su vida cotidiana y los fenómenos económicos.

Con pantallas que brindan, a petición del usuario, información amena y sencilla, maquetas, imágenes y aparatos que permiten, entre otras cosas, que usted diseñe su propio billete, y que puede llevar su foto. Original y divertido es el salón, donde se hace una simulación del mercado en que se fijan precios.

La tan comentada inflación la puede entender en una enorme pantalla que auténticamente apantalla, ya que muestra cómo se saca el índice inflacionario mediante el seguimiento de 17 mil productos, organizados en ocho grupos; usted puede consultar el año y el dato que le interese... para que no le cuenten.

El museo aborda la ciencia económica desde una perspectiva amplia, desarrollada en cinco áreas: la economía del individuo, de la sociedad, economía y dinero, gobierno y bienestar, y desarrollo. Esto se complementa con un centro de información, un foro educativo y un programa cultural. Dos años le ha llevado a un excelente equipo, comandado por la talentosa Silvia Singer, materializar el ambicioso proyecto, que partió de cero, ya que no hay ninguna institución igual en el mundo.

El genial arquitecto Lorenzo Rodríguez dedicó una área del inmueble a accesorias de "taza y plato", como se llamaba popularmente a esos espacios, en donde el artesano trabajaba en la planta baja y vivía en el tapanco. Estas se alquilaban y le producían ingresos al convento. En algunas de ellas se han reproducido fielmente estos lugares. Como una tienda de artículos de caballero, en la que se imagina uno al abuelo elegante comprando sus tirantes, mancuernillas, pañuelos de lino y un fistol para la corbata, y en el de junto, el estudio fotográfico Vergara, se aparece la abuela para que le tomen la foto del primogénito.

El acto merece un festín; un buen lugar es El Malecón, que ocupa una diminuta y primorosa casita estilo francés, con la que se dice que es la fachada más pequeña de México. Está situada en Venustiano Carranza 9; a la entrada tienen un amplio refrigerador, en el que muestran los pescados frescos del día. Uno de mis favoritos es el pámpano a la sal; para los de diente amplio, el robalo a la vasca con perejil, almejas, espárragos y camarón. Si es carnívoro, el chuletón. Los jueves hay cocido. ¡Sabrosísimo!

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