Usted está aquí: domingo 9 de julio de 2006 Cultura El arte, una forma de evadir la prisión para Siqueiros y Silva

Muestran obras creadas en la cárcel por El Coronelazo y el comandante Antonio

El arte, una forma de evadir la prisión para Siqueiros y Silva

El asistente a la Sala de Arte Siqueiros ve como el encierro favorece a la fortaleza ideológica

Con tintes actuales, el muralista denuncia a la tiranía "que explota y vende al pueblo"

ARTURO JIMENEZ

Ampliar la imagen Autorretrato de Jacobo Silva, el presunto comandante Antonio

Ampliar la imagen Una de las obras de Siquieros que puede verse en la exposición

Celdas, rejas, manos que se alargan, extendidas, entre los barrotes, rostros que, detrás de ellos, se asoman, como el de David Alfaro Siqueiros, y cuerpos-esqueletos dentro de los calabozos; aunque también flores, "árboles de flores", desnudos femeninos, gente que trabaja y sufre y lucha, además de documentos, fotos, recortes de periódicos, cartas, mensajes y poemas de Neruda, Pellicer o Picasso al muralista mexicano, ofrece la exposición Arte y prisión: efectos secundarios.

Montada en la Sala de Arte Público Siqueiros, esta muestra con obras del pintor comunista y nacionalista, creadas durante sus encarcelamientos en 1930 en Taxco y en 1960-64 en Lecumberri, es una invitación a un universo de emociones y reflexiones encontradas: sobre la libertad que implica el arte y, al mismo tiempo, sobre el apabullamiento físico y espiritual derivado de la reclusión.

Pero esta exposición, que permanecerá hasta el 30 de julio y se complementa con obras del pintor autodidacta Jacobo Silva, preso en el penal de alta seguridad de La Palma, acusado de participar en el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente, es también un recuento tanto de aquellas épocas épicas de Siqueiros como del México actual del guerrillero mencionado, el presunto comandante Antonio.

En condiciones humanas adversas y con dificultades para conseguir materiales para crear, presos en lo físico pero con la posibilidad de la libertad creativa, así como con la certeza de que pintar en la cárcel no garantiza en sí cualidades artísticas, el visitante de la exposición puede enterarse que "Siqueiros maltratado" y "Silva torturado" asumen el arte como una forma de resistencia ante el encierro y se alimentan de su "fortaleza ideológica".

Encarcelar la llamarada

Quizá para ponderar una previsible violencia visual, a la entrada, a un lado de un texto introductorio del curador Alberto Híjar, colocaron una litografía a color de Siqueiros que muestra una mujer desnuda y recostada (Reposo, 1963). Al lado, Jacobo Silva, cuya compañera, la escritora Gloria Arenas Agís, también fue apresada en 1999 y se encuentra en el penal de Chiconautla, comparte un bodegón que incluye una ciruela rota por rejas carcelarias.

Otra mujer, una campesina indiscutiblemente siqueireana, se acerca en perspectiva hasta el close up para increpar con la mirada, desde su mundo, al espectador; en su hombro, un niño duerme envuelto en un rebozo. Es la litografía a color Maternidad, 1963.

En una vitrina en la pared, entre recortes de periódicos, memorandos, portadas de libros de Efraín Huerta y otros autores, y cartas al "señor presidente" Adolfo López Mateos solicitando la liberación del pintor, Pablo Neruda se despide de Siqueiros porque regresa a Chile:

"Aquí te dejo, con la luz de enero/ el corazón de Cuba liberada/ y, Siqueiros, no olvides que te espero/ en mi patria volcánica y nevada./ He visto tu pintura encarcelada/ que es como encarcelar la llamarada./ Y me duele al partir el desafuero!/ Tu pintura es la patria bien amada./ México está contigo prisionero."

En un Autorretrato (acrílico sobre madera, 1962), el famoso muralista aparece con gorro de preso en una imagen creada a partir de una fotografía de Héctor García tomada en 1960.

El controvertido pintor escribe a su esposa Angélica Arenal en un tono de mucha actualidad: "Para Angélica en nuestra lucha contra la tiranía que oprime al pueblo para explotarlo mejor y vender al país".

Una celda en claroscuro muestra lo tenebroso del "palacio negro" de Lecumberri y dos cuerpos-esqueletos: uno de pie y otro en el suelo. Se trata de El calabozo (Escenografía para justicia troglodita, 1961, acrílico sobre madera).

Tal vez como un descanso, siguen pinturas con flores y "arboles de flores" de David Alfaro a Angélica en su cumpleaños. Y enseguida los Trece grabados de Taxco, pequeñas xilografías de 1931 con obras como Grupo de obreros saliendo de trabajar, El casamiento, Dos mujeres ante la vía, El golpista, Aristócratas u Hombre atado.

Luego de una película en video con breves escenas de Siqueiros en Lecumberri y de recortes de diarios que dan cuenta de su delito de "disolución social", se lee un texto en que la poeta uruguaya Blanca Luz Brum, su ex esposa, le dice en 1930: "Camarada que estás en la cárcel desde hace tanto tiempo, sin oír las voces de los compañeros..."

Luego continúan las obras de Jacobo Silva, también creadas tras las rejas: enormes patios de reclusorio con fondos de cielo y cielos de montañas de piedra, un hombre azul y desnudo con las manos en los bolsillos-carne de sus piernas, el insomnio de un reo morado con los ojos amarillos, o el de otro reo amarillo acostado en su soledad.

Le siguen varios retratos de Siqueiros tras las rejas creados por artistas como Lorenzo G., Mario Casseta y Jean Louis Jonffro, quien lo pintó con el brazo extendido y la mano abierta fuera de las rejas.

Al final, en un óleo sobre tela de Jacobo Silva en amarillos, de título proustiano, En busca del tiempo perdido, varios reos con sudaderas de gorro en la cabeza buscan algo por el piso, pero no tienen ojos ni rostro.

 
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