Usted está aquí: viernes 7 de julio de 2006 Ciencias Un amanecer cada 90 minutos: la vida desde la EEI

Un amanecer cada 90 minutos: la vida desde la EEI

Moscú, 6 de julio. En la Estación Espacial Internacional (EEI) nunca se apagan las luces. Aun cuando los astronautas duermen, el módulo de servicio Zvezda está totalmente iluminado. Pero incluso si no hubiera luz artificial, nunca habría una noche absoluta en esta estación.

La EEI orbita a 29 mil kilómetros por hora alrededor de la Tierra. Por este motivo, cada 90 minutos se puede observar un amanecer.

Este año el astronauta alemán Thomas Reiter trabajará en la EEI. Con 183 toneladas de peso, 73 metros de largo y 45 metros de ancho, la estación tiene el volumen aproximado de un apartamento de tres piezas en medio de la ingravidez.

"En poco tiempo se pierde la noción de arriba y abajo", dijo Volker Sobick, del Centro de Aeronáutica y Astronáutica de Alemania (DLR). Debido a que se utilizan todas las superficies no hay suelo ni techo.

Tampoco hay camas, como se las conoce en la Tierra. Por tanto, a partir de ahora Thomas Reiter se meterá cada noche (a las 23:30 horas) en un saco de dormir que cuelga en una especie de armario estrecho, al lado de sus nuevos colegas Pavel Vinogradov y Jeffrey Williams.

Sólo una cortina otorga a los miembros de la tripulación cierta privacidad. Sin embargo, hasta ahora ningún astronauta en la EEI se ha quejado de haber tenido problemas para dormir. La comida (congelada) se cocina en el microondas de a bordo.

Después del accidente del transbordador espacial estadunidense Columbia, el 1º de febrero de 2003, fueron suspendidos temporalmente todos los vuelos de transbordadores, por lo que los astronautas de ese país en la EEI tuvieron que conformarse con comidas típicas rusas.

Desde la reanudación de los vuelos de transbordadores el año pasado, los estadunidenses pueden comer nuevamente carne y camarones.

Los astronautas necesitan un poco de habilidad para capturar su comida en la ingravidez; la bebida constituye un desafío aún mayor. Con una especie de manguera, la tripulación se debe "inyectar" los líquidos en la boca.

El alcohol está estrictamente prohibido. "Ni siquiera se permiten bombones con licor", indicó Sobick.

En la estación espacial rusa Mir era diferente. La televisión rusa tiene imágenes de archivo en las que se ve a dos cosmonautas tomando una copa flotante de coñac. Pero la grabación fue difundida poco antes de la destrucción de la Mir, en 2001.

Thomas Reiter apenas tendrá tiempo para un coñac. El día a bordo está planeado rigurosamente. Además de los experimentos y trabajos en la EEI, Reiter, Vinogradov y Williams deben realizar mañana y tarde 90 minutos de actividad física para evitar la atrofia muscular por ingravidez.

Por teléfono y correo electrónico, la tripulación se comunica con sus familiares. No hay televisión ni radio. La EEI necesita sus antenas para algo más importante.

Por este motivo, Reiter no podrá ver la final del Mundial de Futbol. En cambio, tiene un reproductor de MP3. Y, además, siempre tiene la oportunidad de observar la Tierra y la inmensidad del Cosmos desde los 14 ojos de buey de la EEI.

(Dpa)

 
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