Usted está aquí: martes 4 de julio de 2006 Espectáculos Soy músico empírico; compongo a capella, tarareado, dijo Reyli

El chiapaneco ofreció una plática a estudiantes de la Academia Fermatta

Soy músico empírico; compongo a capella, tarareado, dijo Reyli

"Las letras de mis canciones han sido mi escudo y mi bandera. Encuentro una melodía y le doy forma"

Soy un narrador de lo que sucede a la mayoría de las personas, expresó

ARTURO CRUZ BARCENAS

Ampliar la imagen Reyli Barba prepara su nuevo disco, aunque aclara que no saldrá este año

"Cuando sientan que la inspiración no fluye, caminen, y acuérdense que para que una canción sea éxito se necesita un milagro. Mi carrera se ha movido por un acto de fe, sí, fe y disciplina", expresó ayer el baladista chiapaneco Reyli Barba, ex integrante del grupo Elefante, en plática (master class) con alumnos de la Academia de Música Fermatta.

Los alumnos de Fermatta asisten a charlas con profesionales que ya han probado las mieles de la fama, del dinero, de las luces del mundo de la farándula. Muchos quieren ser estrellas, pero otros prefieren estar detrás de una tornamesa, en labores de producción, dándole a una batería.

Otros artistas les han dicho lo difícil que se encuentra el medio, lo casi imposible que es destacar, ganar para vivir (más para mantener una familia), y cómo cuidarse de la voracidad de las disqueras, de no firmar nada a ciegas, aunque el hambre arrecie.

Reyli es, hoy por hoy, uno de los cantautores más importantes y populares. Los jóvenes lo recibieron con aplausos. El llamado por sus amigos Monstruo saludó dando un brinco al escenario.

Explicó que no es lo mismo querer ser compositor de música que contador de historias. "Los primeros son grandes maestros. Nosotros, los compositores de música popular, hacemos tarareos; nos sale algo que a la gente le comunica. Somos narradores de lo que sucede a la mayoría de las personas.

"A mis escasos 34 años debería estudiar tres o cuatro años de música, para estar más cultivado y tener las herramientas para tocar piano o guitarra. ¡Es increíble, pero sigo componiendo a capella!, tarareado.

"Dirán: ¿a qué vino este muchacho que no sabe nada? He vivido empíricamente la vida de compositor y las letras de las canciones han sido mi escudo y bandera. Encuentro una melodía y le doy forma. Aquí no vengo como profesor, sino como aprendiz, amigo, vagabundo. Esto es importante para ser compositor: estudien, pero viajen adonde puedan."

Vagabundear fortalece

Cuando Reyli llegó a la ciudad de México tenía las manos vacías. Andaba en pesero, de un lugar a otro... "No tenía para dónde ir, pero estoy seguro que mi oficio de compositor se fortaleció a partir de ahí, de lo bueno y lo malo. Me encontré con músicos muy buenos, claves en mi vida.

"Les cantaba mis canciones tarareadas y ellos las componían armónicamente. Construí mi carrera sin estudiar, la verdad.

"Ser músico es muy delicado porque la mayoría de la gente no cree en nosotros. Debe quedar claro que al dedicarnos a esto nos vamos a llevar miradas incómodas, sobre todo de las suegras, porque cuando uno se enamora el primer problema es plantearle a tu novia o suegra que lo que haces es música."

Comunión entre melodía y letra

Aseguró que lo tenían como vividor. "Ser un contador de historias es hacer Así es la vida o Hasta que llegaste, o lo que hace Armando Manzanero o Juan Gabriel. Componer para un grupero o ranchero es buscar una comunión entre la melodía y la letra. Cuando se componen las primeras piezas se debe ser sincero y decirse esto va a ser mi vida. Les aconsejo que hagan canciones antes de tener hijos, si no se complica el asunto.

"Al final mis canciones me conectaron con el público. A los 17 años mis creaciones eran fatales. Aprendí a callarme para aprender. Supe que hay que creer en lo propio."

Enamoró a una azafata y se fue a España, donde conoció a Joaquín Sabina, decisivo en su trayectoria. "Lo único valioso en esta vida es pasarla bien y ser feliz. Me siento un chamaco. La caída del cabello ha sido por necio. Ser compositor es no tener prejuicios ni miedo."

Dos alumnos subieron al estrado a cantar. Reyli no pudo afinar la guitarra, pero un estudiante lo hizo con el auxilio de un teclado. César fue al piano e interpretó De repente, una balada, y América su rola No te dejas amar. Recibieron aplausos. El autor de La descarada les aconsejó no tener prejuicios respecto de los géneros musicales. La primera canción que le grabaron fue una cumbia, que interpretó el grupo Brenda y los Sueños.

"La música es, simplemente, música", concluyó.

Reyli prepara su nuevo disco, que no saldrá este año, pues no siente las "condiciones subjetivas" para hacerlo. "Mi fin es que cuando sea viejo, en la boda de mi hijo, el grupo musical toque varias de mis composiciones", dijo.

 
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